El Último DÍa De La Tierra

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La última alarma había sido tocada hacía un mes y aunque absolutamente nadie parecía preocupado por ello sabía que yo no debía ser la única, las cosas no habían cambiado mucho después de ello sumándole un par de disturbios todo estaba bien. En la pequeña comunidad dónde residía habían un par de niños que recientemente habían enfermado, estaba algo preocupada por qué en el hospital habían entrado muchos casos con un extraño virus pulmonar que luego mutaba y empeoraba la salud de los portadores pero hasta ahora era fácil de controlar. 


 

Se suponía que mí guardia comenzaría en treinta minutos pero Luke no contestaba su teléfono y aunque podía conducir hasta su casa de camino al hospital no pensaba hacerlo por qué él sabía que debía pasar por Lía hacía una hora, suspire tomándome el puente de la nariz. Iba a llegar tarde y tenía una cita con un pequeño con quemaduras graves, la pequeña cabellera castaña de Lía apareció cargando el osito que su papá le había regalado hacía una semana. 


 

—¿Papá va a venir?—Su pequeño ceño se frunció—


 

—No lo sé, cariño—Me incliné un poco para poder estar a su altura, sus ojos azules me observaban en espera de una respuesta—¿Te molestaria venir conmigo al hospital? Prometo llevarte luego por un helado 


 

—Está bien—Su hermoso rostro se vió afectado por una mueca disgustada—Iré por mí bolso 


 

—Yo llamaré a papá mientras tú haces eso ¿De acuerdo? 


 

—De acuerdo—Musito dirigiéndose a las escaleras—


 

Tomé el teléfono y marqué el número de Luke pero esté salía apagado, frustrada decidí enviarle un mensaje. 


💬  Mensajería 💬

Luke Williams.

 Oye, se suponía que vendrías por Lía

 ¿Dónde diablos estás?

 La llevaré conmigo, ve por ella al hospital


 

Tomé el bolso que llevaría conmigo y me dirigí a la sala para llamar a Lía, hice un ademán de llamarla cuándo fui interrumpida por un fuerte estruendo. Me arrodillé y me rodeé con mis brazos cubriéndome los oídos, minutos después me levanté y me dirigí a la puerta. El corazón me martillaba en el pecho y estaba asustada pero era doctora y probablemente podía ayudar. 


 

Salí de la casa y observé a todos lados, justo a mí derecha a unas cinco manzanas podía apreciarse el humo salir de un carro que había chocado con un poste de luz. Me cubrí la boca asombrada y fue hasta que una mujer gritó Hay un niño  que pude reaccionar, corrí hasta el lugar del accidente e intenté abrir la puerta. La mujer en el asiento de co-piloto estaba muerta, lo sabía por qué revise su pulso. El hombre balbuceaba cosas sin sentido pero estaba consciente y el niño... El niño estaba muerto, tragué saliva e intenté no llorar. 


 

—De-Deben esconderse—Musito, su voz estaba áspera y su piel pálida. Estaba perdiendo mucha sangre, di la vuelta al carro—


 

—Soy doctora...


 

—No, no. Vá.ya.se, es.cón.da.se—Cada palabra fue pronunciada con despacio, hacía muecas al pronunciarlas—¡Escóndase! 


 

—¿De que? ¿De quién? 


 

Antes de que el sujeto pudiese responder un frenazo hizo que alzará mí vista al camino, una camioneta negra venía a toda velocidad dispuesta a chocar contra el carro. ¿Quiénes eran ellos? ¿Porqué quería que me escondiera? 


 

—Escúcheme—Me tomó de la camisa—No salga, escóndase e intenté sobrevivir


 

Probablemente estuviese delirando—¿De quién debo esconderme? 


 

—De nosotros mismos 


 

¿Y eso que quería decir? 


 

Una ráfaga de viento me azotó por la velocidad que llevaba la camioneta, arrastró el auto hasta chocar con la pared de una casa. Unos segundos después aquella camioneta explotó dejando consigo un olor desagradable y un calor sofocante, era como estar en el mismísimo infierno. Aturdida por la explosión intenté enfocar mí vista en mis alrededores por si alguien había sido herido pero todo lo que había eran rastros de lo que alguna vez fueron carros y unas cuántas personas aturdidas al igual que yo, sacudí mí cabeza en un intento de alejar el aturdimiento pero no funcionó. Escuchaba las voces lejanas y gritos que se oían cómo ecos, la cabeza comenzaba a dolerme y dando un paso tras otro me dirigí a casa topándome con mí pequeña en la entrada, tomé su mano y la lleve dentro. 


 

—¿Todo está bien, mami?—Su ceño fruncido y labios me hizo recordar a Luke y no quería recordarlo, mis oídos poco a poco comenzaron a dejar de pitar—


 

—Si, llamaré al hospital. Me quedaré contigo—Dije tomando mí teléfono—


 

—¿Hoy no debes ver a Tomás?—Su ceño fruncido se intensificó—


 

—Ajá... ¿Emma? 


 

—Oh, Dios, mío, Eva—Soltó un suspiró aliviada—¿Estás bien? ¿Lía está bien? 


 

—Si, ¿Que pasa? 


 

—Han habido disturbios, los agentes creen que sean genocidios—Frunci el ceño—


 

—¿De que hablas? 


 

—El hospital está por colapsar, hay muchas pacientes. Heridos de gravedad o muertos, se han reportado sujetos atentando con la vida de otros sin importar la suya—Pauso, la oí suspirar. ¿Que demonios pasaba?—Eva, hay niños involucrados en esto. Luke vino hoy, parecía confundido—Otra pausa, luego la oí sollozar—Matt está muerto, Eva


 

—Emma...—Musite, ¿Que demonios podía decirle?


 

—Quédate con Lía, ella te necesita más que nadie. Mantente dentro de la casa y no le abras a nadie, iré a verlas luego de mí turno




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