Archivo. Inicia reproducción en tres, dos, uno…
La voz de Marcos se empieza a escuchar:
—Lunes cuatro de septiembre del año dos mil dos, son las once de la mañana. Ésto es un registro que la familia Martínez nos permite realizar para investigar una posible posesión de la hija mayor que se encuentra en estos momentos en su habitación. Nosotros ahora estamos en la cocina y en breve nos vamos a acercar para conocerla—
La voz temblorosa de Gloria pregunta:
—¿Son importantes todas estas cosas?—
Marcos le responde:
—Cada herramienta que tenemos sirve en estos casos. Los gestos se analizan con precisión científica a través de esta máquina para identificar si está o no poseída, si analiza algo fuera de lo común ya sea levitación o voces imposibles de emitir una mujer o un niño, nos avisará con el color rojo, lo contrario será con el verde—
Gloria le explica:
—Sólo les pido por favor que tengan cuidado, últimamente se portó de manera muy violenta y rompió todo lo que estaba a su alrededor. Una es, también, la dirección en la que decide apuntar la grabadora, la otra vez intenté grabar su voz apuntando hacia ella mostrándole lo que estaba haciendo y se volvió loca, sus ojos se volvieron blancos de la nada, no quería que la grabara—
Damián, el ayudante de Marcos le responde:
—No se preocupe señora, somos especialistas en este tema, conocemos bien lo que nos menciona, lo que le pido yo es que intente no entrar mientras estamos allí, le recomiendo rezar el padre nuestro con un rosario en la mano.
Gloria responde:
—Lo voy a hacer, gracias—
Marcos habla a la radiograbadora:
—Es momento de entrar, el olor a tan sólo dos metros de la puerta ya se empieza a sentir como carne podrida. Esto huele mal. Muy mal.—
Se escuchan pisadas, luego un picaporte se abre, al abrirse rechina despacio la puerta, en ese momento la voz ronca de una mujer enojada se escucha:
—¡¿Quiénes son ustedes?! ¡¿Qué hacen acá?!—
Marcos suena sorprendido. Su máquina con precisión científica emite desde que abrió la puerta un sonido de alerta:
—¡Dios! ¿Qué mierda es eso?—
La mujer grita con una fuerza increíble que rompe los vidrios más cercanos. Marcos suena agitado mientras cierra la puerta fuerte. La voz de Gloria suena desde lejos rezando el padre nuestro con miedo. Desde el otro lado de la puerta suena el grito de ayuda de Damián que no logró salir.
—No puede ser posible— Se expresa Marcos, agitado. Suena que la radiograbadora se cae al suelo. Se escucha cómo se aleja corriendo. La puerta se cierra con un golpe seco.
Gloria grita desde la cocina:
—¡Señor Marcos! ¿¡Adónde va!?—
Él responde con la voz cortada:
—¡No... no es normal, señora! ¡Eso no es humano! ¡No puedo con esto, disculpe!—
Suenan pasos rápidos, desesperados. Algo se cae, tal vez su mochila.
—¡Prometió ayudarnos! —le grita Gloria, desesperada.
—¡Eso... eso no es una posesión! ¡Eso es otra cosa! ¡Perdóneme, por favor...!—
Y luego, silencio. Sólo el llanto de Gloria y la oración entrecortada de su rosario.
De pronto suena a una mujer joven:
—¿Mami? Quiénes eran esos tipos—
Gloria suena asustada:
—Nadie hija, ya se iban—
La joven se enoja:
—No me mientas mami, parecía que querían hacerme daño—
Gloria trata de calmarla:
—No hija, sólo querían ayudarnos—
La joven se confunde:
—¿Ayudar? Pero si no necesitamos ninguna ayuda—
Gloria llora:
—Tenés razón hija, perdoname, va a ser la última vez que pase eso—
La joven intenta tranquilizarla:
—Bueno mami, no te preocupes, a uno de los que logré alcanzar yace ya en el infierno, muy pronto vamos a acompañarlo—
A Gloria le tiembla la voz:
—Está bien hija, está bien…—
La joven pregunta:
—¿Querés que te prepare un café?—
Gloria respira hondo y responde como puede:
—Sí hija… sí—
Suenan los pasos de la joven que se acerca y pregunta:
—¿Qué es esto mami?—
Gloria tartamudeando responde:
—No sé hija, no debe ser importante, era de los señores que vinieron—