El Último DÍa De La Tierra

004

Había pasado al menos tres días después de aquel incidente y aún así el director del hospital seguía obligándome a ir, Emma le había dicho que yo no me encontraba en condiciones pero él había replicado que debía ser profesional y superarlo. ¿Cómo superaba que hayan asesinado a un niño de cuatro años frente a mi? Tenía pesadillas constantes y solía llorar toda la noche mientras veía al pequeño de pie frente a mi, no sabía que hacer para calmarme. Estaba perdiendo la cordura, esto era demasiado para mi. 


 

—Eva, tú trabajo consiste en la muerte... 


 

—¡Mi trabajo consiste en salvar personas! ¡Niños! —Estaba exaltada, Lía se encontraba en la otra habitación con Jess. Debía mantener la calma—Los están dejando morir, es inaceptable 


 

—La vida es cruel, Eva—Su cinismo me dio náuseas, solté una risa irónica y negué con la cabeza,¿Que diablos le sucedía a esté imbécil—Sin saber que lo ocasionó, cómo afecta el cuerpo o cómo pararlo no tenemos otra opción más que dejarlos morir 


 

—No formaré parte de esto—Sentencie conteniendo las lágrimas, estaba a punto del colapso. Que para ellos las vidas de esos niños fuesen tan desechables me molestaba e instalaba un asqueroso sentimiento en mi ser. Estaba asqueada y un odio creciente comenzaba a burbujear en mí interior, eran unos desgraciados. 


 

—Tú licencia será revocada, no podrás ejercer cómo pediatra—Amenazó. 


 

—¡Me importa una mierda!—Brame, conteniendo las ganas de golpearlo—Adelante, revoca mí maldita licencia, no es cómo si fuese a conseguir trabajo cuándo el maldito mundo se acabe 


 

—La pediatría es tú vida—Me recordó—


 

—Lo era cuándo su único fin era salvar niños, ahora que lo único que se debe hacer es dejarlos morir es una carrera asquerosa 


 

Le di una sonrisa de boca cerrada que prometía muchas cosas entre ellas que si seguía hablando iba a tumbarle los dientes, salí de la habitación y me dirigí a dónde se encontraba mi hija. Lía se levantó de su asiento y corrió hasta mí para abrazarme, sus pequeños brazos me reconfortaban lo necesario para saber que no podía derrumbarme. 


 

—¿Seguirás ayudando niños, mami? 


 

—Por supuesto—Mentí—Ya podemos irnos a casa, hay que ir por la tía Emma


 

La alarma que advertía de un posible incidente hizo eco en mis oídos, los murmullos y pasos apresurados de los médicos pudieron escucharse a través de la puerta. Comencé a entrar en pánico cuándo una de las enfermeras mencionó el pabellón siete, presioné mis manos intentando vagamente contener mis nervios. Emma se encontraba en ese pabellón, comencé a hiperventilarme. No sabía que hacer, debía ayudarla pero ¿Que podía hacer yo si lo único que había logrado hasta ahora era machacar mis nervios y probablemente dar un salto más a la pérdida de cordura? 


 

Mis ojos se fijaron en la pequeña castaña que seguía tomando mi mano con firmeza, debía ir por Emma, ella era cómo una hermana para mí y si no podía salvarla entonces simplemente no debía vivir. 


 

Le aseguré a Jess que volvería pronto antes de salir de aquella habitación, no llevaba un arma por que se suponía que no estaban permitidas en la zona pero había tomado un extintor de fuego para darme fuerza. Los pasillos eran un caos, habían personas suplicando por ser atendidos mientras otros lloraban y gritaban que su familiar había muerto. Intenté callar las suplicas y gemidos de esas personas cantando una canción de cuna que solía cantarle a Lía cuándo era pequeña, estaba a dos pasillos del pabellón siete. Sólo debía pasar por la morgue y la habitación de suministros médicos y vería el pabellón dónde se encontraba Emma. 


 

Al pasar por la morgue un escalofrío me envolvió, pude sentir un frío helado recorrer mí espina dorsal hasta mis pies. Escuchar algo metálico caer y pasos en aquella habitación sólo hizo que una sensación gélida se instalara en mí pecho y estómago, el pasillo no parecía acortarse con mis pasos y en éste punto comenzaba a alterarme. El chirrido de la puerta me hizo detenerme y tragar saliva, comencé a inhalar y exhalar aire en un intento de calmarme. Sostuve fuertemente el extintor y lentamente me gire, poco a poco suplicando por qué fuese el patólogo o una enfermera. 


 

Un sujeto desnudo con la piel pálida y un semblante sombrío me observaba con la cabeza inclinada, cómo analizándome. Trague saliva en un intentó de calma, probablemente tendría un ataque de ansiedad en cualquier momento. El sujeto comenzó a caminar con pasos torpes, cómo si lo hubiese olvidado. Estaba estática en mí lugar mientras veía cómo aquel azabache se acercaba cada vez más a mi, debía reaccionar si no lo hacía iba a morir. Comencé a temblar cuándo el sujeto sólo estaba a unos pasos de mí, necesitaba salir de mí shock si quería vivir. Saltó sobre mí y fue cuándo instintivamente reaccione pegándole con el extintor en la cabeza, pude oír cómo su cuello traqueaba. Se lo había roto, lo confirmé cuándo lo vi a un lado de mí con sus ojos mirando hacía arriba, estaba muerto. 


 

Había matado a un tipo con mis manos, trague saliva intentando no quebrarme. Había matado a alguien pero... ¿Que hacía ese tipo en la morgue si estaba vivo? Dándome ánimos continúe mí camino con mi mente enfocada en ir por Emma, me volvería fuerte para protegerme a mí, a Lía y a Emma. No sería una damisela en apuros a esperar ser salvada por su príncipe, no, yo iba a protegerme sola y protegería a mis seres amados, eso sería lo que haría de ahora en adelante. 


 

Cuándo llegué al pabellón siete pude ver el caos desatado, habían personas tiradas en el suelo rodeadas de un charco de sangre y otras simplemente estaban en posición fetal susurrando cosas inentendibles. Un par de enfermeras corrían de un lado a otro desesperadas susurrando que perdían personal.




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