El último recital

La entrevista

          La observó detenidamente. No era un hombre que se fijara en el atuendo de los demás pero esta vez quiso ver lo que ella tenía puesto. Su vestido negro sencillo le resaltaba aún más la piel clara, con pecas casi imperceptibles en algunos lugares y su cabello igualmente oscuro le daba un marco a los ojos de color indescriptible. Dudaba si eran verdes o miel, tal vez un poco de los dos.
          Ella continuaba con su perorata acerca de su experiencia laboral y sus antecedentes académicos, que a él poco le importaban. Absorto en sus pensamientos trató de hacer memoria de cuando fue la última vez que estuvo con una mujer.  Recordó que ni siquiera aquel fatídico día de su último recital pudo concretar con la mujer de la que ya no recordaba ni su rostro. Jamás volvió a saber nada de las cientos de mujeres que pasaron por su cama. Cerró sus cuentas en todas las redes sociales y mandó a su manager a hacer una declaración pública de que por ahora Danny West se retiraba del mundo de la música por razones que él solo conocía. Sus fans enmudecieron, lloraron, gritaron pero al tiempo se conformaron con el nuevo cantante de la banda Snob, un rubilingo con ojos azules, al cual buscaron erigir en un altar. Sin embargo, sus canciones continuaban sonando en plataformas virtuales y cientos de cantantes en el mundo hacían nuevas versiones y covers de sus creaciones, que seguían teniendo millones de reproducciones. 

          Daira se quedó callada al notar que su posible futuro jefe no le prestaba atención. Lo vió engreído con su traje hecho a medida, su camisa blanca impecable  y su peinado moderno. ¿Quién se creía que era? "¡Ni que fuera un artista!. Aprovechó el ensimismamiento de él para observarlo con detenimiento. Le recordaba a alguien pero no sabía a quién. Sus ojos claros relumbraban y su boca hacía muecas extrañas, como si estuviera recordando algo. No podía negar que era muy apuesto y se le puso la piel de gallina.

—¿Señor? —decidió preguntarle al estar éste tanto tiempo en silencio.

—Perdón, señorita Carson. Le pido mil disculpas pero tengo muchas cosas en la cabeza. Es por eso que la convoqué hoy aquí. Necesito una persona que esté al pendiente de todas mis cosas, tanto personales como laborales. Tengo mucho trabajo que depende directamente de mí pero hay otras cuestiones que puedo delegar en alguien que tenga disponibilidad para dedicarse exclusivamente en este trabajo. ¿Tiene Ud famlia? ¿Esposo?¿Hijos?
—No, señor. Soy soltera, vivo sola. Mi única familia es mi madre que vive en el pueblo donde me crié pero nos vemos un par de veces al año.

          Él la miró y pensó que había algo en ella que no podía explicar. Ante todo, lo que más le gustaba era su voz. Tenía una voz un poco grave para una mujer pero modulada, pronunciaba bien las palabras y de una forma demasiado correcta. Se la imaginó en ese momento susurrándole en sus oídos y se estremeció levemente.

-Bien, señorita. Su curriculum es impecable. He realizado varias entrevistas hoy, solo me falta un par, pero creo que nadie cumpla mejor con las cualidades que estoy buscando. Igualmente voy a dar instrucciones a mi asistente para que le llame en caso de ser usted seleccionada para el trabajo. Esta es mi propuesta en caso de que así sea- le extendió una hoja en la que estaban incluidas todas las tareas que debía realizar diariamente. Y más abajo, el valor del sueldo. Ella se quedó sin respirar por un momento imperceptible. Era más de lo que ganaba actualmente, mucho más. Además estaban incluidas las comidas durante el horario laboral como así también ropa y calzado según lo requiera.

          El trabajo consistiría en llevar toda la agenda del jefe, desde que despertaba por las mañanas, ver por el outfit para ir a las reuniones y fiestas con clientes. Debía anotar gastos, ingresos, turnos con el odontólogo, con el peluquero, visitas a los sastres, pagar la matrícula del gimansio, regalos para familiares y clientes y otro sinfin de actividades que le ocupaban más tiempo del que disponía. 
          Se despidieron cordialmente, él ni siquiera salió de detras del gran escritorio vidriado para saludarla. Daira temblaba de los nervios cuando salió y Danny quedó estático pensando que tal vez ya conocía a esta muchacha.
—¡Que pase el siguiente! —gritó a la secretaria por teléfono.

          A Daira le temblaban las piernas. No podía ni siquiera abrir la boca para despedirse de la secretaria del jefe, quien se quedó mirándola con cara de enojo. Miró a todos lados buscando un baño. Necesitaba mojarse el rostro para que se le pasara el bochorno que tenía. No podía creer que todo esté pasando tan rápido. Hace solo unos días se encontraba en una pequeña oficina de una ciudad alejada y hoy estaba dentro de este monstruo que amenazaba devorarla a la primera. Todavía había tiempo de pensarlo mejor. Tal vez ni siquiera fuera seleccionada. Él nunca aseguró nada...solo dijo que existía una posibilidad...
          Pero si era elegida, ¿cómo haría para sobrevivir ante la presencia de este hombre? Todo en él era enigmático, sus modales, su temple...más aún su voz. "Por Dios, ¡qué voz!", se repetía para sí misma. Estaba metida en sus pensamientos mientras caminaba cuando escuchó que alguien la llamaba:

—Señorita Carson, señorita Carson!!!

          Se dio vuelta sorprendida. Era Karen, la secretaria a quien no había saludado antes.

—El señor West la llama...sígame por favor —le dijo.

          ¿West? ¿Quién es el señor West?, se preguntó. Sólo conocía a un West, y se lo había tragado la tierra. Suspiró al recordar a ese otro de quien no tuvo más noticias..."Danny...¿dónde estás?"...seguía pensando mientras continuaba su marcha tras la secretaria.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.