Cuando Daira daba los últimos tonos de la canción que había elegido, se dirigió rápidamente a la parte de atrás del escenario. Estaba sudada y toda temblorosa por la emoción y la vergüenza. Nunca se acostumbraría a esto, lo hacía para ayudar a su amigo, pero en cuanto consiguiera alguien que la reemplazara, con gusto volvería a sus libros y cuentas.
Richard se acercó a estamparle un beso en la cara, la abrazó y le pidió que llevara las botellas vacías al callejón pues ya no había espacio en el bar. Daba gracias a que ese hombre había desaparecido del bar y no quiso preocupar a Daira. Sería inútil comentarle que Danny estuvo aquí, ya suficiente había sufrido esa muchacha.
Ella cargó la bolsa agradecida y se dirigió a la parte trasera del bar, pues necesitaba tomar aire fresco. Si bien el vestido que llevaba era de un tejido liviano, le hacía mucho calor, ¡estaba excitada! "Con razón los famosos salían con cualquiera que se les cruzara" pensó sonriente. El escenario era un gran afrodisíaco. Si Danny estuviera aquí, completaría la emoción, se dijo a sí misma.
Todo esto en lo que se dirigía al callejón, un oscuro rincón detrás de la puerta trasera del bar donde dejaban las cosas en desuso para reciclar en cuanto pudieran hacerlo. Estaba distraída en sus pensamientos cuando una presencia detrás de ella carraspeó...
—Daira —le dijo. Ella se dio vuelta asustada.
—¡Danny!! —gritó cubriendose la boca. —¿Qué haces aquí???¿Cómo me encontraste? —le dijo mientras él se le acercaba en silencio.
Ella seguía haciéndole preguntas mientras retrocedía ante su presencia.
—Daira, te extrañe mucho.. —le dijo con voz ronca y acercándose demasiado, casi respirándole encima.
Ella ya no tenía adonde huir. Detrás suyo solo estaba la pared...y él enfrente, apoyando practicamente su frente en la de ella.
—¿Por que te fuiste, Daira? Te elegí para ser mi esposa...—quiso explicarle.
—¡Nunca me preguntaste si yo quería...me ofreciste dinero! ¡No soy una prostituta!! —dijo con la cara llena de ira.
Continuaba con su actitud quejumbrosa cuando él imprevistamente se acercó a sus labios y le dió un beso tan dulce que ella tuvo que callarse. Se quedaron mirando por un tiempo que pareció infinito. Él volvió a probar para que ella se acostumbrara a sus labios, ella lo recibió gustosa, tratando de seguir el ritmo de su lengua.
—Ven, Daira...—le dijo sin dejar de besarla y la llevó a un callejón más oscuro aún, lejos de la vista de todos.. Ella solo lo siguió, hinoptizada sin poder creer lo que estaba viviendo...