El ultimo rey de Azellen

capítulo 1 (El antiguo rey)

     Frederick despertó con un rayo de luz golpeado su rostro, lentamente parpadeó hasta acostumbrarse, un techo de madera lleno de polvo y telarañas fue lo primero que su apenas clara vista pudo apreciar, exaltado levantándose hasta estar sentado miró a su alrededor, estaba solo o eso era lo que podía observar y si su apenas victoriosa libertar fuera para celebrar estaba asustado en un sitio que desconocía.

     Era una cabaña, vieja por lo que podía apreciar, tan pequeña como una habitación, los muros de madera alguna desquebrajada y con agujeros dejaba entrar los rayos de sol de afuera junto a una cálida brisa que en invierno se convertiría en una ventisca helada; estaba en una cama, algo vieja con paja para suavizarla y una manta algo polvorosa, aunque comparado con sus ropas no podía quejarse.

    Junto a él a un metro estaba una mesa de madera con una vasija con agua y un paño húmedo y sucio, frente a la cama donde estaba se encontraba un gran tronco tallado que sostenía un par de platos y tres tasas, una olla y algunos utensilios de cocina oxidados, pero aun útiles, algunos cestos con plantas y frutas, no muy lejos de esto estaba la puerta y al lado un pequeño estante con solo un par de libros y cosas sin importancia.

    Frederick se miró atentamente, no estaba herido salvo un agudo dolor en la nuca, entonces recordó lo que había pasado la noche anterior, recordado a la chica que lo había salvado, no podía creer que quien lo había sacado de la prisión también lo había atacado y llevado a un lugar extraño y aunque no entendía como lo había hecho se sentía bien aquella brisa, Frederick aun no sabía exactamente si estaba feliz porque ahora era libre o molesto por su secuestro, pero aunque estuviera molesto, feliz y un sinfín de emociones algo en su interior le decía que había algo en esa chica, la había visto antes, la conocía y se preguntaba si eso era cierto o su mente le estaba jugando una mala broma para amenizar la situación.

    - ¡LUCY! -comenzó a gritar, había recordado su nombre, ella se lo había dicho antes de caer inconsciente, también sabía que su débil cuerpo no le permitía levantarse y salir corriendo, además de que había visto a la chica, sabía lo que podía hacer y de lo que era capaz, si ella podía asesinar a aquellos soldados ella sola entonces un simple moribundo como él era pan comido, no podía hacer nada más que enfrentarla y morir con dignidad si era necesario-, ¡LUCY!, ¡LUCY! ¿DÓNDE ESTAS? -gritaba hasta quedar jadeando y más cansado de lo que estaba.

     La puerta se abrió en un estruendo, era ella, Lucy quien entraba apresurada y molesta a la habitación, ahora sin su ropaje negro, solo unas botas altas, un pantalón oscuro, una camisa blanca manga larga, su cabello rubio aun en una coleta con un ligero flequillo hacia el lado izquierdo de su frente que cubría su ojo.

     - ¿Qué intentas hacer alentar a los guardias? -pregunto ella frunciendo el ceño deteniéndose a los pies de la cama-, Veo que estas mejor -dijo relajando su expresión.

    - ¿Dónde estoy? ¿Por qué me trajiste aquí? -dijo Frederick molesto usando todas sus fuerzas para ponerse de pie-. ¿Quién eres?  

      -Frederick tranquilízate -dijo Lucy con voz dulce-, Colapsaras si no lo haces -se acercó a él tomándolo de los hombros ayudándolo a sentarse.

    Frederick intento tranquilizarse, sabía que Lucy no tenía malas intenciones, a pesar de haber estado tanto tiempo en prisión no era tonto, él no tenía nada, era un fugitivo, ella no podía ganar nada con él, si fuera lo contrario lo había hecho, pero la duda sobre la razón de su rescate no lo dejaba tranquilizarse del todo, nadie sacaría de prisión a alguien sin pedir nada a cambio, entonces llego a su mente una idea que lo desconcertaba más que lo fuera a utilizar y era que ella sabía quién era él.

    -Lo sé -dijo ella sin esperar una reacción diferente de Frederick, había leído sus expresiones, había adivinado lo que pensaba y había dado en el blanco.

     Lucy camino hasta donde estaban los utensilios de cocina, tomo una taza oscura y un plato viejo y salió de la cabaña indicándole con la mirada a Frederick que esperara donde estaba, él entendió de inmediato, bajo la mirada e intento tranquilizarse y fue ahí donde se dio cuenta de que el rostro de Lucy estaba grabado en su mente, cada rasgo de su fina tez blanca, el azul suave de sus ojos y sus labios rosas, sabía que la había visto antes, pero su desgastada memoria no le permitía saber dónde o cuando; finalmente ella volvió, llevaba en las manos la taza oscura que ahora parecía tener algo caliente, en el plato un pez asado y un trozo de pan.



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Editado: 30.09.2018

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