El último recital

El recital

       De repente oscurecieron el recinto. Cientos de voces se escucharon en un solo gritar: Danny, Danny, Danny...y apareció él, todo un dios rodeado de humo y luces psicodélicas. Hasta Daira se quedó sin aliento, no podía creer que se fuera a casar con ese fabuloso hombre al que envolvía un carisma único. Sonrió a la gente, saludó y empezó a cantar un popurrí con sus mejores canciones. La gente estaba enloquecida.

     "Te siento en mi piel

       tu tatuaje de miel

       subes a mi mente

      tan sensual y diferente.

       Labios rojos, así te veo

       inalcanzabe, presente.

       Mujer, mi mujer, te haré mi mujer"...decía la letra mientras un estallido descomunal se elevaba. Parecía que el techo de Las Cañas se levantaría en cualquier momento. Las paredes sudaban por el calor que desprendían tantos cuerpos juntos en un solo latir.

       Danny se sentía en la gloria. En su interior sabía que había alcanzado el equilibrio entre sus dos mundos. Ahora todo era más relajado, sin el ritmo infernal de siempre. Estabilidad era la palabra que le vino a la mente y sabía cual era el origen. Ella estaba a un costado con el rostro mojado de lágrimas, volteó a verla y sintió que había encontrado al fin, lo que tanto buscaba.

          Cuan distinto era todo ahora que había conocido lo que siempre habïa buscado en medio de la muchedumbre, en sus tormentosas noches en medio de los flashes cuando al final del día solo quedaba un vacío gigante en el centro de su pecho.

             Estaba aquí y ahora en un momento sublime en donde se conjugaban gloria, poder y amor en un solo espacio, en un solo tiempo. Suspiró profundamente mientras saludaba con una enorme sonrisa en medio de los aplausos y vítores de los que se habían reunido. Siempre le causaba una gran sensación de orgullo el saber que había personas que pagaban para verlo, para escucharlos y por eso siempre daba todo de sí para que valiera la pena.

             Ya estaban dando los últimos arpegios las guitarras, el espectáculo estaba llegando a su fin, ya había casi agotado la larga lista de canciones de su autoría. El fin se acercaba...

       Solo había alguien que no prestaba atención a sus letras. Para ella habían muerto en su cabeza aquel día en que rompió toda su colección del mural. Solo debía hacer lo que él le ordenó en sueños. "Matameee"..."Ya voy, mi amor", gritó ella elevando la voz por encima de los que se amontonaban a su alrededor para verlo mejor. Se vió empujada hacia un lado y otro cual barquito de papel en medio de una tormenta y temió que sus planes no se realizaran. Se apretó más los brazos al costado del cuerpo y cambió a última hora el momento y el lugar en el que pensaba realizar su cometido. 

          Se acercó hacia donde lo había visto dirigirse por última vez.

           Sacó el arma que tenía guardada bajo la axila y apuntó...




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