A quien tenga el valor (o la desgracia) de leerme hasta el final.
No me culpes si los susurros comienzan después de medianoche.
No me culpes si las paredes respiran o si el reloj se detiene a las 3:33.
Yo solo escribí lo que otros me dictaron desde la oscuridad.
Este libro no fue hecho para ser comprendido,
sino para ser recordado por las sombras.
Si el eco de mis palabras resuena en tu habitación,
no temas: significa que el círculo se ha cerrado.
Que las historias han encontrado un nuevo guardián.
Y si alguna noche sientes que alguien lee contigo,
no intentes mirar.
Solo sigue leyendo.
Porque el verdadero terror no está en el libro…
sino en lo que te observa mientras lo sostienes.