Era una tarde cualquiera, en un lugar cualquiera. Y mientras un niño miraba a sus padres con la mayor ilusión que alguien podría mostrar, ellos intentaban quitar ese nudo en la garganta que tenían al pensar sobre lo que les estaba ocurriendo.
"Papi, ¿juguemos a la pelota?", decía el pequeño con esa tierna e inocente voz que podría relajar a la persona más intranquila. Y mientras este esperaba la respuesta de su padre, este último pensaba "Tengo que seguir luchando por el, por ella, por nosotros...".
Esta familia no era adinerada, tampoco gozaban de muchos privilegios y mucho menos tenían una buena situación económica, pero a pesar de todas estas dificultades que para cualquier otra familia podrían ser razón de discusiones... Para esta solamente era el pegamento que los mantenía unidos.
Pero aquel niño, que con su sola presencia llenaba los corazones de alegría, creció. Dándose cuenta de todos los problemas que a su familia afectaban. Y en un deseo de querer ayudar, hizo todo lo que tenía en sus manos. Vendió desde sus prendas favoritas hasta su más infame articulo de entretención.
Sin embargo, nada era suficiente, a pesar de que ayudaba, no había señales de que la situación mejorase.
Hasta que el chico recibió una recomendación... "¿Y por qué no te inscribes en el ejercito? Se sabe que se paga bien...". A lo que instantáneamente se negó... O eso creía al menos.
Pero pasaban los días, y la situación no mejoraba logrando así que la idea del ejercito no fuera tan mala.
Cada día que pasaba, aquella idea iba ganando fuerza dentro de él. Le dolía por dentro ver todas las dificultades que pasaban y sin tener mejores opciones más que esa, era de cierta forma, tentador el unirse al ejercito.
Hasta que ocurrió algo, que lo haría tomar la decisión.
Su padre, quien siempre le brindó su cariño y apoyo en todo lo que surgiera, fue diagnosticado de una rara enfermedad... Y sin jadeos, el chico tuvo que hacer lo que tanto estuvo meditando.
Y así, fue a un regimiento, se presentó, realizo sus respectivas pruebas y logró entrar.
Lo cual ayudó a su familia, dándole ese bienestar que tanto deseaba. Pasando 3 años, volviéndose un soldado medianamente reconocido en su regimiento, y con una vida relativamente resuelta.
Cuando todo parecía ir bien, en el regimiento donde el chico se encontraba, empezaron a sonar unas sirenas... Esas sirenas, serían el inicio de la tragedia.