El Último DÍa De La Tierra

Extra #01

Coronel, águila uno ha visto a alguien merodeando la zona norte, permiso para disparar—La voz con algo de interferencia de Hernández me hizo desviar la mirada del cañón.


 

—¿Algún civil, Hernández?—Me alejé del rifle para poner atención a mi alrededor, Núñez, uno de mis mejores francotiradores ocupó mi lugar vigilando la zona Oeste.


 

—No está seguro, dice que-—Su voz se cortó y comenzó a oírse el viento pasar, cómo una especie de calma que era extraña para el lugar dónde nos encontrábamos.


 

—Hernández, reporte su situación ¡Acate la orden, soldado!


 

—Coronel, pueden estar en-—Unos disparó en la zona norte nos alertaron, maldije entre dientes antes de ponerme de pie y tomar mi rifle dispuesto a ir por mi escuadrón pero antes de si quiera poner un pie fuera del cañón, el cuerpo de Pérez cayó frente a nosotros desde un helicóptero que pasaba por la zona.


 

—C-coronel-—Una ráfaga de balas viajó segundos después de que el cuerpo cayera, una torreta dirigida probablemente por los tipos a los que veníamos a buscar disparaba  directamente hacía nosotros,el helicóptero sobrevolaba la zona mientras todo o lo poco que quedaba del escuadrón intentaba salir ileso, fue entonces que dos malditas granadas atadas al cuerpo de Hernández fueron arrojadas en nuestra dirección.


 

—¡Núñez-!—La explosión accionó levantando polvo, sangre y restos de un tipo que lo único que había hecho mal en su vida era ponerla en mis manos, arrastrándome al suelo por la onda expansiva, aún con las balas viniendo contra mí y el dolor que sentía en mi muslo derecho y brazo izquierdo continúe de pie para sacar a lo poco que quedaba de mi escuadrón. Me negaba a ver mi uniforme cubierto por la sangre de un soldado que estaba por darse de baja, está sería la última misión de Hernández antes de volver a casa con su mujer que estaba por dar a luz. Él había desistido de la misión pero yo insistí por qué lo consideraba uno de mis mejores hombres, ahora él estaba muerto y su hija crecería sin él—¡Núñez!


 


 


 


 

—He escuchado de ti, coronel Jones. Dicen que eres un tipo rudo al que no se le puede hacer hablar pero te he estudiado y si hay algo que sea un punto débil para ti son tus soldados—Su rostro se giró hacía Núñez, mis ojos se enfocaron en el pelirrojo quién actuaba cómo un imbécil aún cuándo estaba atado a una silla.


 

—¿Te gusta mi coronel, ruso?—Se burló Núñez, el ruso se giró por completo y le plantó un derechazo en la mandíbula. Núñez soltó una risa nasal antes de escupir la sangre—No eres su tipo, lamentablemente para ti


 

—Es curioso cómo un tipo que va a morir sigue siendo un idiota en lugar de suplicar por su vida


 

—Yo no suplicó—Bramo Núñez.


 

—Ustedes, los del otro mundo no hacen más que destruirse entre ustedes mismos. Crean cosas que escapan de sus manos para luego destruir a los de su mismo equipo—Fruncí mi ceño confundido mientras sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, había algo detrás de ellas, no me refería a que lo que había dicho fuese un insulto o no, sino que el trasfondo de ellas ...¡Maldita sea!


 

—Fue una trampa ¿No es así?—La sonrisa de lado del rubio fue mi respuesta, se giró y fijó sus ojos en mí.


 

—Pensé que alguien cómo tú vería la verdad oculta más fácil—Se acercó a la mesa con implementos médicos y jugueteo con las pinzas y bisturí, vi a Núñez tragar saliva—Su gobierno nos contrato para acabar con todos ustedes, eran un cabo suelto y debían deshacerse de él


 

Tomó las pinzas y ante mis ojos llevó las pinzas hasta la mano izquierda de Núñez, sujetó su índice con ella y presionó hasta que escuché un click, el grito desgarrador de Núñez taladro mis oídos y se fundió en mis tímpanos—Está bien, está bien. ¿Que quieres? ¿Que quieres a cambio para dejarnos ir?


 

—¿¡Que está haciendo, Coronel!? ¡Ni siquiera lo piense! ¡Deténgase!


 

¡Cierre la boca sargento!—Le exigí con la vista fija en sus ojos, Núñez negó con la cabeza dispuesto a convencerme de algo de lo que ya había tomado una decisión—¿Que quieres?


 

—Nada, no quiero nada—Sentenció antes de cortarle otro dedo a Núñez, desesperado lo llamé pero él simplemente me dio la espalda rebuscando otro implemento médico para torturar a mi mejor amigo.


 

—Coronel, Jones—Tomó asiento a mi lado, con su dedo llamo al cantinero y le pidió un whiskey. Se apoyo en la barra dejando a la vista sus tetas, sonrió satisfecha de haber llamado mi atención—Realmente luces patético


 

—¿Que me dices de ti?—Le di un largo trago a mi vaso de whiskey, ella espero paciente a que continuará—¿Dejaste de acostarte con altos rangos para conseguir que te asciendan?


 

Sonrió por que sabía que había dado en el clavo, se giró y llevó su mano hasta mi brazo para acariciarlo—¿Extrañas los viejos tiempos, Jones? ¿O aún sigues dolido porqué conseguí un mejor rango antes que tú?


 

—Lo que realmente me duele es haber perdido mi dinero en ese maldito hotel para un polvo tan malo cómo el tuyo—Ataque, alzó su mano para abofetearme pero la sostuve en el aire. Con mi mano libre sujete su cuello y la estampe contra la barra, chilló pero me negué a dejar de ejercer fuerza contra ella.


 

—¿Hablas de malos polvos?—Rió irónica, ella era tan cínica cómo yo, eso era lo que me molestaba por qué estaba dispuesta a pasar sobre quien fuera con tal de sacar beficios—¿Crees que eres un buen polvo, Jones?


 

—¿Quieres que te recuerde quién era la loca que no paraba de buscarme en el cuartel?—Me incliné para susurrarle al oído, el cantinero se acercó para ver lo que pasaba pero le hice una seña para que volviera a lo suyo—Solo es una discusión de pareja, vuelve a lo tuyo




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