La Monotonía Bajo Cero
Los días y noches se fusionaban en la penumbra artificial del submarino. El viaje a través del Océano Pacífico y la peligrosa travesía hacia el Atlántico se convirtieron en una prueba de paciencia y nervios de acero. El equipo vivía al ritmo silencioso de El Fantasma: el crepitar de las máquinas, la voz monótona de Ivan leyendo los datos del sonar, y el olor constante a aceite y aire reciclado.
Kira aprovechó el tiempo para entrenar con Vance en el pasillo de torpedos. Ella lo forzaba al límite, sabiendo que su próximo enfrentamiento no sería solo contra Victoria, sino contra los guerreros de élite de un linaje milenario.
—Tus movimientos son más rápidos, Elias —jadeó Kira, bloqueando un golpe—. Pero tu mente sigue aquí.
Vance se detuvo, exhausto. —Lo sé. Arcadia es donde todo comenzó. Es la prueba de que el linaje Aelarion es un tumor que debe ser extirpado.
Kira puso una mano firme en el hombro de Vance. —Lo extirparemos juntos. Pero primero, tienes que concentrarte en la arquitectura atlante, no en la moral de tu familia.
El Corazón del Enemigo
En el pequeño camarote de planificación, Nido había montado un centro de operaciones. Utilizando el Núcleo de Oricalco sellado y el pergamino de Vance, había logrado proyectar un mapa tridimensional holográfico de las estructuras sumergidas bajo Arcadia.
—La isla es solo la punta del iceberg —explicó Nido, señalando una inmensa red de túneles y bóvedas en la pantalla—. El complejo se extiende por kilómetros bajo el lecho marino.
—Estamos buscando el Generador de Impulso —recordó Kira.
Nido hizo zoom en el centro del complejo. El Generador era una estructura de Oricalco puro, más grande y más potente que el núcleo sellado del Everest.
—Ahí está. El corazón que bombea energía a toda la red del Cónclave. Si lo destruyen, el poder de los Ancianos termina —dijo Nido.
Pero la alegría duró poco. El Generador estaba rodeado por un campo de fuerza protector, que ni siquiera los torpedos de El Fantasma podrían penetrar.
—La protección no viene del Generador. Viene de su alimentador —explicó Vance, reconociendo el patrón en el pergamino—. Una matriz secundaria de Oricalco. Un Engranaje Dormido.
El Engranaje Dormido
Vance señaló un pequeño nodo de energía adyacente al Generador.
—Este nodo se activa a intervalos irregulares, creando el campo de fuerza principal. Si deshabilitamos físicamente esta Matriz de Engranaje Dormido, el campo protector cae. Solo entonces podremos destruir el Generador.
—Perfecto. Entonces, ¿cuál es el plan para entrar? —preguntó Kira.
Nido giró el holograma. —La Matriz de Engranaje Dormido no está en el complejo principal, sino en una fosa submarina que sirve como entrada de agua de refrigeración para el Generador. Es un punto ciego que Victoria no esperará que ataquemos.
Kira miró a Sergei, que había entrado en el camarote sin hacer ruido.
—Capitán, necesitamos que nos acerque lo suficiente a esa fosa para que podamos desplegar un equipo de buceo.
Sergei, después de observar el holograma y las defensas del Cónclave, asintió, su rostro inexpresivo
—La fosa está dentro de una zona sísmicamente activa. El sonar será inútil. Tendré que navegar hasta ahí a ciegas, solo con el mapa topográfico y la intuición —dijo Sergei, la primera vez que admitía depender de algo más que la tecnología.
La Sombra de la Venganza
En ese momento, la tripulación recibió una transmisión de emergencia de Nido. No era un mensaje del exterior; era un mensaje codificado que El Cónclave había dirigido a Vance.
Sergei decodificó el audio. La voz de Victoria Aelarion resonó en el pequeño camarote.
—Primo. Sé dónde estás. Sé que vas en busca de Arcadia. Mientras tú juegas a ser el héroe en el fondo del océano, yo me encargo de lo que dejaste atrás.
El mensaje se cortó, seguido de una imagen estática. Kira, Vance y Nido se miraron con el horror grabado en sus rostros. Victoria no solo los estaba persiguiendo, sino que también estaba atacando a sus aliados en el exterior.
—Victoria está atacando las bases operativas de La Vigilancia —dijo Nido, mirando su tableta.
—Está intentando cortarnos las líneas de suministro y las vías de escape —terminó Kira.
Vance apretó los puños. Su fracaso en el Everest estaba cobrando un precio.
—Capitán Sergei, acérquenos a esa fosa. Ahora no es solo cuestión de prevenir el colapso. Es cuestión de supervivencia —dijo Kira, con una determinación glacial.
Sergei miró a los tres. Entendió que el juego de ajedrez había terminado. Con una velocidad inesperada, giró hacia el intercomunicador.
—¡Ivan! ¡Configuración de buceo profundo! ¡Preparen los trajes presurizados! Rumbo a la Fosa de las Sombras.
El submarino hizo un movimiento brusco, acelerando. El próximo punto de parada era Arcadia.