El último rayo de Sol.

Capítulo 13: El Decimotercer rayo de Sol.

💛Capítulo 13: El Decimotercer rayo de Sol.

Harriet Robinson.

“Quizás bastaba respirar

Sólo respirar, muy lento

Recuperar cada latido en mí

Y no tiene sentido, ahora que no estás

Ahora, ¿dónde estás?.” Laura Pausini.

Estaba uno de mis tantos ensayos de ballet contemporáneo artístico al que mi padre me ha inscrito por petición mía. La maestra daba las indicaciones y yo no paraba de pensar en Travis y en las palabras de aquella mañana, y se lo que me ha aconsejado el abuelo Wilson pero no puedo dejar de sentir aquella presión nacer en mi pecho siempre que Travis aparece en mi campo visual.

La sola idea de que ahora tenía otro abuelo me hace sonreír. El padre de Asíc es bueno conmigo y me trata como si de verdad fuera su nieta e hija de Asíc, me gusta sentirme querida. Los padres de mi mamá ahora no se encuentran viviendo en la ciudad y es así desde el accidente donde mi mamá perdió la vida. Solo me hablan al teléfono en navidad, acción de gracias, pascua, San Valentín y mi cumpleaños. El resto de los días del año soy invisible para ellos.

—Harriet, mejor toma un descanso te veo muy distraída. —. El ensayo se detiene y yo bajo del escenario donde practicamos para ir a los camarines que hay en la zona trasera del teatro que hay en el colegio.

Tomé una botella de mi mochila y me senté en una silla para tomarla y relajarme, al terminar me saqué las bailarinas de los pies para darles un pequeño masaje. Este tipo de calzado es algo cansado, duro y molesto en mis dedos y aún más cuando hay saltos incluidos en los bailes.

—Vaya, si aquí está la señorita.

Por poco y doy un brinco del miedo de no ser porque le he reconocido la voz.

—No es un buen momento.

Él pasó de estar divertido a serio, cerro la puerta a su espalda y ocupó la silla frente a mi.

—¿Te sientes mal? Si me permites puedo llevarte cargada a la enfermería o le pido al director que llame a tu papá.

Su atención hacia mi y es tan… intensa. Yo quisiera no sentirme del modo en lo que lo hago pero con él actuando de ese modo no puedo. Le he prometido al abuelo Wilson que el amor no interferiría en mi crecimiento y que viviría mis etapas calmadamente, pero no puedo hacerlo si Travis y Max están al acecho.

Estos no son pensamientos y emociones que debe tener una niña de nueve años…

—No es para nada grave, solo mi ánimo está bajo.

—¿Y yo puedo ayudarte? Si Max no está de metido yo quisiera ser quien seque esas pequeñas lágrimas que ahora corren por tus mejillas, Harriet.

Y no lo había notado hasta que extendió su mano y secó una a una las lágrimas que corrían. Y es que está semana ha sido algo extraña para mí, no es normal que mi ánimo continúe bajo por tanto tiempo aunque quiero creer que es por la ausencia de Maximiliano.

Resulta que mi mejor amigo se ha ido de intercambio por unos meses a una escuela privilegiada en Los Ángeles dónde también aprovechará de la oportunidad para hacer esos casting que normalmente los actores hacen para obtener algún papel en series o películas. El sueño de Max desde siempre ha sido ser actor y espero que lo cumpla en L.A. aunque eso implique no verle por mucho tiempo.

—Travis…—. Hice el amago de quitar su mano pero fue rápido en responder.

—Tu me gustas, Harriet, y se que no es normal por nuestra edad pero me gustas. Pienso que eres una niña muy hermosa, inteligente a tu manera y una gran bailarina que aunque duda llegará lejos. Puedes simplemente ignorar el hecho que me traes mal y no me dolerá, he comprendido que mi oportunidad contigo nunca pasará y Max es el motivo.

Yo no puedo acceder a sentir algo más profundo por él, no es el momento adecuado.

—Es el momento menos adecuado con la persona correcta.

Él asiente y se aleja de mi marcando una distancia entre los dos.

—Lo lamento mucho yo no quería que pasara.

—Es normal que nos interese alguien, sin importar la edad, la etnia o la clase social. —. Le sonreí bajito y él se paró para marcharse pero a medio camino se quedó.

—Quizás en unos años cuándo ya seamos más grandes tengamos nuestro momento. —. Y termina por salir de la recámara dejándome hecha un manojo de nervios y ansiedad.

No es el momento,

No es el momento,

No es el momento,

Y creo que nunca lo será.

He escuchado a mi tía Tony mencionar que Asíc se enamoró de mi papá desde que eran unos niños, mis padres se conocieron desde jóvenes y mis abuelos igual entonces… ¿por qué yo me siento como un fenómeno poco común? Y juro que quise ser consciente de lo que sucedía pero antes de al menos razonar ya me encontraba corriendo en búsqueda de Travis, afortunadamente no iba tan lejos.

—¡Travis! —. Le llamé haciendo que se detenga.

—¿Harriet? —. Él arqueó una de sus cejas confundido y yo llegué casi que vomitando un pulmón por la boca.

—Yo me siento igual que tú. —. Le confesé en medio de mis risas nerviosas.— Y no es normal para nada normal, pero podríamos a esperar ser un poco más grandes.

—¿Estás jugando conmigo? —. Él parecía sorprendido y luego rió.— Yo había jurado que era Max a quien más querías de los dos.

—Los quiero por igual pero… quizás a ti un poco más que a él.

—Y es suficiente como para convencerme a qué espere unos cuantos años más.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo. —. Afirma, sonriente.—, por el momento puedo conformarme con ser amigos cercanos.

Yo tomé la iniciativa en tomar su mano, que por el momento eran del mismo tamaño.

—Yo también puedo conformarme.

El resto de la tarde y del ensayo la pasé más animada y concentrada aunque también pensando en que me gusta Travis y que esperaré que pasen los años hasta que pueda verse bien aquel sentimiento, de momento puedo con la idea de ser buenos amigos.




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