En una habitación, donde los lujos y comodidades brillaban por su ausencia.
Se posaba una mujer, quien gritaba de dolor. Junto a ella, se encontraban dos personas quienes le ayudaban en lo que tanto lastimaba a aquella mujer... El parto de su primer hijo.
Una de las personas que se encontraban junto a ella en este tan maravilloso (y doloroso) momento, era su esposo. Sus ojos brillaban y se moría de ansías por ver a su pequeño hijo. Su mujer, a modo de reunir más fuerzas, toma la mano de su esposo y este le corresponde con la suficiente fuerza para decirle indirectamente que el, esta ahí.
Y quien le ayudaba en su parto, era la madre. Quién con todo sus nervios y a la vez una inmensa calma. Usaba todos sus conocimientos adquiridos en sus largos 46 años de vida, para darle la bienvenida a su pequeño nieto.
Hasta que por fin, algo se asoma en la parte inferior de la mujer, mostrando por fin, la pequeña cabeza del niño que vendrá a este mundo.
La abuela de dicho niño, al ver esto, empieza a usar todo lo que ella aprendió y al cabo de unos minutos... Por fin el pequeño bebé ha llegado oficialmente al mundo. Esto que tanto a la madre como al padre de aquel niño, le corrían las lágrimas de felicidad, satisfacción y por supuesto, emoción.
"¿Cómo le llamaremos cariño?", preguntó el padre. Su madre le mira con calma y casi instantáneamente muestra una cara pensativa. "No lo sé bebé, ¿Qué piensas tú?". El padre lo medita por unos segundos y replica: "Creo... Que Mike sería un nombre ideal para él... ¿Te gusta?". La madre se queda callada unos segundos, mira al bebé y luego mira al techo de su casa, y al ver esto, el padre le dice a ella "Si no te gusta no hay problema amor...". La madre dice en voz baja: "Mike eh...". Los nervios consumen al padre, quien ya por segunda vez iba a decir algo pero su amada mujer no le deja contestar, y continua diciendo: "Mike, Mike, Mike...". El padre quien ya estaba algo mosqueado, iba a decir algo hasta que la mujer dice alegremente: "¡Me encanta!". Esto llena de felicidad al padre. La abuela le pide el niño a su hija, esta se lo da y la abuela levanta en el aire a su pequeño y hermoso nieto. Agregando: "Bienvenido a la familia... Mike".
Nueve meses pasaron luego de esto, aquel lindo bebé ya había crecido los suficientes centímetros para dar sus primeros pasos. Provocando una inmensa felicidad en sus progenitores. Quienes a la vez veían con asombro dicho acontecimiento debido a la corta edad del niño.
A su primer año de vida, ya podía decir sus primeras palabras, que por cliché que suene, eran "Mami" y "Papi". Y a sus primeros tres años de vida, ya todo esto era la nada misma, corría y hablaba con fluidez y cada que reía, alegraba los corazones de sus padres, a quienes cada año que pasaba, sus edades les daba nuevos problemas.
"Papi, ¿Para qué son esas cosas blancas que te tomas?", preguntaba el pequeño Mike con inocencia. Su padre le mira y con una media sonrisa le responde a su pequeño: "Hijo, su padre tiene muchos dolores, y estas cosas blancas me ayudan a calmar el dolor... Son medicamentos...". El niño se asombra y replica; "Papi entonces, ¿Puedo darles esas cosas a mis juguetes cuando les duela la barriga?", su padre se ríe y alegremente le responde: "No hijo, los juguetes no necesitan tomar medicamentos". Su niño pregunta el porque de esto, y su padre le explica que sus juguetes 'son más resistentes que nosotros'. Dejando a su hijo feliz pero a la vez intrigado.
Y así fueron pasando los años, aquel niño que tanto alegraba los días de sus envejecidos padres, ahora ya era un adolescente, quién como cualquier otro, empezaría a sentir sus primeras mariposas en el estómago.
—Hey, Mike. -Llamaba la atención del joven Mike, quien miraba embobado a una niña de su salón- Joder... ¡Mike!
—Ah! ¿Q-qué pasa contigo Jimmy? ¡¿Por qué me gritas?! -Decía algo enfadado el Joven Mike-.
—¿Qué pasa conmigo? Mejor dicho, ¿Qué pasa contigo Mike? -Hace una pequeña pausa y continua- Estabas babeando como un crío mientras mirabas a Sammy!
—¿Q-qué? No, no, no. Para nada, estaba... ¡Estaba mirando el reloj! ¡Necesito pasar al baño urgente! -Niega avergonzado la afirmación de su amigo-.
—¡No mientas! Sabes muy bien que puedes levantar la mano y pedir que quieres ir al baño. Siempre has sido pésimo en las mentiras, eh. -Contraargumenta la excusa de Mike-. Y pensar que eres el cerebrito de la clase...
—¡No estoy mintiendo!
Pero antes que Jimmy le pudiese contestar a Mike, la profesora Smith detiene el curso de la clase, mira hacía donde se ubican los jóvenes quienes discutían intentando mantener el silencio.
—¿De qué tanto hablan ustedes dos? Porque si es tan interesante, pasen adelante y expónganla a sus demás compañeros. -Decía seriamente la profesora, la cual odia ser interrumpida-.
Los jóvenes se miran, y al unísono dicen a la profesora que no era nada importante, pidiendo disculpas. La profesora, quien ya lleva años en su rubro, sabe que esto es mentira, por lo que les da una mirada seria durante unos segundos sin decir la más mínima palabra, logrando generar tensión y de cierto modo, pánico en los jóvenes y replica "Hmmm... No se porque siento que me mienten...". Esto alarma a los jóvenes pero la profesora continúa: "Por favor, presten atención, a la próxima no les advertiré nada y los mandaré a la oficina del rector.". Los jóvenes asienten y se quedan en silencio hasta que la profesora se voltea.
—¿Ves lo que consigues Jimmy? No puedes cerrar la boca. -Murmura a su compañero de banco, quien indignado le responde-.
—¿Yo soy el culpable? Si fuiste tu que por mirar a una chica, dejas hablando solo a tu amigo de hace ya 4 años! -replica manteniendo un tono de voz bajo-.
—¡Ya te dije que no la estaba mirando! -Le responde enojado a su compañero-.
—¿Ah si? -Le cuestiona, a lo que el joven Mike con una mirada seria asiente con su cabeza- Pues que pena, ya que justo ahora Sammy te esta mirando.