El Último Dios

Capítulo 2, parte 14: Rescate.

Tylon y Lina.

El poblado estaba ante Tylon. Estaba casi oscuro. Estuvo quieto por horas detrás de los árboles y arbustos. Esperando a que poca gente estuviera pululando por los alrededores. A pesar de pasar horas pensando en un plan ingenioso, no se le ocurrió cómo rescatar a su hermana.

Había dejado a Quallin en una pequeña cueva que encontró. Caminaron juntos cerca del sitio donde se reunieron, y dieron con ella cerca de una colina. Cuando Tylon la exploró comprobó que era segura. Hizo prometer a su hermanito que sería valiente, y que esperaría allí hasta que volviera con Lina. También le hizo prometer que si no volvía para cuando la luz se dibujara en el este, tenía que ir al punto de encuentro con Atal. Le entregó la joya, y con el llanto apagado de Quallin, volvió al poblado.

Tylon miró a los alrededores. Respiro profundamente y avanzó. Las calles estaban vacías. En las casas más escondidas aún había algo de luz, pero estaban lejos para que lo vieran merodeando en la noche.

Caminó con cuidado, camuflándose entre las paredes y la oscuridad. Entraba en las calles más escondidas mientras se dirigía hacia la plaza. Dudaba con cada paso que daba. Aún no sabía qué hacer.

Delante de Tylon, la plaza donde estaba su hermana. Se acercó con cuidado hasta estar detrás de un carro que estaba alejado. Era lo suficientemente grande como para ocultarlo. Miró con cuidado en todas las direcciones. Los puestos de los mercaderes ya no estaban, y había varios carros cargados con muchas cosas distintas. Desde comida hasta muebles. Eran los transportes listos para partir.

Busco a su hermana con la vista. La encontró. Estaba atada de cuerpo en un poste de madera plantado en el piso justo al centro de la plaza. No se movía. Temió por ella. Rodeó su escondite, y avanzó con mucho cuidado hacia un montón de cajas que estaban apiladas.

Miró a su alrededor. Tenía una mejor visión de su hermana. Respiraba con debilidad; pero estaba viva. También visualizo a un soldado justo frente a ella. Descansaba apoyado sobre una de las carretillas.

Tylon se ocultó. Trató de tranquilizarse. Volvió a echar a mirar. Se dio cuenta de que el soldado no estaba despierto. Por su postura, estaba en un sueño profundo.

Era el momento ideal.

Volvió a rodear las cajas. Fue moviéndose por toda la plaza en busca de más soldados. El dormilón era el único designado para cuidar que Lina no escapase. ¿Pero cómo lo iba a evadir?

Tylon sucumbió al miedo y al pánico. No tenía idea de qué hacer, y su corazón palpitaba tratando de detenerlo. Su respiración se hizo más fuerte. Costaba trabajo poder controlarla. Su visión se nubló. Trató de calmarse tomando sus manos con fuerza. Miró al suelo, y recordó.

Aún tenía el cuchillo en su mochila.

Temblando, tomó la mochila, y la puso en el suelo. Hurgó en la oscuridad, y encontró el arma. La miró unos segundos, analizando su idea. Dudo como nunca antes en toda su vida. Apretó los dientes y pidió perdón.

No había otra forma.

Tylon tomó el cuchillo por la empuñadura. Iba a hacer lo necesario por sacar a su hermana de allí. Sobrevivir importaba más. Cumplir la promesa a Quallin era lo único en su mente.

Escondió la mochila con mucho cuidado y comenzó a avanzar hacia su hermana, paso a paso, hasta estar junto al guardia. Tenía su armadura colocada sobre su cuerpo, salvo por el yelmo que descansaba a un lado. En ese momento, Tylon dudó de sí mismo. Ya no podía correr riesgo alguno. Si cortaba las cuerdas de su hermana iba a despertar al guardia. Lo mismo si Lina hacía algún sonido.

No. Solo quedaba una salida del infierno.

Tylon apretó su pecho con la mano en donde no sujetaba el arma. Cerró los ojos, y levanto el cuchillo. Abrió los ojos, no podía fallar. Y con fuerza lo hundió en el cuello de quien dormía. El soldado despertó y gimió. Con miedo trató de buscar a su atacante. Pero no había mucho que hacer, la sangre salía mientras Tylon movía la daga de un lado a otro. Dejó de moverse poco a poco. Hasta que ya no había vida en él.

Las manos de Tylon estaban llenas de sangre. Las miró. Quería echarse a llorar. Pero no podía. En cambio, sintió cómo su estómago se estrujaba. Vomito al costado del cadáver. Casi no había comido, pero vomitó como si se hubiese dado un festín hace poco. Cuando liberó todo el contenido, se limpió con su manga y avanzó hasta su hermana.

Estaba inconsciente. Tylon soltó la daga al lado de ella, y la sacudió.

—Lina, despierta —dijo, moviéndola de un lado al otro—. Por favor.

Su hermana respingó un poco; aun así, levantó la cabeza. Le dolía como nunca antes.

—Tylon —dijo Lina con debilidad—. ¿Qué haces aquí? —preguntó dándose cuenta de que es lo que ocurría.

—Vengo a sacarte —dijo con voz baja—, se lo prometí a Quallin.

—¿Dónde está él? —preguntó Lina aún débil, pero más despierta.

—Está oculto, no te preocupes. Encontré a alguien que nos llevara hacia Rosea. Podemos salir de aquí, pero debo ser rápido —explicó mientras tomaba la daga y comenzaba a cortar la soga que mantenía a su hermana cautiva—. Es un mercader de Itopia, dijo que podía llevarnos si llegamos al punto de encuentro.

La cuerda cayó al suelo. Lina movió sus manos tratando de que la sangre fluyera por ellas. Seguía adolorida, y su cabeza giraba como si hubiera despertado de un sueño prolongado. Llevo sus manos a su cabeza para intentar calmarla. Cerró los ojos con dolor. Trató de levantarse, aunque le costaba.

Tylon soltó la daga y se incorporó sobre sí para ayudar a su hermana.

—Tenemos que irnos, ya —dijo Tylon con miedo, tratando de tomar a su hermana por los brazos.

—¿Y a dónde se supone que van? —preguntó una voz desconocida.

Tylon giró sobre sí, y sintió un golpe en su rostro. El metal del guante dio de lleno contra su rostro, haciendo que callera al suelo. Era un milagro que no perdiera el conocimiento. Su cabeza era un lío. No sabía qué pasaba. Se incorporó con sus brazos con dificultad, y miró hacia atrás.




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