El último umbral de la noche

Capítulo 3

El coleccionista de voces

Nunca me gustó el silencio.
Desde niño, el silencio tenía peso, como si algo respirara detrás de él.
Mi madre solía decir que “las casas guardan lo que uno calla”.
Yo crecí en una casa llena de cosas no dichas, así que quizá era inevitable lo que soy.
No me llamo como creen.
Los periódicos me pusieron muchos nombres: El asesino del eco, El coleccionista de voces, El músico de la carne.
Todos suenan a ficción.
Pero lo que hice fue arte.
Puro, metódico, necesario.
_________
Todo empezó una noche de octubre.
Yo trabajaba como técnico de sonido en un estudio de radio abandonado.
Era un edificio antiguo, lleno de cables podridos y micrófonos que aún olían a humo.
El dueño me contrató para restaurar grabaciones antiguas: programas de los años cincuenta, voces de locutores muertos, risas de audiencias inexistentes.
Pasaba horas escuchando cintas.
Y un día, entre los ruidos, oí algo que no debía estar ahí.
Una respiración.
Después un susurro:
¿Todavía me oyes?”
Revisé el equipo.
Nada.
Volví a escuchar.
La voz seguía ahí.
Femenina, suave, melancólica.
Pasé toda la noche buscando la fuente.
Y cuando detuve la cinta, la voz siguió sonando.
_________
Los días siguientes fueron una confusión entre sueño y vigilia.
Empecé a escuchar esa voz por todas partes: en los tubos, en la estática del televisor, en el zumbido del refrigerador.
Me hablaba, me pedía cosas, cosas pequeñas al principio:
Graba esto.”
“No apagues la luz.”
“Encuéntrame.
Comencé a grabar cada sonido de la ciudad.
El viento, las conversaciones ajenas, los pasos detrás de mí.
Creía que, si capturaba suficientes voces, ella regresaría completa.
Pero la estática no bastaba.
Entonces descubrí algo:
cuando las personas gritan justo antes de morir, sus voces cambian de frecuencia.
Un sonido puro.
Una nota imposible.
Perfecta.
________
La primera fue accidental.
Un hombre intentó robarme en un callejón.
Cuando lo apuñalé, el aire salió de su garganta en un chillido agudo, casi musical.
Grabé el sonido.
Al escucharlo en mi grabadora, la voz femenina volvió, más clara.
Te encontré.”
Desde esa noche, supe lo que debía hacer.
No mataba por placer.
Ni siquiera por impulso.
Era un acto artístico, un sacrificio técnico.
Cada víctima era una nota.
Una pieza de una sinfonía que solo yo podía escuchar.
Grababa todo: el jadeo, el temblor, el último suspiro.
Luego limpiaba el lugar, como un pintor que guarda sus pinceles.
A veces los cuerpos desaparecían; otras los dejaba donde el sonido había nacido.
No importaba.
Lo único eterno era el eco.
_________
Durante años coleccioné voces.
Las clasificaba por tono, emoción, textura.
Algunas eran frías, otras temblaban como campanas rotas.
Pero ninguna era ella.
La voz original, la del estudio, se había vuelto esquiva.
Solo aparecía cuando el silencio era absoluto.
Aún no estás listo.”
“Necesitas una última grabación.”
Entonces comprendí: la última voz debía ser la mía.
___________
Hoy es 31 de octubre.
Estoy en mi habitación rodeado de cintas, micrófonos y cuchillos esterilizados.
Cada cinta lleva un número.
Cada número, una historia.
Si las reproduzco todas juntas, forman una melodía irregular, como si el aire mismo respirara conmigo.
Ella está cerca.
La oigo detrás de las paredes.
Dice mi nombre.
Suena… feliz.
He colocado el micrófono frente a mí.
Grabaré todo.
El sonido de la hoja.
El jadeo final.
El eco.
Después de eso, ella vendrá.
Estaremos juntos.
“¿Todavía me oyes?”
Sí.
Y cuando mi voz se apague, seremos uno solo en la frecuencia perfecta del silencio.
____________
La policía encontró el cuerpo tres días después.
No hubo nota.
Solo cientos de cintas con etiquetas numeradas.
Al reproducirlas, descubrieron que algunas contenían gritos humanos.
Pero otras…
otras tenían solo estática.
Y en medio de esa estática, una voz femenina repetía una frase imposible:
“¿Todavía me oyes?”
El sonido provenía de ninguna parte.
Ni del pasado, ni del presente.
Solo del lugar donde la locura deja de ser ruido
y se convierte en una canción.



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En el texto hay: suspenso, paranormal y misterio, #terror

Editado: 07.10.2025

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