El Último Héroe

Cap. 12: Boda

Birsha estaba perdiendo su autocontrol.

-¡Mi Birsha! ¡¿Estás bien?! Estás sudando mucho… ¿Qué hago? ¿Busco un doctor o llamo al demonio?

Su amada y hermosa Brunhild estaba frente a él y la deseaba con locura.

“¡NO! ¡Aún no estamos casados!”

Con ese pensamiento mantuvo algo de cordura en él.

-¿Serías… mi… esposa?

-¡¡Sí~!! ¡En mi corazón, tú ya eres mi esposo!

Birsha no era el único excitado en la habitación. Los instintos salvajes de Brunhild estaban exaltados y eufóricos por la reciente adrenalina de la matanza y el dulce aroma que despedía su apuesto Birsha.

Esta no era la boda que Birsha deseaba, no pidieron permiso a su madre, ni estaban frente a un altar y tampoco vestían sus mejores ropas. Pero, lo correcto es una boda antes de la pasión.

-Dios… está en todas partes, incluso en esta habitación. Porque él es omnipresente.

Brunhild asentía sin comprender, pero escuchaba atentamente cada palabra que salía de los húmedos labios de su amado Birsha.

-Con el Señor como mi testigo; yo, Birsha, te tomó a ti, Brunhild, como mi esposa. Para… amarte toda mi vida. Respetarte… y cuidarte… en la salud y en la enfermedad. ¿Aceptas?

Birsha logró decir sus votos aun si el aliento le faltaba.

-¡Sí! ¡Yo, Brunhild, quiero ser la esposa de Birsha! ¡Te amaré toda la vida! ¡No! ¡Te amaré incluso muerta! ¡Por toda eternidad! ¡En lo bueno y en lo malo! ¡Te amaré con locura! ¡¿Me aceptas?!

Y con un beso sellaron sus votos bajo la mirada de Dios.

Esa noche, las sirvientas vieron con espanto como el par de amantes consumaron su matrimonio en la misma habitación que estaba empalado el cadáver de la Condesa. Pero lo más aterrador, era ver como aquella hermosa mujer disfrutaba ser tomada por esa bestia con escamas negras. Y cuando esos macabros ojos dorados las miraron algunas sirvientas se desmayaron hasta la muerte.

-Birsha~. Mírame solo a mí… tu esposa.

Cuando el sol salió, esposo y esposa, emprendieron su viaje.

-¿Mayordomo?~ No recuerdo a ningún viejo. Estaba tan apurada que no vi a quienes maté. Pero si no lo viste entre los cadáveres, seguro que se escapó.

La despreocupada Brunhild estaba más concentrada en apreciar el anillo de oro que Birsha le regaló. Lo tenía colgando de un collar para no romperlo durante una pelea.

Ese reluciente anillo de oro con un rubí era el símbolo de su amor y una prueba de que ya era una mujer casada.

“Los libros quizás no sean tan malo como creí~.”

Brunhild estaba realmente complacida de tener algo que demostrara que estaba unida a su amado Birsha para siempre.

-¿Perseguimos a los que se escaparon? ¡Los atraparé para ti!

Su esposa lo decía con confianza, porque era una rastreadora experta.

Los que huyeron ya llevaban horas de ventaja, y partieron para diferentes direcciones, sería una pérdida de tiempo desde el punto de vista de Birsha.

-¿Mataste a todos en la ciudad pesquera?

-Lo intenté~. Pero estaba apurada, algunas ratas sobrevivieron. Hubieses visto como huían~. Es culpa de ellos, comenzaron a llamarme “Bruja” y no pude parar. Me divertí muchísimo~.

Los sobrevivientes de la ciudad pesquera esparcirían el rumor de una bruja con ojos negros y los sobrevivientes de la fortaleza informarían directamente a otros nobles los sucesos de esa noche. Y los Cazadores de brujas también eran testigos a tener en cuenta.

-¿Por qué tan serio~? Esposo.

Qué lindo sonaba decirlo.

“Esposo~”

Las preocupaciones de Birsha parecían no opacar la alegría de Brunhild. No, lo más seguro es que ella ni siquiera pensara en ello. Su amada Brunhild era una mujer de mentalidad simple que todo lo soluciona con golpes.

-No es importante. Esposa, ¿qué quieres hacer ahora?

-¡Quiero un largo viaje junto a mi esposo!

Brunhild quería viajar; y, en este punto, ya era imposible escapar de toda la atención que sus acciones traerían. Birsha decidió que, en ese caso, estaría bien enloquecer un poco.

-Tengo una idea.

Una manera segura de causar caos en el reino.

Con malicia susurró en el oído de su esposa.

-Oh~. ¡Me gusta! ¡Mi esposo es travieso~!

Fue así como ambos comenzaron sus matanzas por todo el reino de Gudbrand.

Asesinaron a todo aquel se metiera en su camino, ya sean bandidos, Cazadores de Brujas o nobles.

Cada vez que un noble los perseguía, ellos lo mataban de las maneras más brutales posibles. Brunhild se encargaba de borrar a todo enemigo hasta las cenizas y Birsha llenaba sus bolsas con oro; porque viajar y complacer a su esposa no era nada barato.

Y cuando mataban a un noble gritaban a todo pulmón el nombre de otro noble rival para que todos los sobrevivientes lo oyesen. De esa manera los rumores de que eran asesinos contratados por otro noble se esparcieron. Las riñas internas entre la nobleza y la realeza pronto sacudieron todo el reino. Los descendientes de Sigurd comenzaron a desconfiar con mayor fuerza unos de otros.




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