El último sobreviviente.

CAPITULO V: La zona de la muerte.

Al momento en el que salimos de la casa nos dirigimos hasta la entrada del urbanismo, en la cual se encuentra una camioneta Hilux de doble cabina color militar como si estuviera preparada para la guerra, nos montamos en ella y salimos de la SSC.

Mientras vamos en la camioneta Wood no me dice ni una palabra, simplemente se queda observando el camino hasta que llegamos a un lugar llamado “La zona” donde se encuentran tres personas vestidas de militar los cuales me presenta el jefe.

El primero se llama Samir un hombre de dos metros de alto, fornido, cabello rubio ojos azules y el cual lleva un arma M4 en sus manos.

El segundo es un joven de unos quince años, moreno de ojos oscuros al igual que su cabello, lleva un fusil M16 en su espalda y su nombre es Ron.

El tercero es una mujer rubia de ojos verdes, su nombre es Diana y lleva consigo una Beretta en su cintura.

Todos preparados como si fueran a ir a la guerra y no de casería.

– ¡Por fin despiertas hombre! Con esas heridas pensamos que no aguantarías mucho.

Me habla la chica con una voz suave y dulce mientras me revisa las heridas de mi rostro.

– Si, si, menos charla y mas acción, por lo que noto se hará de noche dentro de una hora, así que vayan alistando sus armas y linternas ya que presiento que esta casería será distinta que las anteriores.

Al terminar de decir esas palabras Wood, me pone una mano en el hombro y vuelve a hablar.

– El nuevo vendrá conmigo, ustedes dispérsense y cacen a todos los que puedan.

– ¡Si señor!

Exclaman los tres soldados y se retiran perdiéndolos de vista en el bosque.

Wood comienza a caminar mientras yo lo sigo apuntando a todas partes con mi Magnum.

– ¿En realidad que estamos cazando? –Pregunto mientras escucho como mi compañero empieza a reírse. – ¿Dije algo gracioso?

– No, pero pensé que ya lo sabías.

– Me dijiste que cazaríamos pavo…

Al escucharme decir eso comienza a reírse aun más fuerte.

– Enserio que me matas hombre, lánzame otro chiste que tengo tiempo sin reírme tanto.

Me quedo en silencio viendo como se limpia sus ojos burlándose de mí, de pronto volteo mi mirada a la derecha y observo un perro del demonio, lo apunto con mi arma pero Wood se adelanta disparándole con su striker haciéndolo pedazos.

– Nada más satisfactorio que matar al primero del atardecer.

Veo como sonríe, mientras lo observo extrañado.

– Si Brad, no me veas así, por supuesto que conozco estas bestias, pero está prohibido hablar de ellas en el urbanismo, no queremos alarmar a las personas que viven en paz por el momento.

Le doy una palmada en la espalda y lo observo con comprensión, es el líder y debe mantener todo en orden.

Cae la noche y comienza hacer demasiado frio, no dejo de titiritar, Wood me observa y me da una chaqueta la cual al ponérmela comienza a abrigarme.

Nuestras linternas alumbran el bosque mientras caminamos buscando bestias para matarlas y mantenerlas lejos del pueblo.

De pronto observamos como una manada de veinte perros se van acercando lentamente a nosotros, observo a mi compañero y él me mira a mí, asentamos al mismo tiempo y empezamos a disparar matándolos a todos.

Los cuerpos de los animales quedan hechos trisas en el suelo mientras Wood me cuenta que todas las balas de nuestras armas están bendecidas por la capilla del pueblo la cual posee su propio sacerdote y una inagotable fuente de agua bendita.

Comprendo y sigo caminando junto a él cuando de la nada nos rodean unos cuarenta perros, nos miramos, sonreímos y comenzamos a dispararles.

Al matar unos veinte las bestias se retiran como si algo las hubiera ahuyentado, Wood y yo nos quedamos observándonos extrañados por lo que acaba de ocurrir cuando de repente escuchamos pasos que se acercan a nosotros en la oscuridad del bosque, apuntamos nuestras armas donde proviene el ruido y observo como a Wood le tiembla todo el cuerpo, está asustado de algo que está viendo pero que yo no puedo observar.

  – ¡Sal quien quiera que seas, o muéstrate ante mí! –Grito mientras apunto mi arma donde tiene su mirada fija mi compañero.

  – Solo me muestro ante almas mentirosas y despiadadas, pero como soy generoso dejare que me puedas observar.

Al terminar de hablar aquella voz suave como brisa pero tenebrosa como infierno, veo como una silueta se va presentando ante mí, era un hombre con un traje color mirlo de cabello largo color blanco y con unos ojos intensamente rojos que se denotaban fácilmente en la oscuridad, aunque eso era algo simple lo que más me causo impresión fue ver unas grandes alas del mismo color que su traje las cuales sobre salían de su espalda. Esta no era cualquier persona o cosa que haya visto antes, este era un demonio de otro rango más alto.

Comienzo a temblar y mi corazón empieza a latir muy fuerte, el frio que hace es más intenso, el demonio nos observa con una mirada fija y tenebrosa, pero eso no me detendrá.

Agarro un poco de valor y le disparo dos veces en el rostro pensando que podría hacerle daño, pero es inútil ni un rasguño le he hecho, su cuerpo pareciera blindado las balas bañadas en agua bendita no son más que simples mosquitos para él.



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En el texto hay: apocalipsis demonios

Editado: 10.04.2018

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