IV

La rubia entró vistiendo un vestido rojo, por arriba de las rodillas, sus labios pintados del mismo color.

"El color de la sangre..." Escuchó el susurro en su cabeza.

Los ojos de la chica iban maquillados de negro, y los combinaba con unos altos zapatos también negros.

"Negro... El color de la muerte." escuchaba el susurro. "Ella nos desafía."

"¡Oh, amor! Sabía que estarías aquí, llegué un poco tarde al lugar porque la secretaría de Mary es una incompetente y debí ayudarla, te esperé por dos horas pero no llegabas, e imaginé que estarías aquí." Dijo ella apenas entró. La palabra Amor solo le hacía querer dañar. Dañar todo lo que hubiese a su paso. Que todas las almas que se metan en su camino, sean tan infelices como él.

"¡Eres una maldita!" Gritó él muy enojado. Camino, casi corrió hacia ella. La chica soltó un grito asustada.

"Nicholas ¿Que tienes?" Gritaba asustada la chica.

Él la tomó del cuello y le susurró: "Hasta el último día, cariño, ya llegó" y comenzó a hacer presión.

Él no dominaba lo que hacía, él no era el que lo hacía, el otro lo torturaba mientras aquellas voces seguían machacando su cerebro.

"¡No!" Gritó la voz ronca en su interior y un gran dolor de cabeza le invadió. "Ella quiere sangre."

E involuntariamente el chico cogió a la rubia por su cabello y tiró de él. La chica obteniendo respiración nuevamente comenzó a gritar y llorar.

"Nick, por favor, regresa. Lo siento, lo siento tanto, no quería lastimarte." Lloraba ella.

El nombrado, al escuchar esas palabras que lo lastimaban aún más, tiró de ella hacia el suelo. Rose cayó al suelo golpeando su cabeza con la pequeña mesa de madera de la sala.

Su cabeza comenzó a sangrar y el chico sonrió por las satisfechas voces de su cabeza.

"¡Quiero más!" gritó la voz y el chico automáticamente levantó a la chica por los brazos y cuando ella estuvo parada, la empujó fuertemente hacía el suelo.