Brunhild era ahora una Santa.
Los ojos de Brunhild siguieron siendo negros, eso nunca cambió. Los cambios que sufrió fue el aumento de su maná, es decir, la energía mágica dentro de su cuerpo; lo cual provocó que su magia de fuego fuese más poderosa. Además, ahora era capaz de memorizar las plegarias de purificación que Birsha le enseñaba.
Uno creería que su racionalidad volvería gracias a la bendición divina que recibió tras convertirse en Santa, lamentablemente fue todo lo contrario. Cegada por su nuevo gran poder, arrasó con sus enemigos con más ímpetu y violencia.
Brunhild era una Santa loca.
Más que una Santa, parecía un loco perro de pelea destrozando a sus rivales sin piedad.
Ella realmente estaba disfrutando su nuevo poder.
-¡Birsha! ¡Mira! ¡Logré vencer a un Duque de 10 golpes! ¡Me he hecho más poderosa! ¡Gracias, Dios! ¡Ahora sufran bajo mi fuego sagrado! ¡Jajajaja!
Reía emocionada con un cadáver en sus manos.
Sí, ella era feliz.
“Que ella sea feliz es todo lo que importa.”
Mirando la adorable alegría de su esposa, Birsha decidió que era ya hora de dejar de preocuparse tanto por los planes del Señor. Brunhild ya era una Santa, y era algo que no podía cambiar. Aunque le preocupaba no tener información sobre las Santas, ¿qué destino o rol es el que ellas cumplen? No saberlo lo ponía ansioso.
-Bravo, amor. No olvides recolectar su corazón, esa será nuestra ofrenda.
-¡Sí! ¡Está chamuscado, pero lo tengo! A Nox le va a gustar~.
El plan que tenían en mente era recolectar todos los corazones de los descendientes de Sigurd, luego ir al Templo del Dios Sigurd y entregar los corazones como ofrenda al cadáver de Nox. No sabían si funcionaría, pero ese era el plan. Pedirían perdón el tiempo que sea necesario hasta que la ira del dragón se apacigüe y disuelva la barrera mágica.
Y si eso no funcionaba, ya pensarían en un nuevo plan.
-¡Esposo~! ¡Veo soldados viniendo desde el camino principal!
Brunhild los podía ver perfectamente desde lo alto del techo destruido. La mansión del fallecido Duque había quedado en muy mal estado tras la batalla. Brunhild y Birsha se habían infiltrado en esta mansión desde temprano en la mañana; Brunhild se encargó de matar al desprevenido Duque, mientras que Birsha mató a los hijos del Duque con su magia de hielo. A él le gusta ser rápido y limpio al matar, a diferencia de su violenta esposa. Ambos amantes vieron a un gran ejercito llegar y rodear la mansión que habían tomado.
-¿Quiénes serán? Huele a que hay 2 presas buenas entre tanta carne de cañón.
El olfato de Brunhild era preciso, nunca fallaba. Si ella decía que había 2 descendientes de Sigurd presentes, entonces así era.
-Por los escudos, ese es el Duque del maíz y el Marqués de las minas.
Birsha lo explicó de una manera sencilla para que esposa lo comprendiera. No era necesario decir sus nombres, porque después de hoy serían hombres muertos.
-¡Quiero al Duque!
-Todo tuyo, esposa. Oh… ¿Debería ponerme celoso porque mi esposa quiere a otro hombre?
-¡No es ese tipo de “querer”! ¡Oh~! Mi esposo es malo~.
Ella era tan adorable a los ojos de Birsha.
-Perdón, perdón. Solo juego, estoy un poco molesto.
-¿Molesto? ¿Por qué?
-Estos tipos han venido por nosotros. Lo cual nos aumentan el trabajo. Aún no hemos matado a las hijas del Duque de esta mansión, debemos atraparlas antes de que escapen.
Debían erradicar a todo descendiente de Sigurd sin excepción.
-¡Yo me encargó de ellas! ¡Nunca dejaría solo a mi esposo con otras mujeres!
Ni una mujerzuela volvería a poner sus manos sobre su amado Birsha.
Con la nariz de Brunhild encontrarlas no tomaría mucho tiempo.
-Gracias, esposa. Te dejaré al Duque del maíz para ti.
-¡Ese es mi esposito querido~!
-Recuerda, son 2 hijas, pero si encuentras más, ya sabes que hacer. Confío en ti.
Le dijo a su esposa antes de darle un apasionado beso e irse a luchar.
-¡Déjamelo a mí~! Debo darme prisa~.
Rastrear y cazar a sus presas era un juego muy sencillo para Brunhild. Tenía confianza en que no se demoraría mucho en sacarlas de sus escondites y matarlas lo más rápido y brutal posible. Y por supuesto, no olvidaría recolectar sus corazones para Nox.
Y mientras Brunhild se divertía cazando a las hijas del fallecido Duque, Birsha sobrevolaba los muros de la mansión para pararse frente a las tropas enemigas.
-¡Es un Brujo! ¡Tengan cuidado!
Alarmaron los capitanes a sus soldados.
Era normal que tan enorme ejército tuviese miedo, porque todos ellos eran humanos normales sin habilidades para la magia. Después de todo, los usuarios de magia están atrapados por los descendientes de Sigurd.
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Editado: 23.05.2025