Después del episodio en el que rompió las fotografías de Danny West en ele mural, Moira se despertó acalambrada, todavía seguía en el suelo a la mañana siguiente y trató de recordar qué día era. ¡Martes!, maldijo por lo bajo porque debía ir a trabajar. Se arregó como pudo y se marchó, seguía con ese rictus amargo que le acompañaría los meses siguientes en los que no tendría noticias de Danny West.
—Estoy muerta...él murió y yo también..—se repetía una y otra vez.
Meses después caminaba distraídamente cuando una lujosa limousina pasó por encima de un charco de agua que se había juntado por la lluvia de la noche anterior y la salpicó entera. Se dispuso a insultar a los osados y cuando miró el interior del vehículo en movimiento, se quedó de una pieza, balbuceando..."Danny...Danny"...quiso llamarlo pero su lengua no le respondía.
Pasaron muchos minutos hasta que finalmente pudo entender que por azar de la vida se reecontró con su amor. Supo que era una señal porque no era posible que de tantas calles que tenía la ciudad, fuera a pasar precisamente por esta. ¿Acaso la estaba buscando a ella? Quiso correr por donde había visto perderse al vehículo por última vez pero ya no estaba..."Danny, Danny...es a mí a quien buscas...aquí estoy", gritaba en su mente.
"Bien", pensó..."si él no puede encontrarme, yo lo encontraré a él". Sabía que se encontraban en la misma ciudad, las posibilidades de encontrarse aumentaban...si pudieron hacerlo una vez, nada era imposible.
Llegó sonriendo a la cafetería y otra vez ignoró los reclamos de su jefe pues sabía bien que él tenía esperanzas de que alguna vez ella lo mirara con otros ojos. Se paseó atendiendo las mesas mientras tarareaba las canciones de Danny...¡había vuelto a la vida!.