💛Capítulo 8: El octavo rayo de Sol.
Atlas Robinson.
“Y en medio de mi oscuridad pude reconocerte” Atlas Robinson.
“En ese momento, yo sabía que te amaba, pero tú nunca lo supiste.
Porque yo actué con calma cuando tenía miedo de dejarme llevar.
Sabía que te necesitaba, pero nunca lo demostré.” James Arthur.
Habían muchas razones para que Asíc se diera por vencida y me dejara pero se aferró a la única que nos podía mantener juntos y ahora mi casa nunca había sido tan alegre desde que ella llegó y nos cambió las muecas por sonrisas. Ella tenía la música encendida mientras que cocinaba, Harriet estaba en casa de su mejor amigo Max festejando su fiesta de cumpleaños y solo nos habíamos quedado nosotros dos en casa. Ella traía uno de sus tantos vestidos en color amarillo, su cabello rubio decorado meticulosamente con un lazo del tono de su vestido, y bailarinas beige. Ladeé una sonrisa totalmente embelesado por su belleza y simpleza.
Me dolería tanto olvidar ese bello rostro…
La conocí cuando tan solo éramos unos chiquillos que no sabían muchas cosas sobre los sentimientos y aunque le haya llevado una gran cantidad de números por delante a ella era un total ingenuo en lo que son los sentimientos. Pude reconocer mis sentimientos por Asíc cuando ella todavía era una niña y fue esa una de las razones por las que quise alejarme, no estaba bien y además no quería problemas con Tony. Sin embargo no imaginé que nueve años después esa chiquilla de lindo cabello rubio estaría en mi cocina y perdidamente enamorada de mi.
Aunque no tanto como yo lo estoy de ella.
Irme a Liverpool sin duda fue la peor decisión que pude tomar ya que no le sentía lo suficientemente fuerte como para dejar de ver a mi primer amor y a toda mi familia, pero Eleonor me tomó de la mano y me ayudó a volar para cumplir mi sueño y aunque lo logré dejé al más importante abandonado a su suerte y es algo que no me termino de perdonar. Herí gravemente a Asíc y lo reconozco, no fue para nada fácil nuestro reencuentro y que se entere de buenas a primeras que estuve casado y que tengo una hija.
El día antes de que ella viniera a la casa por el trabajo de niñera la había visto en la playa observarme mientras que nadaba con mi mascota que mi padre cuida en su casa debido a mis problemas. Cuando salí ya tenía la valentía suficiente como para acercarme y hablar pero ella ya se había marchado, devastado volví a mi casa y Tony me hizo la sugerencia de contratar a su mejor amiga como niñera de mi hija.
Eso me cayó como anillo al dedo, la vería otra vez y ahora sería todos los días.
Traté en todo lo posible de seguir como era debido las recomendaciones del neurólogo para mantenerme estable durante el horario de Asíc, quería que ella siguiera manteniendo esa imagen de mi. Tomaba mis medicamentos al momento, no faltaba a mis terapias y lo hacía solo para que ella y mi hija me vieran sano.
Sin embargo no todo es color de rosas y aquel beso que nos dimos desencadenó mi crisis del día siguiente, puesto que no estaba preparado para tal acto teniendo ya muchos meses sin un solo acercamiento como ese. Me dolió mucho cuando Tony me explicó que había tratado mal a Asíc y que ella salió corriendo llorando.
Me maldije un millón de veces cuando faltó a su trabajo por semanas ya que el culpable era yo, yo lo había causado todo.
Y verla de pronto cuando ya mis esperanzas habían caído me devolvió la vida, me dolió la indiferencia y por ello usé de toda la valentía que me da mis medicamentos para ir por ella y pedirle perdón. Volver a besarla se sintió algo único, algo que no podría explicar con palabras.
Amarla se siente tal como escuchar tu canción favorita, ver aquel atardecer que esperas durante todo el día, vivir aquella estación del año que tanto te gusta.
Eso es para mí el amor o es lo que experimento con Asíc día a día.
1er mes juntos y aún no paro de pensar que me he sacado la lotería con esta chica.
—Deja de mirarme.
Estábamos en un picnic junto con Harriet festejando nuestro primer mes de pareja. Ella había preparado una comida casera para compartir los tres hoy. Ella se había puesto un vestido largo blanco, su cabello rubio está atado a una coleta y Harriet andaba con uno igual solo que rosado.
—¿Tengo prohibido verte? —. Alcé una ceja confundido y ella resopló.
—Lo es cuando me ves como psicópata.
—Eres hermosa, no me culpes solamente a mi.
Ella se ruborizó y me ignoró para llamar a Harriet que estaba viendo a un estanque de agua que había en el parque donde estamos. Era primero de noviembre, mi primer mes acompañado con Asíc.
—Max vendrá acompañarnos. —. Nos informa mi hija al llegar.
Tragué pesado y le regresé a ver algo confundido, le había comentado que esto era familiar.
Por un día que no vea a Max no pasa nada.
—Hija, te mencioné que es familiar. —. La mire tranquilo, odio regañarla.
—Lo sé, pero quería ver…—
—¡Harriet! —. Mi hija se gira para reencontrar con la mirada de un niño rubio que venía acompañado de sus padres.
—¿Travis? —. Farfulló ella en un susurro.
—Buenas tardes, jovencito. Es un gusto conocerlo, soy el papá de Harriet. —. Me levanté y fui al lado de Harriet tomándola por la mano.
El niño me miró sin ninguna pizca de miedo y simplemente extendió su mano al centro estrechándola con la mía.
—Es un gusto, Sr. Robinson. Lamento no haberme presentado antes lo que pasa es que no había hallado una oportunidad, mi nombre es Travis Almonte y estudio con su hija.
—¿No me tienes miedo? Normalmente cuando saludan a mi hija los niños se aterran al verme. —. Asíc reía de nosotros desde atrás.
—No tengo porqué, Sr. Robinson. —. Me suelta y le regala una sonrisa a mi hija.— ¿Me permite invitarle un helado a su hija? Le prometo que en menos de unos minutos se la devuelvo.