El Último DÍa De La Tierra

Capítulo Final

Un año después. 


 

México, algún pueblito costero.


 

Cage.


 

Se le había hecho una costumbre despertar en la madrugada, exactamente a las dos, la hora exacta-probablemente-en que se accionó el arma. Mi pecho se desgarraba cuándo la oía sollozar con fuerza pidiéndole a alguien que disminuyera el dolor, que se lo trajeran de vuelta. 


 

Me encamine al balcón y salí, el frío golpeó mi pecho desnudo pero no me cohibí, necesitaba estar lejos de ella por que oírla llorar desgarraba mi alma en pedazos y la rabia que quemaba en mis venas por que era un inutil para calmar su dolor me golpeaba fuerte.


 

—¿Porqué lo hiciste, ah? ¿Era tú jodida forma de cedermela? ¡Maldita sea! ¿Está es tú forma de mostrarme lastima? ¿Morir para que ella se fije en mí? ¿Es lo que querías, maldito imbécil?—Detengo mis insultos por que la voz se me quiebra y el dolor que quema en mí pecho se intensifica tanto que debo apoyar mis manos en mis rodillas para intentar pelear con el dolor—¿¡Es porqué fui un jodido huerfano!? ¿¡Es porqué crecí sólo y sin nadie que me amara? ¿¡Es porqué mi novia se suicidó en nuestra jodida casa!? ¿¡Es porqué...!?—Me dejo caer de rodillas y le permito al dolor salir en oleadas de llanto inmensurable que desgarran mi garganta, debo apoyar mi cabeza en el frío suelo para intentar calmar el llanto que amenaza con hacerme explotar—¿¡Porqué mierda lo hiciste!? ¡Nunca tuve nada...joder! Nunca tuve nada y...¿¡Creías que si no la tenía a ella no podría vivir!? ¡Te tenía a ti! ¡A su jodida amistad! No me rompía el corazón verla feliz por que tú lo eras, maldito imbécil—Llevé mi mano hasta mi pecho por que sentía que si seguía drenando el dolor el pecho iba a explotarme pero sentía que si seguía callándolo entonces también explotaria—Jamás desee proteger a nadie...jamás desee vivir por alguien por que nunca tuve nada...hasta que conocí a los señores Vivaldi y...y luego los conocí a ustedes...¡Joder! No sé cómo se siente tener hermanos pero quería...quería que...¡Mierda! Espero te encuentres en el infierno por que el cielo...algo cómo el cielo es demasiado para ti...no, eres demasiado para el cielo, amigo


 

—¿Cage?—Su voz quebrada llegó hasta mis oídos, me puse de pie justo a tiempo para verla caminar hasta mí rodeándose a sí misma, no me detuve en sus ojos por qué doleria menos hacerlo.


 

—¿Que pasa?—Aclare mi garganta antes de hacer aquella pregunta, ella camino hasta mí para rodearme con sus brazos y apoyar su cabeza en mí pecho para así lograr escuchar los latidos de mí corazón.


 

Ya no había calidez.


 

Su calidez se había apagado junto con la vida de mí mejor amigo.


 

Vamos a la cama, está vez...está vez prometo quedarme—Prometió, aquella promesa la había escuchado tantas veces desde la muerte de Leo que era inmune a ella, mi corazón lo entendía, Leo jamás iba a abandonar si corazón por que en el lugar dónde debería estarlo no había nada, el corazón de ella dejó de latir cómo lo hizo el del amor de su vida.


 

Prométeme que vas a cuidarla bien, no sé que vaya a pasar en esté lugar pero necesito que ella sea feliz...sin mi—Giré mi rostro para verlo, no había más que verdad en su rostro. Ese fue el primer golpe a mi estómago. 


 

—No me jodas con esas mierdas, deja de hablar-


 

—Cage Avan Evans no es un mal hombre, al contrario de lo que te hayan hecho creer, no fue tú culpa ninguna de las situaciones en las que...sólo digo, el que tú madre no te haya amado no significa que nadie más vaya a hacerlo—Trague saliva ante su atenta mirada, ese fue el segundo golpe al estómago. 


 

—No necesito-


 

—Esa mujer debería estar orgullosa de ti...yo lo estoy, Cage. Y estoy seguro que la señora Vivaldi también lo está 


 

Pero eso no fue el tercer golpe, no, el tecer golpe vino cuándo vi el cuerpo inerte de mí mejor amigo con una bala en la cabeza, con la mujer a la que amaba llorando desconsoladamente mientras intentaba traer a la vida a un hombre que había muerto hacía muchos años, cuándo su hermanita de diesiete años fue asesinada y él la encontró o cuándo encontró a su novia muerta en su sala de estar o cuándo encontró el cuerpo de su padre sin vida con una nota que decía que no podía vivir con la culpa de no haber salvado a su pequeña niña.


 

A mí mejor amigo lo mataron los demonios.


 

Demonios que causaron otras personas.


 

Demonios que lo consumieron.


 

Demonios que él no merecía pero que alguien más buscó. 


 

Leo creía que al morir Dios o algún ser omnipotente la daría la paz que él tanto anhelaba pero la verdad era que aunque él muriera, esa paz jamás iba a cedersele por que él debía perdonarse a sí mismo, no debió haber buscado la paz en nadie más que en sí mismo.


 

La señora Vivaldi solía decirme en esas tardes en dónde nos sentábamos afuera en el patio, que ella había escuchado de una leyenda que dictaba que existían almas que estaban conectadas la una a la otra, no necesariamente hablando romanticamente, que un chico y otro chico eran capaz de conectar tan vivazmente que el dolor y la oscuridad que rodeara la vida de ambos iba a ser capaz de resplandecer cuándo ambos se encontraran.


 

Jamás creí en esa leyenda, me parecía estúpida pero luego de conocer a Leo, creo que comencé a creer en esa jodida historia.


 

Nuestras vidas estaban llenas de sufrimiento y dolor.


 

Quiero creer que él también lo creyó.


 

Ambos estábamos atados a una cuerda invisible que nos unió para hacer brillar la vida del otro, desafortunadamente mi luz no fue capaz de llegar hasta él.




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