El Último Héroe

Extra: El último Rey Demonio (Parte 1)

Estaba de camino al trabajo cuando fui invocado a este mundo.

Y lo primero que vi al llegar, fue un nefasto anuncio divino que me atrapó en este mundo.

“¡Felicidades! ¡Eres el 66° Rey Demonio! ¡Derrota al Héroe y conquista el mundo! Las recompensas se decidirán según tus esfuerzos.”

-¡¡NO PUEDE SER!!!

Terminé gritando frente a la Bruja que me había invocado y la culpable de mi desgracia.

Tuve la mala suerte de ser invocado en uno de los mundos del Dios de los Juegos. Este retorcido Dios tenía la costumbre de reconfigurar la lógica de sus mundos para que se adapten a diversos sistemas de juegos. En su mayoría, sus mundos siguen una lógica de videojuegos, específicamente: “Juego de roles”. Donde a las personas se les designa un rol de protagonista o secundario si cumplen algunas condiciones. Al igual que un juego, tienes que seguir con tu rol hasta lograr la victoria o tener una derrota aplastante.

Lo retorcido de estos mundos, es que todos los jugadores están obligados a jugar sin objeciones. Y una vez seleccionado como un “jugador” no puedes irte hasta terminar el juego.

¡Yo estaba atrapado en este mundo hasta que acabe este retorcido juego!

Los mortales lo tienen más fácil, ellos mueren y sus almas son libres para reencarnar. Pero los eternos no tenemos esa suerte, esto es ganar o desaparecer para siempre. No es sencillo que los mortales nos maten en condiciones normales; pero, debido a la maldita configuración del juego, jugamos con varias desventajas y limitaciones. Todo para que esto sea un “juego justo” contra los mortales.

¡No tiene nada de justo!

¡Muchos demonios han muerto debido a estos estúpidos juegos! Solo los desesperados demonios de bajo rango lo juegan para obtener los premios. Los cuales, tengo que admitir, si valen el esfuerzo. Lograr tener el título “Rey Demonio” te hace subir en la jerarquía social del Infierno y el premio del juego consiste en duplicar tu poder demoniaco o hasta triplicarlo. Con tales premios, siempre hay idiotas que quieren retar a su suerte y se unen para participar ya sea como “Rey Demonio” o “Subordinados del Rey Demonio”.

¡Pero yo no soy de esos! ¡Yo soy un ocupadísimo demonio que necesita regresar a trabajar!

Este maldito juego me atrapó como “Rey Demonio”, y todo porque una bruja me invocó usando mi nombre verdadero. ¡¿Y cómo mi nombre llegó a manos de esa bruja?!

Intenté interrogarla, pero la tonta apenas me entendía debido la Maldición de un Dragón.

A que horrible mundo había llegado.

No solo quedé atrapado en este mundo como el nuevo Rey Demonio, también acabé haciendo un Contrato con esa Bruja. Juró que intenté por todos los medios persuadirla, pero la estúpida no me escuchó y al final terminó vendiéndome su Alma.

Yo no como Almas~~.

Sí… en ese tiempo quería llorar con muchas ganas.

Tras dejar a la Bruja, exploré un poco más este mundo y no demoré en darme cuenta que estaba plagado de restos de antiguas Maldiciones y de Herejes.

Es lo normal en estos casos, estos mortales han matado Dragones y Brujas, ellos son los más rencorosos a la hora de lanzar Maldiciones. Además, debido a los altos niveles de energía mágica circulando por todo el mundo, gracias a los Dragones que habitaron este mundo, la población es propensa a desarrollar habilidades mágicas. Otro factor a tener en cuenta, es la intervención divina del Dios de los Juegos al alterar la lógica de este mundo con su ridículo “Juego de roles”.

Siendo objetivo, este “Juego de roles” no se diferencia en nada a una Maldición.

Los participantes estamos obligados a representar nuestros roles hasta la muerte.

Realmente he caído en un maldito mundo.

Según las condiciones del juego, fui elegido como Rey Demonio porque soy actualmente el demonio de mayor rango.

-¡Eres el nuevo Rey Demonio!

Cuando me reconocieron los “Subordinados del Rey Demonio”, acabé llegando a un enorme palacio y ante un supuesto “Gran Emperador”. Al parecer, todos mis antecesores fueron llevados a vivir a este palacio para que convivieran con los Héroes.

En ese momento, lo único que quería era encontrar al Héroe y evaluar que hacer a continuación.

Yo siempre he tenido una suerte… muy mala.

-¡¿Cómo qué no hay un Héroe?!

-El último acaba de morir el año pasado. Era un anciano muy temperamental.

Yo y mi maldita suerte.

-¿Y qué fue del último Rey Demonio?

-Ese... se suicidó tras la muerte del Héroe. Ambos eran muy cercanos.

-¡¡IDIOTA!!!

¡Es por esto que los mortales y los eternos no se juntan!

-Rey Demonio, el Gran Emperador manda que venga a verlo.

-¡Ningún mortal tiene derecho a mandarme! ¡Yo voy porque quiero!

Sin un Héroe, ahora mi objetivo sería el Gran Emperador del mundo. Él, quien es la figura de mayor autoridad del mundo, representa a la raza humana. Si lo mato, podría considerarse una victoria.




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