Entrada por la Fosa
Kira, Vance y Nido se impulsaron frenéticamente desde la Fosa de las Sombras, dejando atrás la luz verde y el sacrificio del Capitán Sergei. El plan había fallado, pero el objetivo final no.
—Sergei nos dio la clave —jadeó Nido por el comunicador, mientras nadaban hacia el complejo principal de Arcadia—. El pulso verde de la Matriz de Engranaje Dormido no reforzó el campo; lo abrió momentáneamente.
—Sí, pero en el lado equivocado —dijo Vance. Usando el pergamino como guía luminosa, se dio cuenta—. ¡Miren! La entrada de enfriamiento de la Matriz ahora emite un rastro de energía verde pulsante. Es una señal para el complejo.
Kira no dudó. Habían perdido a Sergei; no iban a perder la misión.
—Esa luz verde es nuestra única oportunidad. Victoria sabrá que vamos a entrar por ahí. ¡Preparaos para una emboscada!
Se abrieron camino hacia el pulso verde, que los llevó a un túnel de ventilación secundario, oculto entre inmensas formaciones de coral y algas bioluminiscentes.
El Corredor de Vigilancia
El túnel de ventilación desembocó en un corredor de acceso al complejo principal. Las paredes, hechas de Oricalco pulido, estaban adornadas con runas atlantes que creaban un campo de luz tenue.
Kira fue la primera en salir del agua, con la pistola sónica lista.
—Ambiente presurizado. Quitáos los cascos —ordenó Kira.
El aire dentro era cálido y seco, un contraste surrealista con el frío abisal.
Avanzaron rápidamente, con Vance confirmando la ruta hacia el Generador de Impulso. El corredor era largo, desprovisto de trampas obvias o soldados. Demasiado tranquilo.
—No me gusta esto. La tecnología atlante no es tan torpe —murmuró Nido.
Cuando doblaron una esquina, se encontraron con una escena que los detuvo en seco. El camino estaba bloqueado por tres Soldados de Élite del Cónclave, los mismos que los habían atacado en el Everest, pero esta vez estaban inactivos. Habían sido desarmados y ejecutados con cortes limpios de plasma.
Y parada entre los cuerpos estaba Victoria Aelarion.
Enfrentamiento Personal
Victoria llevaba su traje de asalto negro. En sus manos, un cuchillo de plasma goteaba energía roja.
—Esperaba al Capitán Sergei. No es de mi agrado que traicionen a su propia gente. Pero tú, primo Elías, eres el peor traidor —dijo Victoria, su voz resonando con una frialdad absoluta—. ¡Y tú, Kira Rourke, eres una molestia que debe ser eliminada!
Victoria no había emboscado; había tendido una trampa usando a sus propios soldados de élite como cebo. Ella quería este enfrentamiento personal.
—Tus Ancianos no van a querer esta destrucción, Victoria —dijo Vance, dando un paso protector delante de Kira.
—Mis Ancianos tendrán lo que yo les dé —Victoria sonrió—. Y si destruyes el Generador de Impulso, yo ascenderé al poder sobre las ruinas de su tonta moralidad.
Victoria cargó, moviéndose con una velocidad y gracia sobrehumanas. Su cuchillo de plasma estaba dirigido a la cabeza de Vance.
Kira reaccionó, sacando su propia daga de combate y desviando el ataque. El choque entre el acero de Kira y el plasma atlante de Victoria liberó un destello cegador y un fuerte zumbido.
La Batalla por el Legado
Kira luchó desesperadamente. Victoria era demasiado rápida y su arma, demasiado letal. Cada golpe de plasma la obligaba a retroceder.
—¡Nido, el camino al Generador! —gritó Kira, mientras saltaba por encima de un barrido de Victoria.
Nido se lanzó por un túnel de mantenimiento lateral.
Vance, viendo el peligro, tuvo una idea arriesgada. Se arrojó sobre uno de los cuerpos inertes de los Soldados de Élite y le arrancó un guante blindado.
—Elías, ¡no! —gritó Kira.
Vance usó el guante como un escudo improvisado y lo lanzó a Victoria. Ella, distraída por la amenaza inesperada, detuvo su ataque por un segundo.
Ese segundo fue suficiente. Kira, con un movimiento brutal y preciso, pateó el centro de gravedad de Victoria, desequilibrándola. Antes de que Victoria pudiera recuperarse, Kira le propinó un golpe certero en el visor de su casco con la culata de su pistola.
El casco se agrietó y Victoria se tambaleó.
—¡El Generador es la prioridad! —gritó Kira, tomando la mano de Vance
Los dos corrieron hacia el túnel de mantenimiento donde Nido ya había roto el sello de acceso.
Victoria, con la mano en su visor roto, rugió de furia, pero sabía que perder más tiempo era perder el poder. Su venganza podía esperar; el Generador, no. Se lanzó a perseguirlos
El equipo se deslizó por el conducto, la persecución de Victoria resonando peligrosamente cerca, sabiendo que el enfrentamiento final con ella y con el Generador de Impulso iba a ser en la misma sala.