El último monasterio: Shedaya y el Rey

Instinto y verdad

Quise trepar pero estaba resbaloso, entonces mis pies toparon con algo rígido y comencé a quitar la maleza en el interior del agujero, era una pequeña puerta de metal del tamaño adecuado para escabullirse, la abrí y había un oscuro tunel. Al escuchar el sonido de los guardianes acercándose decidí entrar y comencé a escabullirme. Parecía no tener fin y entonces sentí que alguien me sujetó por los pies, no grité pero empecé a patear con fuerza.

— Shedaya, soy yo — reconocí la voz de Jazak. Encendió una diminuta linterna y se dió cuenta de que había logrado asustarme pero sentí alivio de que estuviera ahí.

— Creo que tus estúpidos métodos me están volviendo débil — le dije.

— No es así, simplemente es que estás en territorio desconocido — seguimos — éste tunel nos llevará a una de las naves que se encuentra escondida en el bosque. Por fin parecía que llegábamos al final cuando de repente mi corazón se aceleró al ver a el Cazador dorado aparecer frente a mí.

— La nave está lista mi señor — dijo el robot.

— Gracias Atem, el momento ha llegado — le respondió Jazak y yo no comprendía lo que pasaba pero en mi mente comenzaron a tejerse todas las señales. 

— Ustedes no son guardianes de Akenab, son guardianes de la Matrix, por eso su imperio ha crecido — solté con impotencia y sentí que todo comenzó a dar vueltas a mi alrededor.

— Regresa con los demás y diles que no me has encontrado, que tal vez fui capturado por los cazadores del bosque — ordenó al Cazador dorado y éste le obedeció.

— Un cazador que miente? — cuestioné.

— Él es diferente, Shedaya, escucha, — me sostuvo con fuerza cuando intenté golpearlo — no es lo que piensas.

— Debí haberme quedado en Ceclos — murmuré.

— Shedaya, no puedo permitir que Tabal llegue hasta aquí, el tiempo de la matrix está por terminar pero si es como dices y él la encuentra sería capaz de controlarlo todo. — Yo no podía creer lo que estaba sucediendo, me sentí impotente y algunas lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos, no lo hacían desde que yo era pequeña cuando mi madre fue llevada a Semper, entonces Jazak me atrajo hacia su cuerpo y disminuyó poco a poco la fuerza con la que me tenía sujetada. — Shhhh, Shhhh, Shhh. — Susurró en mi oído como quien intenta calmar a un bebé que llora y comenzó a deslizar pequeñas caricias sobre mi espalda. 

— Cómo puedo confiar en tí? — Cuestioné.

— No tienes que confiar en mí Shedaya pero sí en tu instinto, tú viniste hasta aquí porque sentiste que algo malo pasaría y yo sé que tienes razón. Nadie más nos ayudará hasta tener la amenaza frente a sus ojos, yo esperaba que alguien como tú llegara y también tengo miedo de que en realidad pretendas entregarme a Tabal — sus palabras me hicieron comprender que todos sentimos miedo pero tenemos que decidir hacia qué dirección avanzar, logré tranquilizarme y recuperar mis fuerzas para luchar.

— Hagamos ésto de una vez — le dije al oído y nos separamos para subir a la pequeña nave.

Despegamos y a cierta elevación los guardianes comenzaron a dispararnos, seguramente pensaron que yo había secuestrado al Rey.

Al entrar al territorio de Ceclos tuvimos que bajar y abandonar la nave para continuar a pie, tomamos un par de armas, respiré hondo y comenzamos a andar. Se me dificultaba caminar por el bosque con el vestido que llevaba puesto así que tuve que ser cuidadosa. 

Traté de mantener mi calma interna para no ser detectada, pero entonces vi a personas salir de entre  los árboles, caminaban en círculos y su rostro era inexpresivo, tal como los que ví antes de encontrarme con el niño. Al acercarme mi alma se desgarró, reconocí a una mujer, su rostro era la imagen de mi madre pero su mente estaba perdida. Quise acercarme un poco más para asegurarme de que mis ojos no me engañaban.

— No! Shedaya, vuelve — murmuró Jazak pero no hice caso. Me paré frente a la mujer y ella se detuvo, acaricié su rostro y al ver los lunares en su cuello supe que era ella, tuve que contener mis ganas de gritar pero el fuego de la ira comenzaba a revolverse en interior. Caí de rodillas y no pude contener mis lágrimas, entonces el sonido de un disparo y la ráfaga de luz me hicieron reaccionar.

— Shedaya, corre! — exclamó Jazak y ví a un cazador del bosque ir tras de mí, tropecé y el cazador puso mi cuerpo en la mira, cerré los ojos pensando que ahí acabaría todo pero al parecer la vida se acordó de mi deseo.

Un cazador dominado me tomó del brazo y comenzó a arrastrarme por el bosque hacia el refugio de Ceclos.

— Tengo a la guardiana — envió una señal.

Comencé a forcejear para safarme y cuando logré hacerlo me puse de pie e intenté disparar, pero el robot me arrebató el arma. Recordé el broche que llevaba puesto y comencé a perforar sus púntos débiles, finalmente recuperé el arma y lo eliminé.

— Shedaya, si eliminas a todos los robots que te encuentras ya no quedará ninguno para dominar — escuché la voz de Tabal a través del cazador. — No quiero herirte solo hacerte entrar en razón, suelta tu arma — pidió.

— Jamás aceptaré la justificación de tus actos! — exclamé.

— Lo harás — escuché un sonido y de pronto dos cazadores dominados aparecieron frente a mí y tras de ellos estaba Tabal apuntando a la cabeza de mi madre con un arma — Yo liberé a los prisioneros de Semper y así le agradeces a tu Rey? No me obligues a arrebatar otra vida que sé que te dolerá.

Al escuchar aquello suspuse lo que realmente pasaba en Semper, le arretaban el alma a las personas, sus recuerdos, sus anhelos y la percepción de la vida. Así que tales humanos no representaban una amenaza para la existencia.

No sabía dónde se había escondido Jazak pero lo desprecié en ese momento porque él estaba aliado con la matrix que causaba todo eso, aún así no dije nada y solté el arma.

 

 

 

 

 




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