A la hora de la cena se le ordenó bajar para conocer a la familia. Allí estaban la madre y dos de las tres hemanas de Danny que la miraban como si fuera un bicho raro, le pasaban un scaner analizando desde el entramado del tejido hasta la paleta de colores de su ropa. Por supuesto que una muchacha como ella y con el sueldo que tenía no usaría ropas de marca ni de alta costura...tampoco se vestía de manera escandalosa ya que por su trabajo siempre se había mantenido formal, no quería dar lugar a malos entendidos con los clientes con los que trataba a diario. Sus blusas eran todas abotonadas hasta arriba, sus faldas llegaban hasta dos dedos bajo las rodillas y el saco siempre justo. Cuando se ponía pantalones, eran de tela y siempre de corte hombre, no eran ajustados ni marcaban nada. Tampoco usaba transparencias. Richard siempre la criticaba porque se parecía a su abuela. Era una joven encerrada en un cuerpo de anciana. A Daira jamás le importó lo que los demás pensaran de ella o su forma de vestir. Saludó cortesmente a todas, repasando el nombre de cada una para no olvidarse, pidió permiso para retirarse y se dirigía a la escalera cuando una voz la detuvo:
—¿Adónde vas?¿Ya has cenado? —Era Danny! Y ya había regresado. Tenía esperanzas de no verlo el resto del día porque necesitaba tranquilizarse para poder dormir bien.
—Nno, señor pero no tengo hambre —le contestó.
—Va a cenar con nosotros y de paso conoces a los demás —le dijo.
—Ya fui presentada, dijo. Y me va a disculpar, pero quisiera dormir temprano. No acostumbro a cenar, así que estaré bien. Permiso —dijo apresuradamente y subió corriendo por los peldaños.
Llegó sin aire y con el corazón desbocado. No podía creer el efecto que tenía ese hombre en ella, su sola voz le causaba espasmos. Se decidió a ir directamente a dormir aunque supo que no podría hacerlo.
Cuando Danny entró al comedor para participar de la cena familiar agradeció que Daira no quisiera estar en ese momento pues ni bien entró las mujeres empezaron a quejarse de la elección que había hecho. Sabía que hacía mal en no decirle a esa muchacha para que estaba realmente. Pensó que desviar la verdadera atención en otro rumbo había sido lo mejor. Su madre preguntó:
—El plazo está por vencer, hijo. ¿Cuándo resolverás esto?
—Yo sé lo que hago, madre. Deja que vayan dándose las cosas.
—Debes ir preparando a la muchacha para estar en la cima del mundo y la verdad, le falta mucho.
—Es una mujer trabajadora, inteligente y sana, no tiene defectos físicos ni ninguna incapacidad, mamá. ¿Qué querías? ¿Una de tantas plásticas con las que me he rodeado toda la vida? No, no y no. Yo sé porque la elegí, madre y no pienso echarme atrás.
—Espero que sepas lo que haces, Danny. Es lo único que te pido...
Estar cerca de Danny pero tan lejos a la vez tenía a Daira en una especie de trance. Había soñado toda la vida con eso y ahora que lo tenía, no sabía que hacer. Tenía los pensamientos todos revueltos que bullían en su mente. Nadie hablaba de la vida pasada de Danny como artista. Era un tema tabú que se había establecido silenciosamente. Todo era cordialidad y respeto en la mesa durante las comidas con la familia. Se hablaba solo lo necesario. Era increíble la poca comunicación que tenía esa familia y se preguntó por qué. Notó un aire de tristeza en el semblante de Danny. Era como si estuviera vacío, no había brillo en sus ojos...¿por qué?, quiso saber...pero no se atrevía...no debía preguntar...