El día de la fiesta había llegado.
Por la mañana, la ciudad estaba ruidosa por el gran festival que se hizo celebración al Aniversario del reino. Había música, actores ambulantes y puestos de comida por todas las calles; aunque no faltaron las peleas recurrentes propias de este reino de locos. Ver a alguien pelear por una razón absurda ya era algo muy normal de ver todos los días, y encontrar algún cadáver tirado en la calle tampoco arruinaba el ambiente festivo de los transeúntes. En este reino, uno puede morir solo por estornudar cerca de otra persona. Así de loco e iracundo era el reino de Gudbrand.
Al mediodía se celebró una gran misa en el Templo y más tarde los clérigos recorrieron las calles para orar por la bendición del Dios Sigurd. Fue tan desagradable de presenciar que Birsha y Brunhild se quedaron en el hotel para descansar. Necesitaban estar en óptimas condiciones para lo que vendría en la noche. Y aprovecharon ese tiempo en su habitación para prepararse para la ocasión, no podían ir a una fiesta organizada por el rey con harapos.
Todo en esa noche tenía que ser perfecto.
La Santa y el Héroe no eran los únicos esperando con ansias la noche. Los nobles del reino, todos descendientes de Sigurd, estaban disfrutando de los eventos festivos, aunque hubo algunos que se sentían nerviosos por la extraña invitación del rey.
-Nunca nos pidió traer a nuestros hijos, nietos y bisnietos.
-Yo tuve que traer hasta al inútil de mi familia.
-Sí~, que humillante. Yo traje a las bastardas de mi marido.
-Oh… pobre de ti. Deberías castrar de una vez a tu esposo.
-Si lo castro de nada me va a servir ese estúpido perro.
Charlaban ociosamente los nobles entre sí mientras tomaban el té de la tarde.
-¿Para que los querrá ver el rey?
-Quizás les de tierras. Ahora que muchos de los nuestros han muerto, mis nietos podrían tener su oportunidad. O nosotros podríamos tener esa oportunidad~.
-¡Me gusta cómo suena eso! ¡Yo quiero los campos de maíz!
La codicia ya se veía en sus caras. Serían capaces de matarse entre ellos para subir de rango social.
-O quizás quiere nuevas concubinas, no se hagan ilusiones.
-Yo le regalo a mis hijas si quiere.
-Mis nietas son más lindas~.
-La mía puede destrozar a las suyas.
-¡Eso ya lo veremos! ¡Tengamos un duelo a muerte! ¡Mis nietas contra la tuya!
-Mañana en la mañana.
Y como siempre, toda disputa acaba siendo resuelta con una pelea a muerte. Eran tramposos por naturaleza, así que los duelos nunca eran justos, lo más seguro es que intentarían dañar al otro competidor antes del duelo.
Lo que nadie imaginaba es que ya no habría un mañana.
Al atardecer, el castillo estaba repleto de elegantes nobles que vestían sus mejores joyas para estar glamurosos ante el rey. Uno a uno, los descendientes de Sigurd, iban llegando a la fiesta sin sospechar nada. Disfrutaron de las bebidas, la comida, la música, el baile y los chismes. Poco a poco el gran salón se estaba llenando con todos los descendientes malditos de Sigurd.
-¡Marquesa Ulka y Marqués Lars! ¡Y sus 2 hijos! ¡Eric e Ivar! ¡Y sus 3 nietos! ¡Y un bastardo!
Anunciaba el lacayo a cada invitado que entraba en el gran salón.
-¡Oye! ¡¿Qué presentación es esa?!
-Lo lamento, pero no tenemos registro de sus nombres.
Dijo el lacayo mientras mostraba la lista de invitados. La marquesa no aguantó escusas y lo mató en el acto. Sin perder tiempo, un nuevo lacayo tomó el lugar del fallecido y siguió anunciando a los invitados.
Al llegar la noche, todos los invitados de la lista estaban presentes.
-Su Majestad, ya son todos. Ninguno de la lista falta.
El rey sonrío satisfecho.
Y las puertas del castillo que estuvieron abiertas todo el día se cerraron.
Birsha y Brunhild miraron todo lo que ocurría dentro del gran salón de baile desde los jardines exteriores.
-Pensé que íbamos a entrar~. Me puse bonita para la ocasión.
-Entraremos, pero cuando sea el clímax de la fiesta. Espera y disfruta del espectáculo.
Escondidos, entre las ramas de un árbol, observaron con calma el transcurso de la fiesta. Birsha y Brunhild se habían infiltrado en los jardines del castillo para camuflar su olor con el fuerte aroma de las flores. No podían usar magia para esconderse o corrían el riesgo de ser descubiertos.
Los descendientes de Sigurd son sensibles a la magia debido a la sangre de dragón. Recordando la experiencia de Bertha, ella usó magia para hacerse invisible al ojo humano cuando escapó de los calabozos, pero fue descubierta fácilmente por la princesa Darcel. Usar magia para esconderse era inútil con los descendientes de Sigurd. Pensando en eso, Birsha ideó este plan para esconderse entre las abundantes flores del jardín en cuanto las puertas del castillo estuviesen cerradas.
-¿Qué crees que pase?
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Editado: 23.05.2025