El Último DÍa De La Tierra

015

Aunque me había negado a salir de mi habitación Cage me había arrastrado con él al pequeño patio trasero de la casa en la que nos quedamos, no tenía ánimos. Me sentía pérdida y aquella sensación de preocupación excesiva se había instalado en mi pecho. Leo había ido a disparar al bosque-aún con todo y la herida en su pierna y brazo-desde las seis y hasta entonces no había vuelto.


 

—Creo que le gustas—Irrumpió el silencio en el que nos encontrábamos, Cage llevaba ropa deportiva y seguía viéndose demasiado sensual. Había una pequeña mueca en sus labios—Y no es de los que lo aceptan. Así que pienso molestarlo con eso—Una sonrisa maliciosa se coló en sus labios mientras restregaba sus manos tal cuál villano—Ayúdame ¿Si?


 

Ni siquiera tenía animos para procesar aquellas palabras, en la mañana cuándo decidí ir a bañarme encontré una hojilla y había recurrido a viejas mañas-a cuándo era una adolescentes con problemas de depresión y ansiedad-aún seguía llevando conmigo aquellos trastornos pero ahora tenía veinticinco años y una hija por la que no me podía derrumbar.


 

Había ocultado los cortes con una camisa manga larga azul que me quedaba algo grande-probablemente era de un hombre-y llevaba unos monos que me quedaban algo grandes, mi cabello iba suelto y ni siquiera lo había peinado. No me preocupe por mi higiene y si quiera logre cepillarme los dientes, la depresión había comenzado a asentarse estos últimos días.


 

Cage fruncio el ceño y se inclino para verme más cerca, parecía preocupado por mi—Estás jodida. Es obvio—Llevó su mano a mi frente cómo si quisiera tomar mi temperatura pero lo mío no era físico, me habían quebrado emocionalmente, estaba jodida—No es físico. Es emocional ¿No es así?


 

—N-no puedo pensar con claridad, c-cada vez...—Un sollozo involuntario escapo de mis labios, Cage se arodillo frente a mi y acarició mi mejilla—Los tengo susurrandome en el oído, ellos están aquí diciéndome que hacer y no puedo detenerlos—Lleve mi mano hasta mi oído, señalándole dónde estaban susurrandome, mis manos temblaban y era difícil mantener los sollozos callados.—Quiero que se callen, Cage


 


 

Él suspiro y pasó sus manos por su rubio cabello—¿Tú padeces algún trastorno? ¿Esquizofrenia o bipolaridad?


 

—Depresión y ansiedad, fui diagnosticada a las doce


 

—Bien, ¿Algún medicamento que tomes?


 

—No, deje de tomarlos cuándo salí embarazada de Lía y entonces los deje


 

Tomó mis mejillas con determinación—Escúchame, sé lo jodido que debe ser esto pero si los escuchas, si permites que ellos ganen entonces todo se habrá ido a la mierda y no encontraremos a Lía


 

—Ustedes si que son adorables—Se burló Leo mientras secaba su cabello, tomó asiento y bebió de la botella que llevaba en sus manos.


 

—Joder, tio—Se quejo Cage, él no había apartado sus manos de mis mejillas y cuándo se volvió para mirarme me dio una sonrisa cálida, intentando trasmitirme tranquilidad—No jodas ahora, no es el puto momento


 

—¿Y cuándo es el momento? ¿Cuándo se desangre?—Cage pasó de ver a Leo a verme a mi, mi labio comenzó a temblar y me rehusaba a llorar. Cage negó con la cabeza y no tuvo que levantar la manga de mi suéter para ver lo que había hecho, había sido suficiente con ver la manga llena de sangre para intuir lo que Leo decía.


 

—¿Que has hecho?


 

—Lo siento, lo siento


 

—Vale, hay que curar esas heridas y entonces veremos que hacer ¿De acuerdo?—Asentí. Cage paso sus manos detrás de mis rodillas y tomando mi espalda me alzó y se dirigió a la casa. Cage era muy empatico, quizás se debía a que había tratado con personas cómo yo o algún familiar suyo había padecido depresión, no lo sé pero estaba segura de que necesitaba apoyarme en alguien si no quería caer y Cage parecía mi mejor opción.


 

Él busco el botiquín de primeros auxilios que había en el baño, camino hasta mi y se arodillo. Hice una mueca cuándo el algodón con alcohol pasó por mis heridas—He estado viendo planos, lugares dónde esos tipos pudieron haberla llevado pero aún no he encontrado nada


 

—Gracias, Cage—Musite.


 

—Oye, en serio le gustas pero...Su entrenamiento o alguna mierda, no lo sé, no va a aceptar cómo se siente y lo único que conoce es ser un hijo de puta, es lo que sabe hacer así que hay que ser pacientes ¿Si?


 

Cage sabía cómo tratar con chicas, cómo hacerlas sentir seguras pero a mí, a mi no me importaba nada más que encontrar a Lía.


 

°°°


 

Cage me había bajado hasta el patio para ver cómo él y Leo practicaban tiros, luego de retarse mientras se decían cuán idiotas eran habían decidido ir a ver quién mataba más devoradores. Cage me había dado un lapicero para calmar mi ansiedad, entonces cada vez que sintiera cómo susurraban en mi oído apretaban el botón del lapicero que hacía que la punta saliera. Una y otra vez, sin parar.


 

Moví mi pie por que el lapicero no estaba ayudando y la ansiedad comenzaba a burbujear, entonces una camioneta negra se estacionó y de está bajó una pelinegra, parecía sacada de algún videojuego creado por hombre, con ese uniforme militar ajustado y esa actitud de soy-la-puta-ama.


 

Hemos encontrado a un corderito—Se mofo con diversión mientras otros dos tipos bajaban de la camioneta, un castaño y un perrirojo se acercaban a mi con una sonrisa de malicia en los labios. Me puse de pie y con dificultad comencé a cojear hasta la casa pero uno de ellos tiro de mi cabello con fuerza lo que provocó que chillara por la herida en mi pierna.


 

—¿Adónde vas muñeca?—Musito en mi oído—Aún no comienza la diversión


 

—Parece que su herida se ha abierto—Mencionó el pelirrojo, dirigí mi vista a la herida en mi pierna, la sangre había manchado el mono que llevaba.




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