Antes del día.
-¿Que te pareció la cena?
Daniel entrelaza nuestros dedos y acerca mi mano a sus labios para besarla.
-Estuvo excelente, gracias por este día, amor.
Me acerco a su rostro y beso su mejilla.
-¿De verdad? -Dice divertido. -¿Sólo me gané un beso en la mejilla?
Ambos reímos, y esta vez lo beso.
Cuando me separé, Daniel aún tenia sus ojos cerrados. Volví a besarlo porque me pareció que se miraba muy tierno.
Junta su frente con la mía, pero antes deja un beso en ella.
-No me canso de repetírtelo. - Dice en voz baja, casi como un susurro. -Te amo demasiado.
Coloco ambas manos detrás de su cuello, y lo observo.
-Yo no me canso de escucharte decir que me amas, y eso hace que yo te ame aún más a ti.
Parece que esas fueron las palabras que le dieron el toque final a nuestra noche de aniversario.
Daniel y yo estuvimos en su pequeño departamento simplemente mirando películas, era algo que amábamos hacer juntos.
Entre besos y confesiones de amor, la noche nos abandonó y el día llegó.
Al siguiente día muy temprano desperté en la cama de Daniel. Simplemente no pude evitar sonreír por lo que había pasado la noche anterior.
Miré hacia todas partes pero no había rastro de Daniel en la habitación.
Tomé lo primero que encontré y me lo puse. Una larga camisa de Daniel, cubría mi ropa interior.
Salí de la habitación y caminé por el pequeño pasillo que llevaba a la pequeña sala y cocina del departamento de Daniel.
Ahí estaba él, sentado cerca de la ventana frente a su mesa de trabajo. Su entrecejo se fruncía. Parecía que estaba muy inspirado.
Me acerco a él y lo abrazo por la espalda.
-Buenos días. -Alcanza a besar mi brazo que lo rodea.
-Buenos días, amor. -Me inclino para dejar un beso en su mejilla. Daniel sonríe. -¿Tan temprano trabajando?
Me recargo en una pared frente a él. Sin duda se miraba más adorable por las mañanas.
-Esto no... no tiene nada que ver con la escuela.
-Creí que sí.
Sonríe. Amo cuando sonríe.
-Ven.
Me pongo de pie a su lado. Me abraza por la cintura y me acerca más a él.
-¿Qué te parece? -Cuestiona.
Me acerco a ver más el plano y aunque no soy una experta en arquitectura, me parece que está perfectamente elaborado.
-Es increíble. -Lo observo feliz por el trabajo que ha hecho. -Eres el mejor en esto.
-¿De verdad te gusta? -Pregunta con sus ojos llenos de brillo.
-¡Me encanta! -Tomo su rostro entre mis manos y lo beso. -Serás el mejor arquitecto, te lo aseguro.
Me indica que me siente en sus piernas, y cuando lo hago, Daniel comienza a explicarme todo sobre ese plano.
Realmente lo había hecho increíble.
-Me encantó el diseño de la casa, nadie lo hubiera hecho mejor que tu. Es perfecta.
-Me alegra que te guste, amor. De verdad no sabes cuanto me alegra.
-Cómo no va gustarme, lo diseñaste tú.
-Este diseño lo hice para ti... esta será tu casa, nuestra casa, para la familia que formemos juntos.
Dejé salir unas lágrimas al escucharlo decir aquellas palabras.
-¿Lo... dices en serio? -Pregunto con un nudo en la garganta, y lágrimas en mis ojos.
-Sí. -Responde Daniel, seguro intentando no llorar conmigo. -Quiero estar siempre contigo.
-Te amo. -Logro decir, me acerco para besarlo y Daniel corresponde rápido. -Te amo tanto amor.
-Yo a ti mi vida. -Sale una lágrima del rostro de Daniel. La limpio con mi dedo pulgar. -Por el momento no tengo un anillo pero...
Me quedo en silencio, con el corazón latiendo a gran velocidad.
-Halana, ¿quisieras ser mi esposa?
Sonrío intentando no derramar más lágrimas, pero es imposible.
-Sí. -Le doy un asentimiento derramando lágrimas. -Me encantaría ser tu esposa.
Ese día Daniel y yo no asistimos a la universidad, solo queríamos estar juntos y celebrar que pronto nos uniríamos para toda la vida.