EPÍLOGO

La Última Página

Dicen que todo libro de terror se cierra al amanecer.
Pero este… no.
Este espera.

Los relatos que acabas de leer no son historias.

Son Fragmentos de algo que ocurrió en diferentes lugares, a diferentes personas,
en noches donde el miedo tuvo voz y la oscuridad rostro.

Ahora todas esas voces duermen en ti.
Cada palabra ha hecho su pequeño nido dentro de tu mente,
y pronto comenzarás a soñar con ellas.
Primero con los más antiguos: el fraile que camina sin cabeza,
la mujer de la morgue que susurra tu nombre desde la camilla de acero,
el niño que conversa con el vacío en la esquina del pasillo.

Después vendrán los otros…
los que no se nombraron.
Los que el autor nunca quiso escribir.

Ellos aman el silencio.
Y lo único que necesitan para cruzar el umbral…
es un lector más.

Cuando cierres este libro,
no lo guardes cerca de tu cama.
El papel recuerda el calor de las manos.
Y esta historia, como toda maldición, prefiere volver al lugar donde fue invocada.

Si escuchas un golpe seco durante la noche,
no es el viento.
Es la oscuridad, llamando.
Esperando que alguien diga su nombre en voz alta
para volver a comenzar.

Porque el terror, cuando se escribe, no termina.
Solo cambia de lector.