El Último Hechicero

Capítulo 19

Estaba acostado cómodamente en su habitación reflexionando. Llevaba semanas viviendo con los de su propia clase y se había acostumbrado. Durante ese tiempo, a pesar de haber hablado mucho con don Bell, aún no se concientizaba que era su propio padre, sin embargo, sí había asimilado muy rápido que Cleantha era su hermana. Quizá sólo necesitara un poco más de tiempo.

Desde que estuvo en el salón, las reuniones se volvieron más frecuentes y comprendió que esa era su base de operaciones. Confió en el clan y en la verdad que le contaron y, a pesar de todo, no eran tan malos como creía.

Más tarde, una reunión se llevaba a cabo. Don Bell adquiría mucha determinación a la hora de dirigir a su clan. Comprendía por qué era el líder, ya que tenía una gran capacidad de convencimiento y establecía cada orden con rectitud y demasiada exigencia. No podía mantenerse quieto ni evitar tocarse la cara o la barba cuando pensaba mucho en algo.

—Tenemos que prepararnos lo más pronto posible. Me temo que la guerra es inevitable —dijo don Bell cruzándose de brazos.

—La armería de Wellson está lista como siempre, señor —intervino Fredic.

—Bien —contestó Don Bell rascándose la barba—. Hay que desterrar a Wheeler, el actual rey de Babhur.

—¿Pretenden asesinarle? —preguntó Sullivan.

—¿Qué crees que haría si te encontrara? Acaso no mandó a sus amigos para acabar contigo —respondió don Bell paseándose nuevamente por el salón—. No tendría compasión de ti ni de ninguno de nosotros. Tú mismo lo dijiste. Odia a los hechiceros.

Sullivan se encogió en su asiento sintiéndose completamente inmerso en dudas. Era cierto que le desagradaba de gran manera. Además, intentó asesinarlo y eso no se lo perdonaba, pero por alguna razón, no quería que le arrebatasen la vida. Miró de reojo a Nara. Sentada a dos asientos lejos de él parecía no lucir expresión alguna en su rostro. ¿Tan fácil era olvidar que fue la novia del hijo del rey? ¿Acaso eso también formó parte de una estrategia?

—Sullivan... asesinaron a Wilty. No dejemos que su muerte sea en vano —prosiguió don Bell.

Sullivan agachó la cabeza. Aún le costaba asimilar el desenlace que tuvo esa disputa en el bosque. Él le salvó la vida. Tal vez pudiera hacer algo al respecto.

—Nuestro plan es el siguiente...

Levantó su mirada y escuchó atentamente a don Bell. En muchas ocasiones asintió y realizó preguntas. Sus objetivos no eran tan malos como los esperaba. En realidad, don Bell quería para su clan libertad y justicia. Querían dejar de ocultarse y reclamar todas las tierras de Dock Ward que les pertenecen. Ahora comprendía la rivalidad que tenía con su padre. Lyre Hart garantizó un buen balance económico para el reino, así como todos sus antecesores, apartando a los hechiceros. Ellos no eran satánicos como todo el mundo le había hecho creer y confiaba en su instinto en que no se equivocaba si les ayudaba a cumplir sus propósitos.

Mucho más tarde, se dirigió a la habitación en la que Cleantha solía pasar su tiempo. Se la encontró de espaldas y, cuando ingresó al interior, un olor en particular le hizo estornudar. Una gran vela iluminaba lo que parecían ser rollos y rollos de documentos.

—¿Qué estás construyendo ahora, Cleantha? —preguntó situándose a su lado.

—Sólo he estado pensando inventar más cosas, pero no se me ocurre nada todavía —dijo cerrando el pergamino—. Tengo unos planos guardados y llenos de polvo.

—¿No descansas nunca?

—Nunca.

—Hermana, a ti parece que te gustan los artefactos más que nada en el mundo —afirmó Sullivan sin ser consciente de lo que dijo.

Una expresión de asombro se asomó a su rostro y se le humedecieron los ojos. Sullivan la miró y se percató de lo que había dicho. La había llamado ''hermana'' de la forma más natural que le fue posible, porque así lo sentía. Abrió los brazos y ella fue a su encuentro.

—¡Cleantha! —pronunció Nara buscándola y los encontró abrazados.

Sullivan oyó sus pasos alejarse y apenas distinguió que Nara había abandonado la habitación, pero su hermana pudo ver el atisbo de algo en su comportamiento. Estaba segura que por la razón que fuese, no le gustó lo que vio y por eso se marchó precipitadamente. Si tan sólo era el simple abrazo de dos hermanos.

*****

Cleantha se hallaba en el comedor. Siempre solía beber un té antes de irse a dormir y además allí se encontraba con Nara, con quien lo compartía y, que, por alguna razón, estaba tardando más de la cuenta. Puso el recipiente con agua sobre el fuego y vio una sombra. No pudo evitar sonreír y negar con la cabeza.

—¿Qué pasa, Nara? Sé que estás por allí...

—No sé cómo me descubres siempre —la escuchó susurrar.

—Serás la mejor espía, pero no eres tan intuitiva —dijo mientras colocaba las tazas—. ¿Qué te pasa? —preguntó notando su silencio.

—Nada —respondió con sequedad sentándose.

—¿Acaso estás molesta?

—¿Yo? —dijo apretando la taza con fuerza.

Cleantha resopló. Su amiga se aferraba a la taza y evitaba su mirada.

—Estás celosa.

—¿Qué?

—Nara Maya Hayhurst está celosa de mí... Quién lo diría. Y sé cuál es la causa, mejor dicho, el responsable —añadió con una sonrisa.

—No te atreverías...

—¡Mi hermano! —exclamó riendo.

—Calla —le tapó la boca—. Puede oír alguien.

—¿Es verdad? —preguntó boquiabierta.

—¡No! —respondió enfurruñada removiéndose en su asiento.

—No puedo creerlo. Es verdad —se dio cuenta al ver a su amiga suspirar.

—No te burles.

—Lo que no entiendo es el por qué te has puesto así.

—No lo sé. Los vi tan unidos, tan amigos y tan felices. Se lleva bien prácticamente con todos y yo... yo... —titubeó pasándose la mano por la frente—. Ni siquiera me he acercado a él.

—Uy, el amor te golpeó duro esta vez.

—¡Cleantha, por favor! —le llamó la atención y suspiró indignada—. Esto nunca me pasó antes. Sólo me gusta, ¿sí?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.