El último rayo de Sol.

Capítulo 15: El decimoquinto rayo de Sol.

💛Capítulo 15: El Decimoquinto rayo de Sol.

“Lo que te pensé no se puede contar

La foto mental no la puedo borrar

¿Qué me hiciste tú que no puedo soltar?

Tengo presente cada lugar de ti

¿Cómo fue que antes no te vi?.” Karol G.

Llevaba alrededor de media hora en el baño del departamento de mi padre vomitando desde la madrugada, traía una jaqueca que me hacía dar vueltas al levantarme. Las náuseas al ver cualquier comida hace que mi estómago se revuelva mal. Le hablé a mi suegro que se me sentía mal para que fuera él por Atlas en lo que yo mejoraba. Él resto de la mañana la pasé con mi padre quien había amanecido igual de mal.

—Ya caíste tu también.

Me recosté a su lado escondiendo mi cabeza en su cuello aspirando su aroma y poder guardarla en mi memoria. Lo echaré de menos si llega a morir.

—El mundo me da vueltas hoy.

—Tal vez solo sea malestar de gripe. —. Sugiere él pero yo no estaba tan segura.

Recuerdos de mi primera noche con Atlas aborda mi mente al igual que un rayo y la simple idea de un posible embarazo acapara mi cabeza en este momento. De inmediato contemplé esa idea y sentí un miedo horrible recorrer mi cuerpo entero. Un estremecimiento barrió mi cuerpo de pies a cabeza y del cual agarré impulso para tomar mi teléfono y llamar a la segunda persona en quien puedo confiar.

—Cameron.

Lo jalo del brazo para llevarlo a mi baño en mi recámara sin que mi padre se de cuenta.

—Vale, Asíc, somos cuñados relájate. —. Entorné mis ojos y le pido lo que mandé a comprar.

Él me da la caja y en mis manos tiembla, la verdad me da miedo del resultado que pueda salir y por mi bien espero que no sea un positivo.

Y no es que no quiera un hijo de Atlas pero es que me siento todavía muy joven como para quedar embarazada, quisiera al menos esperar a cumplir mis 25 años.

—Dice que esperes cinco minutos. —. Lee atentamente las indicaciones que trae la caja.

Yo estaba dentro del baño con la prueba en mi lavamanos, mordiendo mis uñas por el miedo y ansiedad que estoy experimentando.

Y tras esperar los cinco minutos le pido a Cameron que sea él quien vea el resultado.

—Es negativo, cielo.

Una calma invade cada espacio de mi cuerpo al escucharlo decir el resultado. Miré al cielo y agradecí por tal resultado.

—Y eso también se llama no jugar sin globito.

—¡Cameron! —. Golpeé su brazo por tal impertinencia.

—Ya a la próxima cuídate.

—¡Largo! —. Lo jalo del brazo para llevarlo afuera y mi sorpresa es que en la sala encuentro a Atlas junto con su padre, ambos al parecer acaban de llegar.

—¿Qué hacían? —. Pregunta mi prometido algo curioso al vernos salir.

Y es raro teniendo en cuenta que estamos saliendo de mi habitación y que es de la mano.

—Le vine a traer algo que mandó a comprar y lo estaba instalando, no pienses mal. —. Se adelanta a explicar, Cam.

A lo que Atlas solo arquea una de sus cejas castañas y frunce su entrecejo.

—¿Y si me tiene a mi por qué te busca a ti? Yo venía a hacerle compañía, supe por mi padre que no se sentía bien.

Y si aunque no lo haga ver muy seguido Atlas es medio celoso, no le agrada mucho que otras personas se me acerquen. Pero es inútil que lo piense con Cam, es decir es el novio de su hermana y uno de mis amigos.

—¡Bien! Le traía una prueba de embarazo. ¿Ya estás feliz?

—¡Cam!

Oh… —. El padre de Atlas avergonzado dice que va a saludar a mi papá.

Cam me abandona al segundo de aventar la bomba pero claro que avisa que vendrá más tarde a traer a Harriet. Yo me quedo estática frente a la puerta de mi recamara con la intensa mirada de Atlas puesta sobre mi.

—¿Y que salió? —. Argumenta, ya al quedar solos.

Él se había sentado en el sofá de seguro procesando lo que Cam ha revelado al sentir la presión y celos de Atlas.

—Es negativo. Yo solo sentía una sospecha.

—Loa resultados de esas pruebas no son siempre seguras. En todo caso la de sangre sería la idea y no sé, tendrías que esperar que pasen siete días después del acto.

Y yo que había jurado que no lo estaba y ahora sale que debo esperar siete días para saber si de verdad alguien se forma dentro de mi.

—Ay, no. —. De inmediato me asusté. Yo no me sentía preparada.

—Y ese día yo te acompaño, necesito saber si tendré otro hijo o no.

—¿Te hace ilusión la idea? —. Le pregunto, algo ilusionada. Mi mayor miedo es que él no quiera más hijos y que decida cancelar todo.

—Mi enfermedad no me va a permitir aprovechar de mis hijos pero haré mi mayor esfuerzo.

Entre su Alzheimer y su enfermedad cardiovascular no se cual me preocupa más porque con una puede jamás recordarme y con la otra morir de un infarto fulminante. Y ahora que lo pienso las dos me parecen una mierda.

—Yo no quiero estar embarazada y que tú no estés presente, me da miedo…

—Y lo entiendo, créeme que no quiero orillarte a eso y te entenderé y aceptaré lo que tú quieras, después de todo es tu cuerpo, Asíc.

Es lo que me hace quererlo aun más, no me obliga a nada y me da oportunidad de elegir.

—Ya veremos qué sucede en siete días.

—Bien… iré pensando nombres bonitos para ponerle. —. Yo me ruborizo y él se aleja para ir donde mi papá.

Yo los sigo al mucho rato y me recuesto con mi papá a su lado en la cama en lo que habla atentamente con el padre de Atlas. Ya mi papá lucía cansado, ojeroso y su cabello rubio se había caído completamente quedando calvo.

Y su palidez ni hablar, yo no sé que sería de mi al él irse.

—¿Ya estás mejor? —. Me pregunta al notar mi presencia en sus brazos. Yo asiento y él dirige su mirada al papá de Atlas.— Ha pasado la madrugada entera vomitando, con muchas náuseas y mareos. Yo creo que mi niña está enferma…

Y no se porqué pero dirigí mi mirada a Atlas quien reía al igual que el gato en Alicia en el país de las maravillas. Lo odié por un segundo.




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