Era una noche fría, las nubes grises cubrían el cielo estrellado; el silencio de la noche solo fue interrumpido por los lamentos de un niño que simplemente no sabía lo que estaba pasando.
En una estaca había una mujer atada de manos y pies, mujer que fue condenada a la hoguera por practicar brujería. Su hijo pedía perdón, su madre pedía piedad al Cardenal que había dado la condena.
El cardenal ignoraba las súplicas de aquella mujer, llamándola «hereje» ; cuando todo estaba listo el cardenal dió la señal haciendo que un campesino prendiera fuego a la supuesta bruja mientras el cardenal rezaba y sus ojos tenían un brillo siniestro.
El niño… El pequeño hijo de la mujer quedó atónito mientras veía la piel de su madre quemarse y escuchaba sus gritos que le desgarraban el alma. No podía moverse, sus piernas no le respondían, sus manos temblaban y las lágrimas solo se acomulaban.
Las llamas de la hoguera calentaban el rostro del niño, el fuego se reflejaba en sus ojos, no dejaba de ver el fuego la consumía por completo, el terror lo invadió por completo cuando vió cómo la piel de su madre se desgarraba por el calor.
Despierta. se incorpora con rapidez empapado de sudor,su corazón latía tan fuerte que sentía que iba a salirse del pecho su respiración era acelerada y las lágrimas no dejaban de brotar deslizándose por sus mejillas, aquel cruel recuerdo disfrazado de un sueño lo afectó más de lo que podía sentir.
Se secó las lágrimas con el dorso de la mano; se sentó en la orilla de la cama y soltó un suspiro «Dormir se ha vuelto un infierno» Pensó para sí mismo antes de levantarse.
—Solo quiero acabar con todo esto… quiero salir de este maldito lugar.—murmuró mientras salía de su habitación.
Se dirigió al comedor su padre adoptivo —Oliver— ya estaba ahí leyendo un pergamino, el semblante de Oliver era serio mientras leía pero en su mirada se escondía una pequeña inseguridad.
Jack sin prestar atención y sin decir palabra alguna se acercó a la silla del extremo, se apoyó con una mano en la mesa para estabilizarse y se sentó lentamente, miró con frialdad la sopa y el pan que se encontraba frente a él.
Oliver dejó de lado el pergamino y miró a Jack con preocupación mal disimulada, se aclaró la garganta antes de hablar.
—No… ¿No dormiste bien?— preguntó Oliver con cautela apoyando los codos en la mesa tratando de averiguar qué es lo que tenía su hijo.
—Por supuesto que no… sabes que no he dormido bien en años.— Respondió Jack con molestia, sin mirarlo a los ojos.
—Bueno, podrías haber hecho guardia en el palacio.— frunció levemente el ceño y bufo tratando de tranquilizarse —si tan solo no hubieras fracasado en las pruebas para ser un caballero…
Jack puso los ojos en blanco
—Ya tengo suficiente con que me lo recuerden todos, todos los días…— Mira de reojo el pergamino que su padre dejó a un lado —Dejame adivinar, vas a volver a irte, ¿No?
Su mandíbula se apretó un poco, miró el pergamino antes de volver a mirar a Jack.
—Si, ¿por qué preguntas?— Sonríe con arrogancia —¿Te preocupas por mi-
—Ojala nunca regreses.— Lo interrumpió Jack con una mirada vacía —¿Porque debería preocuparme por ti? Ni siquiera eres mi padre.
Murmuró mientras se levantaba de la silla para después salir, dejando a Oliver en un silencio ensordecedor.