El último mago

Capítulo 14

Nunca sabes de dónde vendrá la traición, ni quién será aquél que se regocije de risa ante tu tumba, sólo sabes que pasará; que siempre pasa. 

Andry ya se encontraba descansado después del largo viaje que hicimos hasta Coney, mientras yo sólo me dispuse a admirar la grandiosa habitación, las paredes eran blancas con gris, dos camas ardonaban el centro de esta, a la izquierda se encontraban el baño con ducha y tina, y hacia la derecha daba el paso a una pequeña barra para bebidas, en el centro unas puertas de cristal daban pasó hasta el balcón. 

Salí por un momento y dejé que el viento se mezclara junto con la marea, y obtuve la serenidad que hace tiempo había perdido por los anteriores días. 

Allison... 

De seguro en este momento debe de odiarme, sin embargo ese miserable de Lian merecía eso y más. 

—¿A qué miras tan concentrado? —. La voz dulce de Andry me despertó del frenesí de pensamientos.

—Sólo admiro la playa—. Hice una pausa para forzar mi mejor sonrisa.—No veníamos a una desde secundaria, ¿cierto?—. 

Andry me conocía de principio a fin, era imposible ocultarle algo a esa peliroja, pero en sus ojos abarcaba esa compresión, así que supe de inmediato que no preguntaría al cerca del tema. 

—Sí, te desmayaste por pensar que la aleta de un delfín era de un tiburón—. Su risita soltó la presión del ambiente y no pude evitar reír también. 

—Con qué burlandote he—. 

La tomé de un tirón por la cintura, y la lleve en mi hombro dando vueltas mientras que Andry lloriquiaba entre risas.

 Esto era, sí sólo pudiera detener este momento, esta sensación.

La noche llegó de manera repentina, la habíamos pasado todo el día en las atracción del parque, Andry había vomitado unas 3 veces en la montaña rusa, mientras que yo me había desmayado otras 3. 

Era simplemente perfecto. 

Después de cenar y ver algunas películas, decidí explorar la playa, mientras que Andry veía "Noviembre sin ti" entre lágrimas, supe que era el mejor momento, casi todos los turistas se encontraban en el hotel, y casi se podía sentir la privacidad de algo sólo tuyo, qué el mar y la luz de la luna estaban ahí sólo por mí y para mí. 

Hasta que esa sensación la consumió el brillo que emergía del medio del agua. 

Su voz, esa voz que se escuchaba como melodía de piano. 

 

ahora estaba justo frente mí. 

 




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