Birsha y Brunhild fueron a ver la tumba de su madre.
-Eso… ¿qué es? ¿Una casa?
Brunhild preguntó confundida por lo que veía.
En el claro donde habían enterrado a Bertha, ahora estaba levanta una construcción blanca.
Era un poco más alta que una casa, pero era apenas del tamaño de una habitación. Las paredes estaban hechas de mármol blanco y las decoraciones eran de plata y cristal. Al ser todo blanco, se mezclaba armoniosamente con el paisaje nevado.
Ambos entraron dentro de tan extraña construcción.
-Esposo… El techo es de cristal… que bonito.
A Brunhild le encantó los colores arcoíris que refractaban los prismas en la cúpula de cristal. Por otro lado, Birsha se quedó asombrado por el interior de la construcción.
“¡Mis libros están aquí!”
Todos sus amados libros estaban ordenados cuidadosamente dentro de anaqueles de cristal que sobresalían de las paredes. Hileras e hileras de sus libros cubrían totalmente las paredes blancas. Era como si sus libros fuesen parte de las paredes de esta magnífica construcción.
Birsha miró con más cuidado todo el lugar. Y por la forma que tenía, creía haber descubierto que era esta construcción. Ya había visto algo parecido en los libros.
-Parece… un Templo.
No había dudas.
Podrá ser pequeño, pero su grandeza sagrada se sentía en la piel.
Y la enorme ave de cristal volando con sus amplias alas extendidas era el ídolo de adoración de este sagrado templo.
“Esa ave… es…”
El Héroe se quedó absorto mirando la resplandeciente ave de cristal que representaba al Señor.
Por fin, estaba parado ante Dios.
-¡Oro! Birsha, mira. Aquí hay oro. ¿Nos lo llevamos?
La codicia de Brunhild lo sacó de tan sagrado encuentro.
-No robes nada. Ni rompas nada. Esto es un Templo, Dios se enojará.
Birsha se apresuró a detener a su esposa antes que cometa un sacrilegio en el Templo del Señor.
-Mira~. Tiene letras, ¿qué dice?
Había una placa de oro en el altar.
-En memoria de Bertha, amada madre y obstinada bruja. Eso es lo que dice.
Birsha ahora sabía quién había construido todo esto.
-Mi maestro hizo esto. Levantó este Templo para nuestra madre.
-¡Ese demonio! ¡¿Por qué?! ¡Él se comió a mamá!
-Preguntémosle. Maestro, ven, por favor.
Y como prometió, su maestro apareció al ser llamado.
-Así que volvieron… Ya era hora, que hijos más ingratos. Se van de casa por 2 años y no regresan ni para ver a su madre, que maldad~. Señor, estos niños no conocen el amor filial~.
-Yo traje flores.
Dijo Brunhild y dejó caer su raro ramo de flores sobre el altar. Al demonio esto no le gustó, pero no se quejó, porque sabía que Brunhild lo hizo con sinceridad.
-La próxima vez puedes traer velas, eso estaría mejor.
Murmuró entre dientes mientras pulía los candelabros de plata con un pañuelo. Él era un demonio muy perfeccionista debido a lo exigente que era su empleo en el Infierno. Llegar a ser “Director de Archivos Prohibidos” no es un cargo que cualquiera pueda tener; ni los más habilidosos o con nobles linajes lo pueden conseguir.
-Maestro, gracias. Tú construiste esto para mi madre.
-Solo estoy haciendo méritos. Construir un Templo para el Señor en medio de un reino maldito por un dragón es un logro. Aunque… no negaré que también lo hice por Bertha. Los cadáveres de las brujas son los mejores recipientes para los fantasmas. Ella merecía ser enterrada en Tierra Santa por el gran esfuerzo que hizo.
El demonio miró con orgullo al Héroe y la Santa.
-No tuvo la venerable gloria que se merecía. Dio a luz a un Héroe y educó como pudo a una Santa loca. Ahora ella está bajo la protección del Señor.
Con cuidado prendió las enormes velas en cada extremo del altar. Birsha no podía dejar de mirar los suaves movimientos de su maestro, nunca lo había visto tan humilde y embelesado mirando algo. Y el objeto de adoración de su maestro era el ave de cristal que volaba mirando hacia el cielo.
-Maestro, me enseñaste mucho sobre la fe y de diversas religiones, pero nunca me diste ni un solo libro que mencionara al Señor. ¿O lo hiciste y no me di cuenta?
-No te di escritos que hablen específicamente de él, pero sí lo conoces muy bien.
-No te entiendo, maestro.
Con una tierna sonrisa su maestro lo miró como cuando era un niño.
-El Señor no es un Dios de templos de piedra, en realidad, este Templo que construí no va con él. Porque sus Templos son invisibles y existen en cada ser racional y pensante. Vive en nuestra mente. Le oramos con cada pensamiento que creamos. Y nos bendice con cada nueva idea que nos ayuda a vivir. Él no desea que nos postremos a sus pies y agachemos la cabeza, lo que él en verdad desea es vernos volar más allá de la imaginación.
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Editado: 23.05.2025