El “Humano” Más Poderoso.
Martes 13 de agosto de 2019 03:58 A.M.
CABAÑA DE TOTH
Tras dejar su cuerpo a Ziva, Toth se eleva hasta lo más alto del cielo, justo por debajo de las nubes. Sus ojos recorren el horizonte con intensidad, buscando alguna señal que le indique hacia dónde debe ir.
Entonces lo siente.
Incontables atrocidades lo persiguen desde todos los frentes, como una marea oscura que se cierne sobre él. También percibe una presencia familiar, venenosa, inconfundible… Bendalias. Está cerca. Demasiado cerca.
Sin perder tiempo, asciende aún más. Desde esa altura, divisa en la lejanía una esfera de luz que se desplaza lentamente sobre la cima de unas montañas nevadas. Su resplandor no parece natural: pulsa con un ritmo suave, como si lo llamara.
Sus ojos se entrecierran con determinación. Sin pensarlo dos veces, se lanza en esa dirección a toda velocidad. Su cuerpo astral atraviesa las corrientes del viento como un relámpago espectral, dejando tras de sí una estela de energía apenas visible.
PERLA DE MÁRGARA
Márgara permanece recostada boca arriba en un viejo sofá, justo enfrente de la pequeña gata dormida. Sus ojos, medio entrecerrados, se pierden en el techo rocoso de la caverna mientras su voz resuena con lentitud, como si relatara una historia olvidada por el tiempo.
—Toth es el último Lord y portador de las Dagas de la Creación… un ser que no había aparecido desde hace más de diez mil millones de años. En toda la historia de la magia, jamás se había registrado un portador con origen humano, ya que la magia de las dagas es la más poderosa, y el cuerpo humano, simplemente, no es lo suficientemente resistente para contenerla.
Suspira con pesar y continúa, sin saber si alguien la escucha realmente.
—Este poder descomunal proviene del hecho de que las dagas forman parte de la esencia misma de los elementos. Requieren un control absoluto de la energía que contienen. Si cayeran en manos equivocadas, él sería el único capaz de restablecer el equilibrio… no solo en este planeta, sino en toda la galaxia.
Hace una pausa. El silencio se prolonga unos segundos, como si recordara algo con pesar.
—Hace quince años, la daga Oceatón fue robada por Bendalias, un hechicero oscuro de inmenso poder. Se aprovechó de las circunstancias y se la llevó cuando nadie miraba.
Mira de reojo a Ziva, quien duerme profundamente, acurrucada sobre el abdomen de Toth. Una sonrisa suave se dibuja en el rostro arrugado de la anciana.
—¿Gatita…? —murmura, al notar que no recibe respuesta. Se gira con lentitud hacia ella, acomodándose mejor entre los cojines.
—Descansa, gatita. Las cosas se volverán un tanto difíciles de ahora en adelante.
Finalmente, cierra los ojos, dejando que el susurro de la energía mágica en la caverna la arrulle como un canto antiguo. Al acto, Ziva abre los suyos, los que brillan brevemente de color amarillo, para luego apagarse.
“La anciana repitió información que ya conozco… algo oculta, pero está protegida, “Verum” no sirvió”. Piensa mientras observa de reojo a Márgara.
05:32 A.M.
CORDILLERA DE LOS ANDES, AMÉRICA DEL SUR
Toth llega al lugar donde sospecha que podría encontrarse su magia. Al tocar tierra, sus ojos se fijan en una de las montañas más altas. En la cima, una grieta angosta emana débiles rastros de energía mágica. A medida que se aproxima, siente con claridad cómo una fuerza lo llama desde el interior, como si lo reclamara.
Pero justo antes de entrar, se detiene. Una presencia oscura se aproxima con rapidez, desdibujando el aire a su alrededor.
“Ese demonio está dando vueltas en círculos, pronto me encontrará.” Piensa Toth.
Sin perder tiempo, se interna por la grieta y avanza por una red de túneles húmedos y sombríos, guiado únicamente por esa sensación que lo arrastra hacia lo más profundo. Tras unos segundos de descenso acelerado, llega a una enorme caverna. En medio del lugar, aislada entre las sombras, se alza una sola estructura: una puerta blanca.
Toth se detiene un momento, desconcertado. —¿Una puerta? —murmura con incredulidad—. Es inmensa… y esos tallados… ¿Son míos?
Se aproxima flotando, casi rozando el suelo, y extiende la mano para tocar los grabados.
—Estas runas… las uso para ocultar objetos. Y estas otras, para ocultar magia. Aquí… aquí se combinan para potenciar ambas. Y estos… estos son sellos de una prisión rúnica. ¿Fui yo quien hizo esto? Pero… ¿Cuándo? No entiendo nada.
Frunce el ceño y cierra los ojos por un instante, intentando recordar, pero su mente permanece en blanco.
Retrocede unos pasos y alza la vista hacia las paredes de la caverna. En ellas brillan diminutos cristales incrustados en la roca, tan pequeños y numerosos que parecen enjambres de hormigas resplandecientes.
Rodea la puerta en busca de respuestas. No hay nada detrás. Solo la misma estructura, los mismos sellos y sigilos, replicados en su reverso como si el tiempo los hubiera calcado con precisión.
Cuando regresa al frente, algo comienza a manifestarse en lo alto de la puerta.
Toth alza la mirada.
—Esa esfera… —murmura, entrecerrando los ojos—. Es idéntica a la que se formó cuando perdí mis reservas de magia.
Dirige de nuevo la vista hacia la puerta. —Y esta estructura… contiene magia de una de las dagas en su interior.
Se rasca la cabeza mientras examina los grabados con atención. —Esto es confuso…
Extiende la mano derecha, con la palma abierta en dirección a la puerta. Cierra los ojos por un instante, concentrado. —También puedo sentir la presencia de los guerreros de Bendalias —añade con serenidad—. Y aunque no los estaba buscando directamente, esto… facilita mucho las cosas.
Cruza las piernas mientras continúa flotando frente a la puerta, bajando lentamente la mano. Su expresión se torna más seria.
—Creo que mi yo del pasado se tomó demasiadas molestias… Si hay magia de las dagas aquí, y mis sellos están tallados sobre esta puerta, eso solo puede significar una cosa: utilicé aquel hechizo prohibido.
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Editado: 21.06.2025