La semana se fue tan rápida como vino, mi estadía hasta ahora seguía siendo en casa de Andry, y no había pasado una semana tan relajada y calmada, llena de risas y juegos desde mi infancia.
Caminaba a unas cuentas calles del campus de NYU, cuando vi un pequeño letrero colgado en la puerta de un departamento, "se arrienda" saque mi teléfono y anote el número, posiblemente este sería mi nuevo hogar, tenía ciertos ahorros guardados con lo que podía pasar dos o tres meses sin necesidades alguna, después tendría que seguir trabajando para pagar, pero no me preocupaba, tenía esperanzas de que está vez las cosas saldrían bien.
Sólo una cosa no tenía solución, y eran mis poderes, sí, por fin lo acepte, cada vez que creía que sólo tenía uno o dos, descubría que había más y más, tanto así que he intentado no despertar más, ya no sólo prendo cosas o hago volar a la gente, también puedo hablar con animales, ¡Animales! ¿Sabes que es charlar con una cucaracha sobre su día y lo estresante que es escapar de los humanos y que se sentía triste y no querida? Pues eso hice ayer al querer saber que pensaba las cucarachas.
Llegue a la casa de Andry cansando, me tire en la habitación que se me había asignado, sí, aunque fuéramos casi hermanos, no podíamos dormir todos los días juntos después dónde quedaba la privacidad. La habitación estaba pintada de un color blanco, y había una gran ventana con un pequeño balcón donde se podía ver el jardín trasero y también tenía una gran vista del cielo.
Salí para ver el hermoso cielo, estaba tiñado de rosado con azul, todo en una mezcla espléndida, suspire, todavía había una pregunta que me consumía ¿Porqué tenía estos poderes? ¿Quienes fueron mis padres biológico? ¿En realidad que soy?
—¿En qué piensas?—La voz de Andry me sobresalto un poco.
—Nada, sólo disfrutaba de la vista,—Le di una sonrisa.
—¿Sabemos lo que necesitamos?— Me cogió del brazo.
—Fiesta,—Sus ojos brillaron.
—¿Fiesta?—Repetí colocando mis ojos en blanco.
—¡Sí!—Andry estaba dando saltitos—Aprovechando que mi abuela se fue a su retiro, podemos hacer una aquí para despejar la mente, la uni me tiene cansadisima y sé que a ti también—
—No creó que sea una buena idea,—Evite su mirada de perrito mojado mirando nuevamente al cielo.
—Si eres aguafiestas, igual la haré, quieras o no— Me sacó la lengua.
—Que no— La cargue en mis hombros.
—¡Bajame! — Intentaba ponerse sería, pero se estaba riendo.
—Prometeme que serás responsable y no invitarás a mucha gente —La voltee para que me mirara a los ojos.
—Te lo prometo —Dijo sonriendo —Y Ryan—
—Dime—
—Tengo hambre —Mi expresión fue de "No me digas"
Después de comernos unas ricas pastas, nos acostamos a ver series en su cuarto, su mirada estaba fija en la TV gigante, ¿Sera que le cuento de mis poderes? La pregunta me hacía eco, pasaba de mi cabeza al corazón, la razón me decía que no, pero el corazón me decía que sí, que ella merecía saberlo.
—Andry —No podía creer lo que estaba a punto de decir—Yo…—mierda
—Dime— Su voz me devolvió a la realidad, no podía creer que estaba a punto de decírselo.
—Te quiero —No podía, no aún.
—Yo más — se tiro encima de mí.
La música electrónica me despertó de mi presiado sueño, las ventanas y puertas de la casa zumbaban al ritmo, tape mi oídos con mi almohada pero era imposible frenar el sonidos.
—¡Andry!—Grité sobre la música.
Estaba lavabando la casa, su cabello rojizo estaba recogido en un moño alto, llevaba un short negro y una blusa blanca hasta por la cintura, su cuerpo se movía al ritmo de la música y bailaba con el trapero en la mano, se veía muy graciosa así, así que cogí la escoba y me deslice hasta donde estaba, la agarre de la mano haciendo que soltara el trapero y yo solté la escoba, su sonrisa se expandió, le di dos vueltas, después la tome por la cintura y bailamos.
La noche llegó más rápido de lo pensando, la fiesta sería en toda la casa pero la zona principal era en la piscina, pelotas, comida, cervezas estaban esparcidas por todos lados, la música retumbaba la casa y personas ya estaban empezando a llegar.
Andry llevaba puesto un traje de baño negro que se ajustaba perfecto a su cuerpo, su cabello estaba suelto y en ondas, mientras que yo me había colocado una bermudas blancas, con una camisilla azúl algo ajustada.
—Te dije que no era una mala idea— Dijo Andry tomándose algo de un vaso rojo.
—Aún —Le di una sonrisa torcida.
—Bailemos —Me agarró del brazo.