El Último DÍa De La Tierra

033

No sabía con exactitud cuánto tiempo llevaba en el lugar, lo único que sabía era que: mí cuerpo pesaba, mí cabeza palpitaba hasta hacer imposible mantener los ojos abiertos y las náuseas se intensificaban con el pasar de los días, mi piel ardía en fiebre producto del maldito virus inyectado en mis venas.


 

Todo mi alrededor daba vueltas mientras escuchaba las voces lejanas de mis torturadores, mí cabeza se dirigía a John, quién había estado sufriendo de fiebre alta los últimos días. ¿Dónde estaba Leo? ¿Y Cage? ¿Me habían abandonado?


 

Me incline un poco para vomitar cuándo me fue imposible mantener mis náuseas a raya, observé en pánico la sangre en el suelo,¿Porqué vomitaba sangre? ¿Que me habían hecho? Ellos compartieron un par de palabras que no fui capaz de entender por mí estado de inconsciencia.


 

Alguien me alzó, alejándome de la mesa fría en la que me encontraba, pasaba de la inconsciencia a la semiinconsciencia en cuestión de segundos, escuché una puerta abrirse y la voz de mí pequeño hermano llegó a mís oídos—¿Q-que le hicierona mi hermana? ¿¡Que es lo que le están haciendo!?


 

Pero fui incapaz de escuchar una respuesta por que la oscuridad que me envolvió hizo todo borroso e inaudible.


 


 


 


 


 


 


 


 


 

Cuándo desperté aún me dolía la cabeza pero era lo suficientemente capaz de mantenerme en pie y estar consciente de mi alrededor, me moví en mi sitio, en aquella cama incómoda y observé enternecida a John, quién sostenía mi mano sentado en el suelo  mientras apoyaba su cabeza en la cama—John


 

Algo a lo que nos habíamos acostumbrado en esté lugar era al poco sueño o el casi inexistente sueño, en esté lugar debías estar en tus cinco sentidos aunque, incluso si te negabas a ser llevado al cuarto de tortura, ellos siempre conseguían la forma de llevarte, formas nada ortodoxas.


 

John se removió en su sitio y cuándo sus pequeños ojos grises, los mismos ojos que había sacado de papá, se fijaron en mí, la preocupación cruzó su rostro—Eva, ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Te sientes mal?—La preocupación y desespero en su voz sólo lograron que mí pecho se encogiera en su sitio asentí a todas sus preguntas mientras lo rodeaba con mis brazos y él apoyaba su cabeza en mis piernas—Cuándo te trajeron estabas incosciente, estaba tan asustado de que algo malo te hubiese sucedido, ellos siemplemente te arrojaron y se fueron


 

—Está bien, bebé. Todo estará bien, vamos a estar bien, lo prometo—Le asegure mientras lo arrullaba, él acercó su rostro para fijar sus ojos en los míos. Le sonreí para tranquilizarlo y entonces se puso de pie para tomar asiento en la cama y acurucarse en mis costillas.


 

—Quiero ver a Lía, quiero estar en casa, quiero volver al mundo de antes—Lo presione más contra mi cuerpo mientras acariciaba su cabello y lo arrullaba, procure no dirigir mis ojos hacía las mordeduras ya cicatrizada de sus brazos, quise fingir que saldríamos de está, quise fingir que no estábamos tan jodidos cómo lo estábamos.


 


 

Sonreía al ver al pequeño de cuatro años correr hacía mí, me mordisquee el labio al ver las vendas en sus brazos y piernas. Luca era un niño dulce y carismático al que su madre había dado cómo conejillo de Indias y así obtener inmunidad, la primera vez que lo vi él estaba siendo devorado. Recuerdo entrar en pánico al ver a ese pequeño pelinegro gritar de dolor mientras arrancaban la piel de sus brazos, al intentar ayudarlo me gane una descarga eléctrica, por que a esos hijos de puta les encantaba darle choques  cómo castigo o por que sí. 


 

—Eva, pensé que no iba a verte—Su voz entusiasmada sólo encogió mí corazón, me acuclille y rodee su pequeño cuerpo malherido con mis brazos. Luca había nacido en esté lugar, lo único que conocía desde que era un feto era las máquinas y las torturas. No había nada más que él conociera qur no fuera está maldita institución.


 

—¿Cómo no iba a verte si eres mi niño preferido, ah?—Estruje sus mejillas mientras me inclinaba para repartir besos por toda su carita, él arrugó su pequeña y tierna nariz mientras reía.


 

Su dulce risa aliviaba un poco el dolor en mí corazón. 


 

¿Soy tú niño favorito, Eva?—Sonreí ante su asombro y asentí, a lo que él chillo feliz por mí confesión—¿Me quieres cómo a John?


 

Trague el nudo en mí garganta y me mordí el labio ocultándo los espasmos en él, estar alrededor de Luca me ponía extremadamente sensible. Conocer su pasado y todo lo que había pasado desde su nacimiento destrozaba mí corazón—Antes de responder a eso, necesito un beso


 

Él hizo un adorable puchero antes de sonreír y besar mi mejilla, sus pequeños brazos heridos se enredaron en mí cuello en un abrazo que me ponía nostálgica—¿Me quieres, Eva?


 

—Si, te quiero mucho, Luca


 


 


 


 


 


 


 


 


 

Pase el dorso de mí mano por mis labios quitando todo rastro de sangre de ellos, no había parado de vomitar en toda la madrugada, era incapaz de dormir y el maldito dolor de cabeza hacía imposible que mantuviera los ojos abiertos—Eva,¿Que sucede? No has salido del baño desde hace rato, ¿Te sientes mal?


 

Suspire luego de lavarme la cara y ocultar todo rastro de malestar, abrí la puerta y la cerré detrás de mi. Los ojos de John se dirigieron preocupados en mí dirección—Se supone que yo soy la hermana mayor ¿Sabes?


 

—Si, pero soy el único hombre de la familia ahora así que mí deber es protegerte—La determinación en su voz me hizo apretar sus mejillas, John se quejó—Es lo que hubiera hecho papá...o Joseph




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