El último mago

Capítulo 16

Mi corazón latía tan fuerte que temí que se detuviera de repente. 

¿era acaso todo esto real? 

No podía simplemente aceptarlo, todo esto era como sacado de una película de Hollywood, ¿Yo un príncipe? Jamás. 

Aun así, todavía sentía el pequeño desgarré cuando la vi desvanecerse. 

Regrese al hotel, lo único que necesitaba ahora era ver a Andry mientras tomaba una dosis de realidad y risas a su lado. 

Al llegar al cuarto sólo pude ver oscuridad, no se encontraba nadie salvo una pequeña nota de apuros sobre mi cama. 

Ryan, perdón por despedirme de esta forma, surgió algo en la casa de mi abuelo y debo volver de inmediato. Cuando todo esté más tranquilo te explicaré. 

Te quiere Andry.

Caí sentando, estaba solo, ella no estaba; sólo era yo y estos pensamientos que amenazaban con carcomerme.

A la mañana siguiente le envié varios mensajes a Andry, pero nunca respondió.

No pude no pensar en Allison durante el regreso, aún le debía una explicación, y debía dársela hoy. Tomé una gran bocanada de aire, estas últimas semanas habían sido tan caóticas, que sólo podía pensar en regresar a mi casa y esconderme debajo de la cama de mamá.

Las clases continuaron sin más, y aunque había llegado a tiempo a la primera hora, nunca fui capaz de ver Allison, simplemente había desaparecido, debía encontrarla no podía huir más.

Más tarde ese día, seguía sin tener noticias de Andry, en la casa no estaba y seguía sin responder mis mensajes, no podía ignorar la sensación de terror al imaginar que algo le pudiese haber pasado, era la única a quién aún tenía.

Eché esos pensamientos para atrás, y me distraje viendo arriendos de garajes, debía mudarme, había pasado ya mucho desde que vivía aquí y no quería abusar de tal confianza, aparte la abuela de Andry no me terminaba de aceptar la idea.

Y ahora estaba aquí, justo al frente de la casa de Allison, había estado ignorando todo el día los pensamientos de angustia por lo sucedido en Brooklyn, y la desaparición repentina de Andry, sólo debía mantener mi mente fría, estoy aquí y ahora, esto es real, es lo normal, yo soy normal.

Estaba justo en la puerta, respiré y toqué un par de veces.

Allison abrió de manera abrupta, su cabello seguía igual de desordenado, su manía con la nariz no había cambiado y discretamente me hizo sonreír, de cierta manera verla me tranquilizaba.

—Ryan.

Su voz...

—Ah, hola.

¿Es lo único bueno que puedes decir?

—¿Puedo pasar? —. Dije vacilante.

—Claro.

La casa seguía igual a como la recordaba, lo cual no era mucho dado que la vi casi en estado de muerte.

—Solo vine a explicarte lo que ocurrió el día de la fiesta—. Mi mirada bajó de sus ojos a boca. —Mira... —.

Allison me interrumpió en ese momento.

—No me debes explicaciones Ryan, sé lo que pasó y lo lamento—. Sus ojos, cada articulación que hacía con su cuerpo; era tan embriagante.

Mi respuesta nunca llegó porque un estruendo fuerte proveniente del techo nos sobresalto.

—Mierda—. Escuché decir a Allison en voz baja. 

Y ahora qué.

—Ryan—. El grito de Allison me sobresaltó de mis quejaciones mentales—De prisa sígueme. 

—¿Qué ocurre?

—No puedo decir nada hasta que no estemos seguros.

No entendía que pasaba, ¿La mafia? ¿Ladrones? Los pasillos del segundo piso se hicieron largos, mientras corríamos del golpeteo, Allison me arrastró hacía una de las habitaciones, la vi agarrar un libro en forma de rombo de una estantería vieja, de repente una plataforma de escaleras se abría paso bajo suelo.

No puede ser.

Baja—. Ordenó, su mirada había cambiado, no había ni un sólo rastro de timidez o vergüenza. 

No sabía que ocurría, pero no pregunté hasta encontrarme ya dentro de la habitación oculta.

Allison no tardó mucho en bajar también, la puertilla ahora estaba cerrada y sólo oscuridad se vislumbraba.

—¿Allison?

Un profundo silencio se hizo presente, hasta que la escuché. 

—Aeneas, mi señor.

Sentí palidecer.




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