Era una isla extraña y desconocida.
Los árboles y plantas eran de color negro. Las nubes oscuras tapaban el sol durante el día. Y por las noches, sonidos de animales desconocidos se escuchaban desde lo profundo de la isla.
Tardó una semana en animarse para explorar la nueva isla. Y solo lo hizo porque deseaba distraerse para no pensar en su soledad.
Así que una noche, armado de valor, comenzó a bordear toda la playa de la isla desconocida.
Los aullidos escalofriantes hacían helar aún más su sangre fría.
El pequeño dragón estaba muy nervioso, aún si no quería admitirlo. Tras tanto caminar, llegó hasta el otro lado de la isla. Y lo que vio, fue luz.
Con los ojos ardiéndole, examinó lo que había frente a él, pero no era capaz de darle un nombre. Él no lo sabía, pero aquello era un castillo con enormes murallas.
Mientras estaba distraído mirando el distante castillo, una figura desconocida lo atrapó de la cola. Y lo metió en un saco.
-¡Serás un buen aperitivo!
Dijo su captor.
Pronto lo sacudieron y golpearon dentro del saco para dejarlo inconsciente. Unos pocos golpes no fueron suficiente para noquearlo. Y un saco de tela con maya de acero no era indestructible para sus filudas garras.
Escapar era fácil, así que decidió esperar un poco más. Tenía miedo, pero su curiosidad era aún mayor.
Se quedó muy quieto; mirando, por un hoyo, a donde lo llevaba su captor.
Y con mucha sorpresa descubrió una ciudad detrás de los enormes muros. Todo era nuevo para él, desde las casas y hasta las personas de lo más extrañas y grotescas. Incluso los animales eran muy inusuales y de formas nunca antes vistas.
Esta era una isla de monstruos.
Con asombro llegó hasta un restaurante y fue tirado en la cocina.
-¿Qué cazaste hoy?
-¡Un grifo, 2 minotauros y una salamandra!
-Esas me gustan. Son muy picantes.
-¡Una salamandra por aquí!
-Ahorita sale.
Dijo el cocinero al sacar “la salamandra” sobre la mesa de corte.
El pequeño dragón no esperaba que lo fuesen a sacar tan pronto del saco, asustado solo atinó a cerrar sus ojos y a correr desorientado por todo el restaurante bien iluminado.
-¡Se escapa!
-¡Atrápenlo o nos quedamos sin comida!
Se armó todo un alboroto en el restaurante hasta que por fin el pequeño dragón fue acorralado contra una esquina de la habitación.
-Por el infierno… Eso no es una salamandra.
-Es… lo que creo que es…
Acorralado, el pequeño comenzó a mostrar sus blancos dientes contra todos.
-¡Hechizo de fuego! ¡Ahora! ¡Y una red especial!
Un gran halo de luz atravesó sus ojos entreabiertos y pronto una red cayó sobre él. Por más que luchó no pudo escapar. Dando arañazos y mordiscos fue puesto en una jaula.
-Hay que llevarlo al castillo… El rey va a querer verlo.
Y así hicieron.
El último dragón había llegado a los territorios del Rey Demonio.
Los demonios muy raudos, lo llevaron ante su rey. Y sin decir palabra, lo dejaron frente a él.
-Ya puedes abrir los ojos.
Le ordenó una calmada voz. Y el pequeño obedeció. Ahora todo era negro, la oscuridad dio alivio a sus irritados ojos. Pero no tenía tiempo para llorar, ahora solo podía concentrarse en el extraño ser frente a él. Nunca había visto a un animal como ese, parecía un mono porque andaba en 2 patas; pero no era un mono. Comparado con otros “monstruos” que había visto, este era incluso hermoso.
-¿No estás muy lejos de tu nido? ¿Cómo has llegado hasta aquí?
Su nido. ¿Cómo es que este ser desconocido sabía sobre su nido?
-Aún eres muy joven para vagar por el mundo. Deberías regresar a casa.
El olor de esta criatura era horrible, pero no había malicia en su voz. Un poco desconfiado, el dragón lo siguió vigilando.
-¿No piensas responderme? Qué raro~ Supongo que eres un bebé con desarrollo lento~ Algunos no nacen siendo prodigios.
Ahora quería morderlo.
-¡¿Te estás burlando de mí?!
El orgullo de un dragón es infinito e inquebrantable.
-Jajaja. Así que puedes hablar, bebé. Ahora dime, ¿cómo llegaste aquí?
Con mucha confianza fingida el pequeño dijo:
-Volé.
-Jajajaja. Bebé mentiroso, eso no es posible. Los dragones bebés no vuelan. A no ser que seas un prodigioso dragón de viento. Lo cual es imposible para ti, pequeño dragón de oscuridad.
El pequeño estaba maravillado. Había encontrado a alguien que parecía conocer sobre él y que podría responder sus preguntas. Quizás las ballenas no lo habían traído aquí por casualidad.
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Editado: 24.04.2025