El Último DÍa De La Tierra

018

Habíamos decidido quedarnos en Río y temprano por la mañana irnos a La tortuga, un pueblo costero a unos kilometros de Río. Al ser pueblos costeros que vivían del turismo, Cage creía que los hacía descartables para otros sobrevivientes o algo así había dicho. La casa a la que había llegado era gigantesca, probablemente le perteneciera a un magnate o un tipo que se hizo rico estafando.


 

Me deje caer en la cama suspirando, estaba cansada. Quería dormir y despertar de la pesadilla en la que nos encontrábamos, Cage había ido a una tienda cercana por provisiones mientras Leo se quedaba conmigo.


 

—¿Te sientes bien?—Su voz parecía cansada, me apoyé en mis codos para verlo a los ojos. Mi corazón se agitaba al verlo y la sensación cálida se instalaba en mi cuerpo llenándome de paz, él se alejo de la pared dónde había estado apoyado y caminó hasta mi—Dime,¿Has cumplido la promesa?—Su voz era suave, en susurros que me agitaban el corazón. Tomé asiento en la cama para poder verlo de cerca, sus ojos estudiaban mi rostro cómo si lo quisiese guardar en sus recuerdos—¿Ya te has enamorado de mi?


 

Sonreí, ¡Que arrogante era!—No, aún no—Asentí hacía él, señalándolo—¿Que hay de ti?


 

Se inclinó para estar más cerca, contuve la respiración al sentir su nariz rozar la mía. Mis pensamientos volviéndose un caos mientras los ritmos de mi corazón parecían dar un festival—Estoy hasta los putos huesos


 

Y me beso, con dulzura, cómo si quisiese preservar ese momento para siempre. Sus manos sujetaron mis mejillas con delicadeza, cómo si tuviera miedo de partirme. La sensación de estar flotando en el aire sólo podían provocarla sus labios, sus caricias en mis mejillas, era cómo estar en las nubes.


 

—Tenía miedo de perderte, Eva—Musito contra mis labios en un susurro que apretó mi corazón, el miedo en su voz era palpable—No podía perderte a ti también


 

—No vas a perderme, Leo—Le aseguré. Sus labios rozaron los míos, sólo presionándolos cómo si gosaze de sentirlos. Cuándo los atrapó por completo me sumergi en la sensación cálida en la que lograba envolverme, estaba mareada. Se puso de pie y sin dejar de besarme me recosto en la cama, sus labios crearon un camino desde mi mandíbula hasta mi cuello dónde besó y chupo a su antojo. Pequeños jadeos salían de mis labios mientras mis manos jugueteaban con el doblez de su camisa, la manera en que sus labios recorrían mi piel era dulce, cómo si de una muñeca de porcelana se tratase.


 

Mi experiencia con hombres era nula, toda mi vida se había basado en Luke y en la relación tóxica en la que me envolvió. Aunque sentí aquella conexión cuándo Luke y yo estuvimos juntos la verdad era que se había reducido sólo a sexo, en satisfacer algo carnal por que mi corazón ya no sentía nada. No había emoción, complicidad, amor, nada.


 

Y con Leo, sentía cómo si me subieran a una montaña rusa y está bajara a toda velocidad. Mi pecho rebosaba y mis piernas temblaban, sus labios besando cada rincón de mi cuerpo era embriagador y escuchar sus jadeos roncos era la cúspide de mi excitación. Sus mano tocando cada parte de mi con parsimonia, torturándome para que le pidiera más. El deseo invadiéndome pero con algo más, no sólo deseaba que me poseyera, también quería que me amara.


 

Y fue lo que vi en sus ojos, el brillo de lujuria y de algo más en sus ojos fue lo que me llevó a perderme en él. En sus labios, en su piel, en los jadeos roncos que soltaba cada vez que rozaba su erección.


 

—Si van a follar al menos invitenme ¿No?—Me paralice al ver a Cage de pie en la puerta, pude sentir mis mejillas calientes mientras cubría mi cara con mis manos.


 

—¡Joder, Cage!—Maldijo Leo mientras se ponía de pie y regulaba su respiración, lo vi sacudir su cabello mientras Cage contenía una carcajada.


 

—¿Quieres que te ayude con tú erección?—Se burló, mordí mi labio para no reír por que la escena era divertida.


 

—Cierra la boca—Salió de la habitación, Cage dirigió su mirada a mi con una sonrisa pícara en los labios.


 

—Cierra la boca, Cage—Advertí, él tomó asiento a mi lado dejando un par de bolsas que llevaba en la mano en el suelo.


 

—No voy a poder sacar esa imagen de mi cabeza, ¡Joder! Tú cara de entera satisfacción mientras Leo te metía mano, la puta gloria—Golpee su brazo riendo, Cage rió pero unos segundos después se puso serio.


 

—¿Pasa algo?—Me preocupé. Negó


 

—Tengo algo para ti—Irrumpió el silencio. Se giró para tomar la bolsa del suelo así que admire su perfil, Cage tenía una perfil tallado por los Dioses-aunque sonara trillado-su mandíbula cuadrada, su nariz perfilada, esos ojos pequeños y unos labios bien proporcionados-el de abajo era más lleno que el de arriba-y aquellos tres lunares que formaban un triángulo: Dos en una línea algo dispareja en su mejilla y el otro que estaba en su mandíbula. Cage era realmente atractivo para la vista y estaba segura que había sido todo un rompe corazones antes de que el mundo se viniera abajo—


 

—¿Para mi? ¿Que es?—Sonrió al escuchar mi entusiasmo—


 

—Es una bolsa rosa. Y la verde es de Lía—Sus ojos se encontraron por unos segundos con los míos antes de volver la vista al frente, él parecía pensativo—Vas a dárselo cuándo la encontremos. De parte del guapísimo tío Cage


 

Reí mientras tomaba las bolsas que él me tendía, lo observé. Cage no parecía estar bien pero sabía que no iba a contarme nada—¿Debo abrirlos ahora?


 

—Sólo el tuyo. Lía deberá abrir el suyo


 

Tomé fuertemente la bolsa entre mis manos—¿Y si no la encontramos? Cage... —Mi voz sono desesperada y quebradiza, Cage tomó mi mano y la apretó—


 

—Vamos a encontrarla—Aseguró cortando mis palabras, asentí sintiéndome miserable por no haber hecho algo para que no se la llevaran—Anda. Abre tú regalo




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