El Último Rey Dragón

Capítulo 12

Fue una hermosa noche. Una que apreciaría para siempre. Así era como me imaginaba que sería una gran boda de nobles. Había un conjunto musical de cuatro cuerdas, un buffet interminable de comida y baile... fue mágico. Todas excepto Regina sacando grupos de cinco chicas, y solo una, o en algunos casos ninguna, regresando. La sala empezaba a despejarse, y Kendal y yo ya no podíamos bailar. La anticipación nerviosa de lo que estaba por venir nos tenía a todos nerviosas.

—¿Cuál crees que es la prueba? —pregunté, pero Joslyn me hizo callar.

—¿Divirtiéndose, señoritas? —la voz del Rey retumbó detrás de mí y me quedé rígida.

—Oh, sí —se rió Joslyn.

—Qué velada tan encantadora —le dijo Kendal.

—¿Y tú, Arwen? —él me preguntó.

Giré en mi asiento y señalé mi plato vacío.

—La comida es divina.

—¿Bailarias conmigo? —preguntó, tendiendo su mano hacia mi.

Me congelé, inmediatamente comencé a sudar. ¿Bailar con él? ¿Por qué? el no habia tenido un bailó con nadie durante la velada.

Miré a Kendal, quien abrió mucho los ojos como si me dijera que no rechazace un baile con el Rey.

Me paralize momentáneamente.

—Uh, claro, pero te advierto que tiendo a pisar los dedos de los pies —tomé su mano extendida y le permiti llevarme a la pista de baile.

Me miró con curiosidad, luego su mirada se posó en mis labios. Tragué saliva para humedecer mi garganta. Bailar salvaje y libremente con Kendal era una cosa, pero bailar lento con el Rey de Embergate era otra historia.

Puso una mano en mi espalda baja y tomó mi palma entre las suyas mientras nos balanceábamos lentamente de un lado a otro al ritmo de la música. Luché por respirar tan cerca de él, su cuerpo ligeramente presionado contra el mío. Podía sentir los ojos de toda la habitación sobre mí y, sin embargo, se sentía tan bien. Sentí que estaba hecha para estar en sus brazos y no quería dejarlo ir.

Inclinándose hacia mi oído, dijo; —Te ves impresionante.

Mi estómago se calentó por el cumplido.

—Gracias. ¿Cómo fue el problema en Grim Hollow? —pregunté.

Me miró. —Era la reina del Anochecer. Perdi algunos hombres, pero ellos perdieron más.

Eso fue un alivio.

—Háblame de tus padres —preguntó de repente.

Me puse rígida, pero luego sonreí para cubrir mi nerviosismo.

—Mi padre trabajaba en la mina de Cinder. Iba a beber a la taberna todos los fines de semana, y ahí conoció a mi mamá. Ella era la camarera.

Me miró con frialdad, como si estuviera probando mi respuesta en busca de mentiras más que tener interés en lo que estaba diciendo.

—¿Y tu padre era un cuarto dragón que como anteriormente dijiste?

Dejé caer su mano y retrocedí como si me hubiera quemado.

—¿Me estás interrogando o me estás conociendo? —espeté, causando que algunas chicas cercanas se giraran en nuestra dirección.

El enrojecimiento subió por sus mejillas y se acercó a mí, tomándome de nuevo entre sus brazos, esta vez con más fuerza que antes.

Presionó su mano en la parte baja de mi espalda, mi estómago se presionó contra el suyo. Se inclinó sobre mi cuello, susurrándome al oido; —Estoy tratando de averiguar cómo una chica que dice ser un cuarto dragón explota como una bomba mágica en uno de mis baños. Una chica que me gusta mucho y en la que estoy interesado.

Escalofríos me recorrieron la espalda ante la acusación en su tono, pero también ante el aliento caliente que se precipitó por mi cuello y la declaración de que le gustaba.

Aún así, no pude evitar la ira que surgió dentro de mí por su desconfianza, y miré eché mi cabeza hacia atrás para mirarlo.

—¿Por qué no me respondes algunas preguntas?

Sus ojos pasaron de verde a amarillo.

—¿Qué te haría buscar un heredero tan desesperadamente hasta el punto de cortejar más cien damas al mismo tiempo, cuando su esposa apenas se ha ido un invierno?

Su rostro cayó en una máscara de horror y al instante me arrepentí de mis palabras. Sus manos cayeron de mi espalda y dio un paso gigante alejándose de mí.

—Mi señor, lo siento...

Me hizo un gesto con la mano y se dio la vuelta, saliendo de la habitación, y le recé al Hacedor para que me tragara un agujero gigante en lugar de tener que volver a verlo después de decir algo tan hiriente. ¿Por que hice eso?

Miedo. Temía que si le agradaba, eso significaba que podría estar en la competencia para ser su esposa, y si la advertencia de mi madre era real... necesitaba evitar eso a toda costa.

Me quedé de mal humor todo el camino de regreso a mi asiento, donde Joslyn y Kendal me miraron atentamente.

—Bueno, ¿qué le dijiste? —preguntó Kendal —. Parecía herido cuando se fue.

Negué con la cabeza, indicando que no quería hablar de eso, y agarré mi plato. Iba a comer dos rebanadas más de pastel. De esa manera, cuando el Rey me enviara a casa, mi barriga estaría llena.

***

La noche comenzó a prolongarse. Solo quería volver a mi habitación y dormir. Pero parecía que Regina era Hades, empeñada en elegirme en último lugar. Cuando finalmente entró en la habitación y nos hizo señas a Kendal, a Joslyn y a mí para que nos acercáramos, suspiré aliviada. Solo quería terminar con esto y caer en un coma de comida de pastel de chocolate. Me estaba arrepintiendo de esa tercera rebanada.

Poniéndome de pie con las otras chicas, caminé con piernas temblorosas hacia la puerta lateral en la que Regina nos estaba esperando.

Parecía tan cansada como yo me sentía. Debía ser cerca de la medianoche, pero estaba claro que había una urgencia por encontrar a la próxima esposa del Rey, por lo que estaban acelerando este proceso. No me importaba. Después de lo que le dije, tendría suerte si no me ahorcaba en la plaza del pueblo.

Regina nos dio a las tres una sonrisa forzada y luego inclinó la cabeza para que la siguiéramos.

¿Le dijo el Rey lo que yo le había dicho? Si es así, estaba mortificada. ¿Quién le habló así a la realeza? ¿Qué estaba mal conmigo? Lo peor era que me gustaba. Le dije algo horrible a alguien que me gustaba y ahora me sentía como una mierda.




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