El Último DÍa De La Tierra

019

No puede ser. No puede ser


 

Hey,¿Te sientes bien?—La rubia se acercó y colocó sus manos en mis mejillas, mis pulmones se negaban a recibir aire así que ponía todo de mi para enviar aunque sea una minúscula partícula de aire a ellos, había comenzado a hiperventilarme y los oídos comenzaron a subarme provocando que todo se oyera lejano, en eco—Joder, es un puto ataque de pánico. A ver, mírame y centrate en mi ¿Ok? Haz lo que yo—Inhalo aire que contuvo por unos diez segundos y luego lo boto, repitió la acción unas dos veces más hasta que mi respiración pudo normalizarse.


 

—Eva—La voz desesperada de Leo hizo eco en mis oídos, se acercó a mi y tomó mis mejillas para cerciorarse de que estuviera bien. Cage entró a la habitación unos minutos después para apuntar a la rubia a la cabeza.


 

—¿Que le has hecho? ¡Dime o te vuelo los putos sesos ahora!


 

—N-no me ha hecho nada, Cage—Su rostro se giró hacía mi buscando una explicación, pase mis manos por mi cabello frustrada antes de ponerme de pie y tomar el diario en mis manos—Ellos lo sabían, el puto gobierno lo sabía


 

—¿De que hablas?—Parecía confundido, la rubia que había estado de rodillas se puso de pie lentamente.


 

—Éste es el diario de un tal C.B que trabajaba en la C.C.B.R y él habla sobre ser ratas de laboratorio, no lo he leído todo pero ellos lo sabían


 

—Probablemente haya sido un científico externo a la...


 

—Ellos lo sabían—Aseguró la rubia, camino hasta el escritorio y se situó a mi lado. Aspiro su nariz y mordió su labio para evitar que el llanto saliera—M-me llamo M-madeline—Su voz dulce tembló ante el nudo que probablemente sentía en la garganta, la vi apretar sus puños—Madeline Fords


 

—¿Madeline Fords?—Cage parecía tan confundido cómo Leo, vale, yo estaba pérdida por que no tenía idea de quién era.


 

—¿Porqué parecen tan sorprendidos?—Ambos dirigieron su mirada a mi y me sentí intimidada.


 

—Joder, Eva. ¿Dónde vives? ¿En una piedra?


 

Vale, que no hace falta la agresividad


 

La familia Fords sufrió un accidente de camino al aeropuerto—Informó Leo, él parecía él más sorprendido entre todos, bueno, entre Cage y él.


 

—Eso era lo que hicieron creer. Los muy hijos de puta enviaron un escuadron a aniquilarnos


 

—Ellos...


 

—Fue mi escuadrón, nos contrataron para callar sapos


 

—¿Que demonios?—Negué con la cabeza incrédula de que todo lo que contaban era cierto—¿C-cómo...?


 

—Mi padre había decidido salir del proyecto


 

—¿Que proyecto?


 

—Cuándo se descubrió que probablemente estábamos jodiendo la tierra ellos idearon una forma de evitarlo...


 

—¿Las alarmas?—Leo negó, el aire me comenzaba a faltar.


 

—Las alarmas sólo fueron una cortina de humo, bueno, ellos creyeron que al hacerlo las personas tomarían conciencia y algo cómo la contaminación iba a detenerse pero la verdad es que ya era demasiado tarde—Cage se acercó y pasó su brazo sobre mi hombre para después apretarme a su cuerpo.


 

—El primer devorador apareció en la capital, un trabajador en una zona de industrias cerca del puerto—Informó soltando una risita irónica y aplaudiendo con sarcasmo.


 

—Lo capturamos y crearon pruebas, nunca nos habíamos enfrentado a esto


 

—Hey, tranquila, respira—Acarició mi brazo intentando darme fortaleza.


 

—Todo se salió de control cuándo nos dimos cuenta que se expandia con rapidez, no sabíamos cómo detenerlo o contrarrestarlo


 

—Y decidieron dejarlo pasar y salvarse ellos cómo las ratas que son—Había odio en sus palabras, pero también dolor.


 

—¿Cómo se supone que encuentre a Lía ahora?—Musite, Cage me apretó más contra su cuerpo.


 

—La vamos a encontrar, bebé


 

—¿Tienen a tú hija?—A mi lado la rubia me observó con lastima—Lo siento pero no está viva, probablemente hayan sido creyentes, un grupo de locos que paga a otros para que secuestren niños—Mis piernas temblaron así que Cage tuvo que sostenerme de la cintura, mi respiración se estancó en mis pulmones y por más que intentaba llevar oxígeno hasta ellos éstos no cooperaban—Ellos creen que los niños son la cura para el virus


 

No puede ser. No puede ser


 

No podía ser cierto que mi pequeña bebé estuviera muerta, me negaba a creer que mi niña...No podía ser cierto. Mi pecho se apretó tanto que respirar era difícil, mis oídos comenzaron a sumbar y todo mi alrededor comenzó a darme vueltas. Podía oir las voces lejanos, cómo ecos y en mi cabeza no paraba de repetirse una y otra vez la canción de cuna que solía cantarle a Lía.


 

Oh, mi pequeña estrella


 

Ven con mamá, ven con mamá


 

Voy a arrullarte por las noches


 

Por que la luz de mamá


 

Eres tú


 


 


 


 


 


 

Cuándo desperté estaba en mi habitación y un Cage preocupado caminaba de un lado a otro, sus ojos se alzaron cuándo me removi en la cama y corrió hasta mi—Joder, ¿Cuál es tú puto afán de preocuparme?


 

—Ya, no me desmaye por que quería ¿Ok?


 

—No estarás embarazada ¿Verdad?—Reí mientras negaba con la cabeza, el suspiró aliviado y me ayudo a sentarme.


 

—¿Dónde está Leo?—Giró los ojos mientras se recostaba a mi lado, puso su brazo derecho sobre sus ojos.


 

—Está revisando si hay algo que pueda ayudarnos—Cage se oía cansado, me deslice en la cama y recoste mi cabeza en su pecho. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.




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