El último recital

El regreso

          Danny bajó del avión en el pequeño aeropuerto que pertenecía a Corpus. Ya lo esperaba Tony, el jefe de seguridad de la familia. Le dió un apretón de manos y lo condujo a la mansión en absoluto silencio. Nadie tuvo necesidad de hablar. 
          Mientras llegaba a destino, Danny sintió un escalofrío al ver la gran estructura antigua que se alzaba detrás de una pared de árboles que la protegían de los vientos. No había visto su casa en doce años. A su madre y hermanas las veía una vez al año o cada dos en algun lugar fuera de casa, según donde se pudieran encontrar. Se comunicaba muchas veces por videollamadas, no sabía mucho acerca de tratarlas en carne y hueso. Sentía que apenas se conocían.
          Al entrar, sintió que unos brazos se colgaban de su cuello. Era Corinne, su hermanita que lo abrazaba emocionada. Solo tenía siete años cuando él se fue pero aun asi siempre decía que él era su único hermano favorito. La abrazó y besó con ternura. Ella lo tomó de la mano y lo condujo a la sala en la que ya estaban todos allí. Su hermana Carla y la mayor, Celestine y en el centro, una figura gacha, llena de lágrimas y dolor, su madre. Se abalanzó sobre ella para contenerla en sus brazos y sentir su olor que le encantaba de niño. Lloraron juntos en silencio. Nadie dijo nada. Después de un buen rato preguntó:
—¿Cómo está él? 
          Y le dieron los pormenores. Tuvo otro infarto mientras estaba internado. Su estado era muy crítico.
—Quiere hablar contigo —le dijo su madre. 
          Se dirigieron en caravana hacia la clínica. Ya se habían encargado de los paparazzi. Hubo que montar un gran operativo de seguridad para que nadie pudiera enterarse que Danny West se encontraba en esa clínica. Al llegar, solo faltaban diez minutos para que iniciara el horario de visitas.Esperaron todos en la sala de estar hasta que una enfermera salió a llamar a los familiares de los internados. Sólo permitían entrar de a uno por vez. Todas las miradas se dirigieron a él. Tenía que enfrentarlo de una vez, antes que sea tarde, se dijo. Se puso la bata y el barbijo y entró.




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