Mi cabeza late tan fuerte que siento que va a estallar. Cada fibra de mi cuerpo arde después de los golpes. Malditos cobardes… ni siquiera se llevaron nada. Solo me dejaron tirado como basura.
Me tambaleo, con la mano en la frente y el pecho lleno de fuego. Dos manzanas más y llego, aunque cada paso me arranca un gemido. El dolor en las costillas me quita el aire, pero sigo.
La mansión de Allison se alza frente a mí como si perteneciera a otra dimensión. Rejas negras, fuentes iluminadas, un camino de rosas rojas y blancas. Todo perfecto, brillante… demasiado para alguien como yo. Toco el timbre y, en segundos, la reja se abre sola.
Allison aparece en la puerta. Jeans azules, blusa blanca, cabello castaño suelto. El brillo de su pelo me ciega, o quizá ya estoy alucinando por tanto dolor.
—¡¿Qué te pasó?! —su voz es un golpe más fuerte que los anteriores.
—Shh… ¿puedo entrar? —apenas me sale la voz.
Camino tambaleante hacia dentro. El lujo me rodea: pasillos interminables, escaleras en espiral, un enorme candelabro de cristal. Todo brilla, todo es perfecto, y yo sangrando en medio de ello.
—Traeré un botiquín —dice con una mezcla de miedo y determinación.
Vuelve rápido con una caja blanca.
—Siéntate.
Obedezco. Sus dedos tiemblan mientras abre el algodón y lo empapa en un líquido que ya sé que va a arder. Y aun así… me quedo mirándola. Concentrada, seria, hermosa.
Las palabras se me escapan antes de pensarlas:
—Te ves linda así, ángel.
Ella parpadea sorprendida, pero no dice nada. Solo acerca su mano a mi frente. El contacto es suave, pero el ardor me arranca una mueca.
—Perdón… —susurra.
Esa dulzura me derrite. Cada roce suyo parece limpiar más que la sangre. Parece tocar lugares de mí que ni siquiera yo sabía que estaban rotos.
Cuando termina, guarda todo en silencio. Sé que espera explicaciones.
—No lo sé —respondo sin rodeos.
Su ceño se frunce.
—¿Cómo que no lo sabes? ¿Quién fue capaz de hacerte esto?
Me encojo de hombros, ocultando una sonrisa amarga.
—Fueron varios. Sentí un golpe en la cabeza… y después solo recuerdo puños y patadas.
Su rostro se arruga en preocupación, y yo no lo soporto.
—Deja esa cara, ángel. Estoy bien.
Ella baja la mirada, entrelaza las manos, y su voz cambia:
—Solo me preocupa que no estés bien para el proyecto.
Auch. Ese golpe dolió más que los otros.
Intento cambiar de tema, pero mi curiosidad gana.
—Allison… ¿qué hace una chica tan rica estudiando en NYU cuando podrías estar en Harvard… o en cualquier lugar del mundo?
El brillo de sus ojos se apaga de golpe.
—No es de tu incumbencia.
Ups. Metí la pata.
—Perdón, no era mi intención.
Me levanto, todavía adolorido, y camino hacia la puerta. Antes de llegar, siento un tirón en mi buzo. Ella me detiene.
—No eres tú… —susurra, con los ojos clavados en los míos. Su mirada baja a mi boca, y la mía hace lo mismo con la suya.
Estamos tan cerca que el aire se corta. Puedo sentir su respiración rozándome. Solo un segundo más y…
—Amor.
Un chico moreno aparece de la nada, rodeando la cintura de Allison y besándola frente a mí. El golpe es brutal.
—¿No me lo vas a presentar? —pregunta él, todavía pegado a ella.
—Ryan, él es Logan Jones… —hace una pausa que me taladra los oídos—. Mi novio.
—Y pronto tu prometido, amor —añade él, dándole otro beso.
Allison intenta mirarme, pero yo solo fijo mis ojos en un jarrón azul sobre la mesa. La rabia me quema por dentro, tan fuerte que de pronto…
¡CRACK!
El jarrón explota en mil pedazos, haciéndonos saltar a los tres. Sus miradas recorren la sala. Yo aparto los ojos, fingiendo que no sé nada.
—Adiós —digo, huyendo antes de que alguien note el temblor en mis manos