Birsha dijo que era posible romper la Maldición del Dragón Nox.
La frustrada Brunhild no lograba encontrar la manera de eliminar la maldición dentro de su cabeza. Pensar nunca había sido lo suyo. Pero si Birsha dice que esa es la solución, entonces debe de hacer una manera de lograrlo.
-Es fácil, Brunhild. Debemos darle un eterno descanso al cadáver de Nox. Pedirle que nos perdone y regresarlo con Dios. Quizás no logremos eliminar la sangre de dragón de nuestros cuerpos, pero romperemos la Barrera Mágica y seremos libres de abandonar este reino.
Brunhild ni por un momento pensó en esa solución. ¿Pedir perdón? ¿Por qué? Ella no hizo nada malo contra Nox.
-¿Crees que el dragón muerto y Dios nos perdonen?
-Los libros de Teología dicen que Dios es un ser todopoderoso que ama su creación. Y enseña que los pecados pueden expiarse. Debemos entregarle una ofrenda para mostrarle nuestra sinceridad.
Esa parte si lo entendía Brunhild.
-¡¿Qué le damos?! ¡Hay que reunir una gran montaña de oro!
Su amada esposa era muy adorable.
-Dios no es materialista, jajaja.
-Oh~ que aburrido.
-Todo lo contrario. Dios… acepta sacrificios.
La sangre de Brunhild estaba hirviendo tras escuchar las palabras de Birsha.
-Haremos una montaña con los cadáveres de los descendientes del Héroe Sigurd, aquellos malditos herejes que fueron bautizados con la sangre y carne del Dragón Nox. Ellos serán nuestras ofrendas ante Nox y Dios.
Ese era el abrupto final que Dios planeó para este reino de locura.
La maliciosa risa de ambos amantes se escuchó por todos los pasillos ensangrentados del castillo.
Birsha había estudiado y meditado mucho en la manera de romper la Maldición del Dragón desde que descubrió su papel como Héroe. Y esta era la solución a la que había llegado tras tantas noches de desvelos ideando una manera de nunca complacer los deseos de Dios.
Aún si no le gustase, él, un descendiente maldito de Sigurd, era el único que podría romper este ciclo de maldad. Y por eso, Dios lo eligió como un Héroe.
Un descendiente del maldito hereje Sigurd debía romper la maldición arrepintiéndose por los pecados de sus ancestros. Tomar venganza por la injusticia del dragón y devolver la sangre que fue quitada. Alguien debía darle a Nox descanso y devolverlo a Dios.
Ese era el deseo del Señor.
-¡POR NOX! ¡POR DIOS!
Gritaba Brunhild mientras arrancaba el corazón de un Vizconde y luego hacía arder su cadáver hasta las cenizas.
-Veo que ya encontraron su destino.
-Maestro, ¿qué te trae?
-Curiosidad. Hace mucho que no me llaman~.
El demonio y Birsha se quedaron embelesados con la ardiente alegría de Brunhild. Ella no paraba de reír mientras bailaba en una montaña de cadáveres. Era una amante de la guerra y no cabía duda al respecto.
-Nació para esto… Una estrella fugaz como ella se opacaría en el exterior.
-¿A qué te refieres? Maestro.
El demonio miró preocupado a Birsha, sus ojos dorados estaban algo descolocados.
-Discípulo~. Recuerda, te lo dije, hace mucho que afuera no hay guerras. Desde que el Gran Emperador fue coronado, la paz ha reinado. Va a ser un lugar muy aburrido para tu hermana.
-Jajaja, entonces yo provocaré guerras solo para ella. Y ya no es mi hermana. Ahora, es mi esposa.
El último Héroe de este mundo sí que estaba loco.
-Maestro, acepto mi destino. Seré la herramienta de Dios y acabaré con esta maldición. Pero quiero saber… ¿puedo después ser libre de elegir mi destino? Aún si eso no le gusta a Dios.
-Querido Birsha~, el Señor nunca da tareas más grandes de las que somos capaces de hacer. Ni tampoco nos obliga a realizarlas. Pero siempre premia nuestros esfuerzos. Ya lo verás a su debido tiempo.
-Bien. Maestro, dame libros, los necesito.
Y su urgencia se le notaba en la cara. Era como un adicto en abstinencia.
-¿Hace cuánto que no lees un libro?
-Desde que me casé. Unos 5 meses, 2 semanas y 3 días.
-¡Birsha! ¡Idiota! ¡Debiste llamarme enseguida!
El demonio se arrepintió de haberse alejado para darles su espacio. Él no quería influenciar en las futuras decisiones de su discípulo; y, por eso, venía en secreto una vez cada año para verlos, pero al parecer eso no era suficiente para cuidarlos.
Refunfuñando sacó pilas y pilas de libros.
-¡Estudia!
-¡Gracias, maestro!
Volver a sentir el papel entre sus dedos y olor de la tinta era un placer para sus sentidos. Birsha leyó su primer libro con mucha avidez.
El demonio se le quedó mirando hasta que sus frenéticos ojos dorados se calmaron.
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Editado: 23.05.2025