El último rayo de Sol.

Capítulo 11: El undécimo rayo de Sol.

💛Capítulo 11: El Undécimo rayo de Sol.

Asíc Williams.

En la mañana aparecí por la casa de Atlas en busca de Harriet y afortunadamente no me encontré con él porque no sabría cómo actuar ahora que ha cambiado su comportamiento conmigo. La niña me recibió con un fuerte abrazo y eufórica, dice que soy la primera niñera a la que le agarra mucho más cariño.

Fue todo cierto lo que había hablado con Atlas y agradezco que de todo lo que nos dijimos haya accedido a qué yo siga viendo a la niña, quizás nosotros hayamos quedado en malos términos pero Harriet es totalmente aparte y es a ella a quien tenemos que darle todo nuestro amor y atención.

—¿Y tú papá como sigue? —. Me pregunta cuando estamos dentro del bus.

A ella le divierte cuando la busco y nos vamos en bus porque ve por la ventanilla y escucha las canciones que el chófer reproduce en su radio.

—Ya algo más animado.

Mi padre ha decaído mucho en salud, tanto que comienza a preocuparme. Y su oncólogo no para de decirme que se debe a la metástasis que ha hecho la enfermedad en su organismo.

—Mi papá igual está bien, ayer el abuelo lo ha llevado a la casa y lo veo más sano. Está mañana estaba viendo por el ventanal de la sala.

Por dentro rodé mis ojos, él nunca admitirá que me necesita tanto como yo a él.

Yo no lo quiero juzgar ni tratar de comprender porqué de la nada quiso lanzar todo por la borda, me quedo con la versión de que tal vez siente culpa por empezar de nuevo sin su exesposa.

O a lo mejor mi versión es la equivocada.

—Lamento que ahora no puedas ser mi mamá.

Las palabras de Harriet me causan ternura, mucha a decir verdad y solo puedo darle un abrazo fuerte y decirle cuánto la quiero.

—Quizás legalmente no pero mi cariño por ti es infinito.

—Te lo agradezco mucho…—

—¡Harriet! —. Las dos giramos y es el mismo niño rubio coqueto del parque.

De inmediato ella se pone nerviosa y me ve buscando ayuda.

—Es Travis Almonte, no puedo hablar con él.

—¿Tu papá te lo prohibió a caso?

Ella negó frenéticamente y lame sus labios para después decir:

—A Max no le agrada que Travis esté cerca de mi y el día del parque se molestó conmigo.

Está tan pequeña como para entender que trae a dos niños enamorados de ella.

Ella me recuerda en cierta parte a lo que viví a esa edad: la pérdida de mi madre y mi enamoramiento hacia Atlas. Y años después no he superado ambos acontecimientos.

—¿Tu quieres saludar al rubio? —. Ella lo duda y termina asintiendo.

—Yo quiero.

—Entonces ve, yo te cubro.

Es malo solapar este tipo de actitudes pero no puedo dejarla sola cuando más necesita de mi así que lo único que me queda es estar pendiente de que venga un niño castaño.

Yo desde mi posición la veía y sonreía cada vez que el chico le hablaba y puedo deducir que ella siente más por este niño que por el otro.

💛

Harriet Robinson.

—¿Se enfadó mucho contigo?

Max estuvo dos días sin dirigirme la palabra y dolió mucho más sin embargo a los días se acercó a disculparse por su actitud tan impulsiva y prometió que no volvería a pasar siempre y cuando Travis se mantenga alejado de mi.

—Solo un poco.

—¿Te hace algo es? Parece que nunca quieres alejarte de él y además te impide cosas que claramente no quieres dejar de hacer. Te caigo bien y lo puedo notar, quieres hablarme y no puedes solo porque a él no le nace que lo hagas.

—Es mi mejor amigo y solo me cuida. —. Solté a la defensiva y Travis simplemente ríe sin gracia.

—También soy tu amigo y no te veo como mi amiga, y no lo notas.

—Travis…—. Farfullo ruborizada.

Él me pone muy nerviosa e inquieta, es casi lo mismo que siento cuando Max está cerca.

—¿Ella es tu madrastra? El día del parque la vi muy pegada al Sr. Robinson. —. Dice, ahora viendo a Asíc vigilar que no venga nadie.

—Iba a ser mi madrastra pero con mi papá han terminado su relación, sin embargo ella todavía va por mi a mi casa y me saca.

—¿Entonces tengo la certeza de que todas las mañanas te veré por estos lados? —. Pregunta, al ladear su cabeza y sonreír.

—La verdadera pregunta es; ¿Qué haces tu por estos lados? —. Tenía entendido que su padres son unos riquillos pijos que odian los barrios o edificios de gente sin dinero. O es lo que murmuran de los padres de Travis.

Y si ven a Travis siempre anda con ropa de niño riquillo, peinado siempre y con un chófer que lo lleva a todos lados. La verdad me sorprende mucho haberlo encontrado en este barrio.

—Delante está la playa y me gusta venir aquí cuando no hay clases. Eso me ayuda a relajarme un poco.

—Oh que logro. —. Él ríe y pasa a verme intensamente.

Ya mi garganta se había vuelto seca y mis músculos se han dormido, él físicamente es un niño muy lindo y me agrada como es conmigo apartando el hecho de que siempre que tiene la oportunidad me colma la paciencia, sin embargo me gusta su presencia en mi vida. Y quisiera que Max pueda entenderlo, pero se que no pasará y solo lo apartaré de mi vida.

—Ya creo que debo irme.

—¿Tu lo crees? No pareces muy segura. —. Es un capullo y un coqueto, cree que no me doy cuenta como la ve a las demás niñas y que las trata casi que igual a como me trata a mi.

—Ya deberías dejar esa actitud. La usas con todas. —. Me cruzo de brazos no molesta, si no más bien ofendida.

Y él lo mejor que hace es reírse de mi hasta que sus mejillas se vuelven igual de rojas.

—¿Entonces me has visto? Ya puedo parar ese juego al saber que mi plan para que me notes se ha completado exitosamente.

—¿Plan? —. Pregunté dudosa y él asintió.

—Tus ojos siempre están puestos en Max y en mi nunca, creí que si me veías con alguien más te dignarías a mirarme… funcionó.

—¡¡Te odio!! —. Lloriqueé, golpeando su pecho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.