Pasaron días de ensueño. Fue la mejor experiencia que ambos tuvieron.
—¿Te casarás conmigo? —le preguntó pasando un dedo por la curva de su cintura desnuda.
—¿A cambio de qué? —dijo mirándolo con desconfianza.
Él rió sonoramente. Descubrió que hace tiempo no se reía. Solo ella causaba eso.
—Te amo, Daira. Hasta tu nombre suena hermoso. ¿Me ayudarás a escribir una canción que suene tan bien como tu nombre? —preguntó y levantándose desnudo, se puso a tocar las cuerdas de su guitarra.
Ella lo miró y volvió a sonrojarse. Él se divertía pensando en que ya habían pasado meses de su primer encuentro y ella seguía teniendo vergüenza. En verdad era una chica única y le encantaba.
—No sé, voy a pensarlo —le dijo seriamente. y él se puso tambien serio.
Tomó un estuche del cajón y se arrodilló, así, desnudo como estaba frente a ella, que estaba acostada sobre uno de sus lados en la cama, solo cubierta por la sábana de seda azul.
—Señorita Daira Carson, ¿se casaría conmigo? —dijo solemnemente.
Ella estaba en silencio. Al principio pensó que era una broma, no imaginó en su vida que su príncipe estaría frente a ella arrodillado desnudo y ambos con los restos del amor recién saciado pidiéndole pasar su vida con ella pero cuando vio la seriedad en la cara de Danny no le equedó otra que creerle y las lágrimas aparecieron sin querer.
—Ssi, Danny...te amo!!