Capítulo 11

Jamás perdonaría a su padre por tal traición al reino. Lyre Hart ya se encontraba en el lugar que le correspondía y estrictamente como debía.

Desde el preciso instante en que supo la verdad no dudó en acudir a los grandes ministros económicos de Babhur para acusar y contar con detalles la traición despiadada de su padre. Había acogido a un hijo de los hechiceros, le había criado como suyo otorgándole una falsa identidad además del prestigioso apellido Hart y había permitido que anduviese con total libertad exponiendo a que los secretos del castillo de Babhur fueran revelados a sus enemigos. «¿Cómo podía haber sido tan ingenuo?» pensaba Wheeler. La verdad estuvo siempre frente a sus ojos y nunca pudo darse cuenta. Bebió el resto del contenido de su copa de vino. «Todas esas humillaciones y comparaciones frente a nada más ni nada menos que un hechicero. Que además Lyre pronunciaba que era su hermano». Los cristales se hicieron añicos al estallar la copa sobre la pared.

Caminó con dirección al calabozo. Se había vuelto costumbre atormentar a su padre con interrogantes. No podía comprender cómo el gran rey tuvo la osadía de traicionar Babhur todos estos años. «Y creían que era el mejor rey... ¡No eran más que unos débiles e inocentes! Ahora más que nunca sé que no debo confiar en nadie». Las celdas estaban vacías a excepción de una pero pronto se llenarían de traidores. Los días estaban contados para que fuera el próximo y legítimo gobernante de Babhur y cuando lo fuera, muchos caerían. Los guardias no se encontraban en ese momento. Seguramente estaban cumpliendo obligaciones mucho más importantes que ver a un viejo agonizando. Recogió un plato con alimento y se acercó al final hacia la última de todas las celdas que tenía una ventana con vista a los jardines. Wheeler había escogido precisamente esa celda para torturar a su padre con la ventana. La libertad que nunca más podría tener. El olor a humedad le desagradó como cada vez que bajaba a los calabozos. Debería de a poco acostumbrarse. ¿Quién sabe cuántos traidores más debería albergar allí? Por un escaso momento pensó en Nelson Barnes. Mientras caminaba oía el chillido de las ratas y vio particularmente a una demasiado interesada en el plato que cargaba.

—Toma —dijo depositando el plato en el suelo. Lo empujó y fue a parar cerca de su padre.

Vio al rey. Lyre estaba sentado al final en el suelo, su espalda recargada contra el frío mural de la celda y se cubría con una manta que apenas alcanzaba a cubrir sus piernas. La rata se aproximó y comenzó a satisfacer su apetito comiendo del plato.

—¿No piensas comer? —preguntó con burla—. No voy a traer otro plato hasta mañana.

—¿Por qué no me matas de una buena vez?

—¿Crees que no te hubiera hecho desaparecer ya? Pero eso sólo dañaría y bajaría mi reputación. Además de que quiero a mis soldados sin culpa ni remordimientos. ¿Puedes creer que algunos todavía te aprecian?

Wheeler sonrió y se agachó para ver a su padre más de cerca.

—Quiero ser un buen rey después de todo.

—Nunca lo serás.

—Y todavía no hemos hablado de mis planes —dijo ignorándolo y poniéndose de pie—. Daré caza a todos los hechiceros y también me encargaré exclusivamente... de Sullivan.

—¡Él, no! ¡Tortúrame a mí!

Wheeler emitió una carcajada.

—Veremos... veremos... —contestó triunfante—. Parece que la rata tiene más prisa que tú —añadió con malicia alejándose.

Sonrió de satisfacción cuando oyó cómo su padre alejaba la rata y seguramente comenzaba a comer los restos. Se lo merecía y tenía pensado para él otros castigos que involucraban mucha agua fría.

—¡Excelente, Sullivan! Es exactamente, así como debes sostener la pluma —felicitó Demelza—. Linda letra. ¿Qué es lo que intentas escribir?

—''Mamá te quiero''.

No sólo los labios de Demelza se curvaron en una encantadora sonrisa sino también sus ojos que adquirieron un brillo especial. Abrazó a su hijo y le proporcionó un beso en la frente.

—¿Cómo vamos por aquí? —le preguntó luego a Wheeler.

Tanto Wheeler como Sullivan estaban jugando y aprendiendo a escribir.

—Quiero escribir así. Como él —señaló chillón, cruzándose de brazos.

—Wheeler... —Demelza sonrió—. ¿No quieres que pintemos juntos?

—Bueno. Pero después, ¿me enseñarás a escribir?

—Por supuesto, cariño.

Estaban entretenidos hasta que Lyre apareció. Conversó algo con Demelza y se llevó a Wheeler al campo de entrenamiento. Así comenzarían sus prácticas a tan temprana edad y con ello vendrían golpes, moretones y raspaduras. Mucho sufrimiento a comparación de su hermano que no hacía más que disfrutar de lecturas de libros, jugos frutales y mayor tiempo con su madre.

«¡Mi madre!» recordó Wheeler con resentimiento en el despacho. Sullivan no sólo fue un estorbo en su vida sino algo más. Siempre tenía que estar un poco más adelantado que él. Ser más inteligente y astuto. Tener más conocimientos y humillarlo. Superándolo en todas las actividades. Ganándose el afecto de todos. ¿Qué podían ver en él de especial? Estaba completamente seguro de que Lyre lo quería más a él. Todavía recuerda el temor en los ojos de su padre cuando anunció el destino que tenía preparado para él.

«No debes confiar en nadie» intentó grabarse el mensaje en su mente. Ni siquiera los más fieles de sus criados podían resistirse al sucio dinero. Por unas cuantas monedas de oro traicionaron a su padre y soltaron toda la información que Wheeler necesitaba. De esa manera sabe toda la verdad y que Sullivan anda libre por ahí.

Daría caza a Sullivan. Nadie le quitaría el más grande honor de eliminar con sus propias manos al traidor que cobijó su padre, que le quitó el constante cariño de Demelza y Rosely, y que, además, era un hechicero.

*****

Una mañana nueva se presentaba y para muchos, a pesar de la traición que cometió, era una fatídica noticia. El rey había muerto. A pesar de dicha traición fueron muchos los vehículos de transporte que llevaron a mandatarios y conocidos del rey a su entierro. Muchos lamentaron la pérdida, así como las malas acciones cometidas, ya que después de todo, fue un gran rey.