De nuevo comenzaron las clases para mí, no me hacia la misma ilusión que antes, pero era mi responsabilidad. Me costó levantarme de la cama y vestirme, por suerte el desayuno si pude hacerlo porque tenía hambre después de tanto ejercicio de ayer.
Cuando salí de la casa me topé con todos los alumnos de mi instituto, algunos ponían una cara de dormido que se podía ver a 1 km de distancia y a mí se notaba todavía más.
- shen ¿Cómo es que todavía hay clase en vuestro edificio si ocurrió aquel combate? - salto bokune que se encontraba detrás de mi caminando como el resto de nosotros.
- el instituto se había reparado enseguida y podíamos retomar las clases…guay Ohh- esto último lo dije con sarcasmo.
- hola shengoku-
La voz me pilló desprevenido, era shingo que venía balanceando su mochila de estudiante desde lejos.
-Ho hola Shin…-las palabras se me atascaban en la garganta cuando vi su cara.
-¿te has enterado?- Tenemos alumno nuevo en clase
-¿ah…sí? ¿y quién es?- las preguntas me salieron solas como si conociera de toda la vida.
-Aun no se sabe, pero dicen que es del otro extremo de la isla- la cara de shingo mostraba duda, la típica duda que muestra los rostros infantiles en personas como ella…
-Bueno nos vemos luego, adiós shen- dijo despidiéndose con la mano y alejándose, corriendo y balanceando la cartera escolar.
-Veo que tú y Shin os habéis vuelto amigos jeje-salto bokune soltando una risita como final de la frase
-No sé qué me ha pasado, pero parece que gracias a los entrenamientos con Reika parece que estoy venciendo mi miedo a la vergüenza- era una respuesta que quise comentar para convencerme, pero si soy sincero, en realidad no sabría esa confianza tan grande con Shin.
Cuando llegamos, había sonado la campana del aviso de comienzo de las clases, pero todavía había alumnos en la entrada pasaron 5 minutos y mi aula se había llenado.
Al principio se había formado los grupos de amigos y colegas del principio de curso, pero entro el profesor y todos volvieron a sus pupitres para atender la clase, todos se encontraban en pie, dieron el saludo al profesor y se sentaron, yo hice todo eso también.
-Alumnos hoy quiero presentaros a un nuevo alumno que hoy comenzara las clases con nosotros…es de kiosa así que ayudarle como podáis y que se sienta a gusto-
-¡sí!- contestamos toda la clase
Se abrieron todas las puertas y entro un chaval casi de nuestra edad que tenía colgado como un medallón con un escudo de familia adinerada en él y…un momento…es el chico que vi anoche cuando volvía de entrenar lo sé porque tenía el mismo pelo de plata y la misma mirada…
-Buenos días a todos, mi nombre es Reimansu, pero podéis llamarme Reiman, espero que nos llevemos bien- realizó una reverencia de saludo y se fue a su pupitre que estaba vacío, y casualmente era el que estaba detrás mía. Por suerte no me vio la cara así no sabría qué…
-¿pensaste que no te reconocería? Hola shengoku ¿Qué tal has dormido?- termino poniendo una sonrisa en la cara.
No puede ser verdad y yo pensando que no me había visto… ¿Qué hago?
Paso el tiempo y la clase continuaba con sus lecciones que tocaban en ese momento, pero yo no estaba atento porque sentía que tenía que proteger mi espalda de aquel tipo, no sabía cuándo no volvería atacar. El chico estaba más atento a la clase que yo, pero no podía pensar en eso porque corría el peligro de que me atacara sin previo aviso, cualquier movimiento que el hacía me ponía más nervioso…hasta cuándo escribía. Llego la hora del descanso y me fui a la cafetería a ver si tenían algo bueno, pero estoy seguro de si lo hubiera.
-¿te has enterado de algo de la clase? Estaba interesante…¿eh?-
Apareció detrás mía como si fuera un fantasma. Me sorprendí de su aparición tanto que pegué un salto atrás.
-Si hubiera querido atacarte, lo habría hecho la noche que nos vimos, además yo no tengo intención de crear confusión aquí y ahora, prefiero atacarte cuando sea el momento oportuno así que aprovecha este momento para que sepas que no soy un sádico- se marchó dejándome solo y conmocionado.
Sin darme cuenta ya había pasado la hora del recreo y no me dio tiempo a desayunar. Las horas pasaban y pasaban, al final tenía razón, no quería matarme, pero eso no es excusa para bajar la guardia y confiarme. Tocó la sirena de final del día en la escuela y todos nos dirigimos a nuestras respectivas casas, por desgracia tenía que quedarme después de la clase para la limpieza del aula.
-Dios, que sucia está el aula-decía constantemente mientras barría con la escoba desesperadamente.
-Creo que te dejas una mancha- salto bokune sentado en la ventana del aula
-Si trabajaras como yo, por cierto, ¿no te aburres siguiéndome? Es decir, ¿no ves que desde la última vez no habido más ataques?-
Bokune se agarró la mandíbula con la mano como pensativo.